Capítulo 23

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Capítulo 23

Al cabo de unos minutos tuve que pararme y retomar aire, mi pierna seguía molestando levemente y necesitaba descansar cada equis kilómetros para poder continuar. Solo quedaban unas horas de sol y seguía sin encontrar un sitio seguro para pasar la noche, no quería volver a un edificio por si intentaban quemarme de nuevo o encontrarme con su refugio. Miré los árboles y mostré una ligera sonrisa, esta era la única solución que me encontraba para poder sobrevivir esa noche. Até con más fuerza la mochila a mi cintura y comencé a subir con lentitud hacia el árbol, al llegar a una zona alta me acomodé en una de las ramas y me ate alrededor del tronco para evitar caerme por la noche. La noche iba cayendo poco a poco y el frio iba entrando sobre mi piel. Lo único que tenía para protegerme era mi chaqueta impermeable pues la camiseta de tirantes solo me cubría la parte de arriba y el saco de dormir lo había perdido en el incendio de mi casa. Empecé a temblar presa del frio, me hice un ovillo esperando encontrar algo más de calor, pero no encontré mejora alguna. Quería bajarme del árbol y encender una pequeña fogata para entrar a calor, pero era una idea estúpida y el querer encontrar otro refugio aun mayor pues era de noche. Cerré los ojos y coloqué mi cabeza entre mis piernas para intentar encontrar algo de calor. Mi estado fue mejorando poco a poco hasta que me quedé dormida.

Cuando abrí los ojos descubrí que ya era de día, la vista seguía siendo la misma, pero ahora podía saber con claridad donde me hallaba. Estaba casi en el centro de la arena, a unos kilómetros podía ver mi antiguo refugio calcinado, también una pequeña laguna y el resto de edificios abandonados y de árboles. Levanté la vista y mire hacia el cielo, cerré los ojos y deje que el tiempo pasara. Sabía que nadie podría verme en ese sitio por lo que aproveche para dejar pasar el tiempo y que se atacaran entre ellos, no quería dar un paso en falso ni llenarme de sangre las manos. Las horas fueron pasando poco a poco hasta que mi cuerpo me pidió no solo estirar las piernas sino beber agua. Baje con cuidado del árbol y miré hacia el alrededor, todo estaba en silencio. Un silencio con el que ya me había acostumbrando poco a poco. Mis pasos intentaron volver a la laguna para tomar algo de agua, pero mis movimientos se detuvieron al ir escuchando varias ramas partirse.

Me quedé parada durante unos minutos esperando reconocer ese ruido y clasificarlo, pero no lo encontraba. Escuché un gruñido feroz y me quedé paralizada durante unos segundos mientras que mi corazón comenzaba a latir con fuerza. Ni me molesté en coger mi cuchillo, salí corriendo a través del bosque mientras que intentaba pensar en donde ir para ponerme a salvo. Este era mi primer encuentro con un muto. Una mutación creada por los hombres del Capitolio. Gire la cabeza para saber si seguía siguiéndome o no. Era una especie de lobo enorme, no iba corriendo como un animal corriente sino que iba dando saltos y aterrizando sobre sus patas traseras. Tenía, además, una gran dentadura. La imagen de sus dientes desgarrando mi piel provocaron que corriera con más intensidad, olvidando casi totalmente la herida en mi pierna. Mi única opción de sobrevivir era que esa mutación no supiera nadar y poder salvarme al introducirme en el lago. Al verlo, una pequeña sonrisa apareció en mi rostro pues era la única manera que tenia de sobrevivir. Noté el agua en mis piernas e intenté que la pesadez que provocaba estar en el agua desapareciera para llegar a la zona más profunda del rio. Me giré para ver como el muto solo se introducía unos pasos en el lago y luego se alejaba, afortunadamente no sabía nadar y eso me acababa de salvar la vida. En verdad, me había salvado la vida Katniss pues ella me había enseñado a nadar en el lago en uno de mis cumpleaños junto con la ayuda de Gale.

Regresé a la orilla y me acomodé en una roca para quitarme la mochila y comprobar el estado de mis provisiones. Había perdido las dos cerrillas que me había entregado Zeta, así como la linterna. Tiré las cosas al lago para que nadie supiera que había estado allí y tomé un poco de agua del lago. Agarré varias ramas e intenté crear varias trampas para poder alimentarme, estaba muerta de hambre y tenía que conseguir comida. Debía de dejar de reserva la última lata de comida, era la única que me quedaba y aún quedaban tiempo para terminar los juegos. Me quede inmóvil apoyada en un árbol durante varias horas, esperando a que cualquier animal quedara atrapado, pero nada. Volví acercarme al lago y arranque un par de algas y llevármelas a la boca, no iban a producirme ningún daño, pero tampoco iban a ser un alimento que saciara mi hambre en su totalidad. Al terminar me levanté y comencé a andar entre los edificios. Escuche el grito de una voz masculina y saqué mi cuchillo para prepararme para el eminente ataque, cerré los ojos e intente buscar la procedencia de la voz. El tono de voz me sonaba extremadamente familiar, pero no podía ser Kentin. Continúe andando hasta que volví a escuchar el grito de esa misma persona.

Los juegos del Hambre: El Sinsajo PlateadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora