Parte 1.

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Llegaba tarde en mi primer día de clases en la escuela mixta de música y seguro que alguien me colgaría por esto. La escuela estaba dividida en dos secciones: Música y Académica.

Por suerte para mí la clase de violín no empezaría hasta más tarde y eso era lo único que me importaba, el violín. Como habréis notado yo iba a la sección de música y como clases extras tenía danza. Tenía muy buenas expectativas para este curso debido a que tanto el baile como mi querido instrumento eran lo único que ocupaba mi mente.

Llegué justo a tiempo para la clase de violín, tuve que presentarme ante el resto de alumnos porque era casi final del primer semestre y yo había llegado recientemente a la ciudad por culpa del trabajo de mi madre. La clase pasó lenta y aburrida, ya que todo lo que nos estaban explicando yo lo tenía más que aprendido de hecho, me aburría tanto que me dediqué a repasar una de mis partituras más antiguas en mi mente, el timbre me pilló justo a la mitad de "Gavotte".

Tras varias clases de teórica e historia de la música llegó la hora de comer, momento en el que todos los alumnos, tanto de una sección como de la otra, podíamos socializar y pasar al menos un rato juntos. Visualicé un asiento sin ocupar en el fondo del patio, no había nadie así que me senté. Me di cuenta de que todos los alumnos de la sección de música iban con sus instrumentos a todos lados y por supuesto, yo no estaba dispuesta a dejar a mi stradivarius solo en el aula.

De camino a clases de orquesta, en las que nos enseñaban sobre todo la sincronización entre los diferentes instrumentos, me tropecé con otro alumno, el cual no llevaba instrumento, lo que era raro, me miró de reojo y apenas hizo un chistido de desprecio hacia mí. Tenía el pelo oscuro y ojos azules como el mar en calma, sería guapísimo si no tuviera una actitud tan arrogante como la que acababa de demostrar y llevaba una corbata roja por lo que era de segundo año.

Yo iba a primero así que los aires de superioridad del pobre no lo dejarían ni decirme perdón aunque pesara en su conciencia.

Al llegar a la clase de orquesta, el profesor, que ya había mirado mi expediente de estudios anteriores, me propone ser la concertina del grupo, algo que despierta miradas de envidia de otros violinistas de mi sección que a simple vista podría decirse que tienen mucha más experiencia que yo. Veo que alguien ocupa el piano de cola del final de la sala distinguiendo a gran velocidad al chico con el que me había tropezado hace solo un rato, solo espero que sea bueno en lo que hace.

Empezamos a tocar y no suena nada mal, es una pieza complicada para la que tuve que prepararme mucho tiempo, pero me la sé de memoria y nadie va a poder interrumpir la gran belleza de.... ¡El piano va a destiempo! Intento redirigirlo a toda prisa pero es imposible, no me hace ni caso el muy...

Al terminar la clase, el profesor nos dice a mí y al pianista descuidado que nos acerquemos a su mesa.

- Elliot, ¿se puede saber qué te pasa? Eres uno de los mejores pianistas de la academia aun estando en segundo.

- No tengo porque disculparme, solo no acepto su elección de concertino.- contesta él de manera totalmente natural.

Yo por mi parte me quedo con los ojos totalmente como platos, no me puedo creer que haya dicho eso con tanta soltura el muy imbécil, sobre todo teniéndome delante.

- Mis disculpas.- digo con cuidado.- Solo quiero saber por qué me ha llamado a mí también si solo quiere sermonear al pianista que se preocupa más por la elección que toma su director que por el orgullo del resto de la orquesta.

Esta vez es él el que pone los ojos como platos al escuchar la reprimenda improvisada en la que acabo de exponer que no es capaz de confiar en las decisiones que toma el profesor.

- Te he llamado porque quiero que tú, Elizabeth, le enseñes lo hermoso de una pieza tocada en conjunto.

- Me temo que será un esfuerzo nulo, aunque se trate de un pianista de alta clase si no quiere tocar a dúo será todo en vano profesor.- digo intentando no perder la compostura.

- Señorita Greene, ¿me está diciendo que alguien con su historial de estudios de música no puede persuadir a un pianista como él? Tenía entendido que era la mejor violinista de esta academia incluso siendo nueva aquí y que habías hecho famosa tu anterior escuela.

De nuevo Elliot, o como se llame, tiene los ojos muy abiertos por la sorpresa de haber escuchado parte de mi currículo musical.

- Es cierto que la hice famosa ganando algún que otro concurso en su representación pero esto de redirigir a un estudiante que tiene oído pero no escucha es distinto.

- Seguro que lo conseguirá señorita Greene, ahora que está todo aclarado, déjenme decirles que estarán trabajando una semana durante dos horas al día como mínimo, fin de semana incluido.

El profesor va hacia la puerta contigua a la sala de orquesta siendo esta su estudio, pero justo antes de desaparecer se gira hacia nosotros.

- Por cierto, casi se me olvida, empezáis ahora.

Y así el profesor nos dejó solos en el aula.

Después de un rato de silencio sepulcral decido que es momento de acabar con esto, cuanto antes empecemos, antes terminaremos o eso decía mi madre cuando no quería ensayar para las funciones.

- ¿Empezamos?- le digo al pianista que acaba de sentarse en uno de los bancos de alrededor.

- Tss.- me dice cerrando los ojos dispuesto a dormirse.

- Vale, haz lo que quieras.- empiezo de mal humor.- yo si no te molesta tocaré un poco.

Y así comencé a tocar algunas de mis piezas favoritas, la primera una que me rondaba la cabeza desde que entré a la clase de violín "Gavotte", la segunda "La Campanella" de Niccolo Paganini, la tercera y con la que esperaba que por lo menos abriera los ojos "Ave María" de Schubert. Esta última era mi carta del triunfo, una pieza hermosa y con tanto sentimiento que por lo general cuando la tocaba acababa como mínimo sollozando.

A mitad de la partitura oigo el piano de cola de fondo en armonía con mi violín, no puedo creer que él sea capaz de seguir a alguien de manera tan eficiente, suena completamente diferente a como cuando tocó en conjunto en la orquesta.

La melodía flotaba por encima y alrededor de nosotros envolviéndonos en un aura mágica. Cada vez que una nota suena parece que llevemos tocando juntos toda la vida, con los sentimientos unidos también en una armonía increíble por algo llamado música.

Al terminar la pieza sonrío con suficiencia y él me mira extrañado.

- Sabía que caerías con esta pieza.- le digo sin dejar de sonreír.

- Yo no he caído ante nada, ni siquiera sé por qué estoy delante del piano.- me dice feroz y amenazante, aunque yo no abandono mi sonrisa triunfante.

- No hay de lo que avergonzarse Elliot, es una pieza bonita tocada a la perfección.- le digo tranquila.- Es difícil resistirse.

Él me mira con cara de odio mientras yo empiezo a asustarme cuando esboza una sonrisa causadora de problemas y misterios.

- Por lo menos no eres tan mala.- me dice agrandando su sonrisa.

- Si no recuerdo mal el profesor ha dicho que tú eres uno de los mejores, pero de mí ha dicho la mejor ¿no?

- No te creas tanto solo porque el profesor haya dicho eso.

Bueno, bueno, ahora se me pone arrogante.

- Elliot, no es que me crea tanto, sino que a ti no hay quien te soporte.- digo con el tiempo justo para guardar mi violín e irme de la sala dejándolo totalmente solo con sus reflexiones y el piano.

Más tarde fui a hablar con la profesora que llevaba danza para que supiera que no podría ir a sus cases debido al encargo del profesor de orquesta. Ella me dijo que no había problema, que debía encargarme de mis clases antes que de cualquier otra cosa por lo que me dio carta blanca para no ir a baile.

LA MÚSICA UNE ALMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora