Capítulo 2

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Capitulo dos:
Mía se sobresaltó cuando vio que Dylan volvió a entrar al aula. Había pasado un rato largo desde que él decidió dejarlos a solas con el proyecto. Ella se sintió bien, y pensó que volvería a ayudarlos. Suspiró para sí: con más manos que trabajen todo se haría más rápido, pero se confundía.

No pudo dejar de observarlo mientras que él los miraba extrañado.
– ¿Te olvidaste algo?- preguntó Juampa, irónico, que estaba empezando con la terraza.
– Banca, es en serio esta- dijo alarmado Dylan.
– ¡Volviste para ayudarnos! ¡Qué bien! ¡Ahora no nos van a reprobar!
Juampa tenía ganas de golpear a Dylan, ya que Paula estaba bastante feliz porque él había vuelto. Pero ella no estaba feliz por eso, solo quería sacarse de nueve para arriba y creía que Dylan servía, al menos, para sacarse a Florencia de encima.
Mía no dijo nada. Hablaba poco y hacía mucho.
– ¿Qué ayudar ni que ayudar? Es otra cosa...
– ¿Y entonces?¿para qué volviste?- preguntó Mía.
– Es que no hay nadie más que nosotros. Fui a pedirle al coordinador que me habilite la puerta con los de seguridad, y no estaba.
– Por ahí está en otro lado.
– No, me la pase buscándolo.
– ¿Y por qué no fuiste con los de seguridad directamente?
A Mía le molestaba excesivamente la gente lenta de decisión. Ella siempre decidía de manera rápida y de forma perfecta. Desde qué remera comprar hasta a qué secundaria ir.
– ¿Entonces?- insistió Mía
– ¿Entonces qué?- preguntó Dylan.
– ¿Qué querés?
– Que alguien me acompañe a buscarlos, así al menos somos dos. ¿Juanchi vos venís?
– No voy con nenas que tienen miedo a perderse en la escuela. Ah, y no se te ocurra volver a decime Juanchi. Para vos, Juampa.
Dylan se contenía para no partirle la maqueta en la cara. Pero después de todo, era también su maqueta. Por mucho que no pareciera a él le importaba muchísimo la nota de este trabajo.
– Bueno, si queres yo voy. Pero volvemos rápido para terminarlo. Nos debe quedar poco tiempo.
Dylan aceptó a regañadientes. No le molestaba ir con Mía, pero no soportaba que la chica derroche perfección cada cero punto un segundo. Todo lo que hacía estaba bien, pero en cambio, cada cosa que hacía él era un desastre, o al menos eran vistos de esa forma.

Se levantó de la silla, acomodó su short de jean, y siguió los pasos de Dylan.

Él la miraba desde la puerta y no podía comprenderla.
–¿Vamos?- preguntó con su voz dulce, la cual no era ni muy aguda ni muy grave.
Dylan volvió de sus pensamientos, agitando su cabeza. Asintió.

– Bueno, ¿Juampa terminaste con la terraza?- dijo Paula, dejando a Juan Pablo con una mirada de bobo hacía ella, lo había llamado por su nombre.
– ¿Eh?
– Te preguntaba si terminaste de hacer la terraza.
– Ah, falta poco. Un toque más y listo.
Mientras, Mía se dejaba guiar por Dylan. Él hablaba estupideces y ella pretendía escucharlo, fingiendo cara de asombro.
– Y ese fue mi viaje a las Vegas. ¿Vos qué lugares conoces?
– Mira, te contaría pero es más importante encontrar a Leandro y que nos contacte a los de seguridad. No debe ser muy tarde.
– Cuando yo salí no quedaba casi nadie. Había un grupito de nerds ahí leyendo en el segundo piso pero nada.
Mía alzó las cejas. No le gustaba el término 'nerd'.
– Ay bueno, no te ofendas- trató de defenderse Dylan, que se había dado cuenta de lo dicho.
– No me ofendo. Solo que...- se interrumpió a ella misma- ¿qué hora es?
– Ay no sé, me quedé sin batería.
Hizo una mueca.
– Es que, no hay nadie. Ni en nuestro piso, ni en el segundo.
– Acho.
– ¿Acho?¿Qué?
– Ya fue. Eso. Subamos y le decimos a los chicos que nos vamos y listo. Total, los tipos de seguridad siempre están en la puerta cuidando.
– ¿No queres seguir buscando mejor?
– ¿Para qué? Si nos vamos en cinco minutos.

Flor terminaba de pegar los palitos para formar la reja del jardín.
– Se están tardando mucho, ¿no?
– Seguro Mía se quedó sola y Dylan se fue- agregó Juan.
– ¿Te preocupa?- expresó Paula.
– ¿Celosa?- por primera vez Florencia decía algo relativamente certero.
Paula se había puesto toda colorada, quería disimularlo, pero no sabía qué decir. Nunca había odiado tanto a Flor.
A Juan le gustaba que su Paula esté celosa, al menos eso demostraba que no quería que él mire a otra chica.
– La verdad que sí me preocupa. Dylan es capaz de dejar a Mia sola en la calle y pobrecita, vive lejos.
Paula se mordía el interior de la mejilla, y ardía de rabia. Juampa disfrutaba del momento.
– Igual sabe volver sola a la casa.
– Me parece que voy a ir a buscarla.
– No, vos te quedas acá. Yo le mando un mensaje. Seguro no te tiene agendado y a mí sí.
– Si, me tiene agendado. Ya estuvimos hablando.
– ¿Ah sí? Mira qué bien.
Paula levantó las cejas.
– ¿Esta bien si pinto esto?- Flor quería aprovechar el momento, para que le den la autorización de pintar, pero no lo logró.
– ¡NO!- expresaron al unísono Juampa y Paula.
Para algo se ponían de acuerdo por lo menos.

Mia y Dylan seguían caminando por el pasillo. El chico ya no hablaba, se había dado cuenta que a Mia no le importaba nada de lo que decía. Pero él no se daba cuenta de que a ella si le interesaba, solo que le preocupaba la situación . Seguían caminando, recorrían todo el piso y bajaban. Más escaleras, más pasos, más silencio. Nadie por aca, nadie por allá. El miedo comenzaba a invadir a Mía, y como si fuese poco también a Dylan.
– Es increible, nunca vi tan vacía la escuela- exclamó él, mientras que la chica afirmó con la cabeza.
Ella sí había visto la escuela así, por ahí no tan vacía. Uno de los tantos días en los que se quedaba a estudiar en la escuela para no tener que escuchar gritos en su casa.

En definitiva la escuela era gigante, debía haber alguien en alguno de los dos edificios. Salieron del que ellos estaban, ya habían recorrido los cinco pisos y la planta baja. Fueron hasta la puerta de este, pero al no ser la principal puerta de salida no había gente de seguridad. Cruzaron el patio, y en ese momento pasó algo más raro. Algo que creó terror tanto en Dylan como en Mía. Pero no solo a ellos sino también a Flor, a Paula, y a Juampa.

Un frío gélido reptó por la espalda de los chicos. La desesperación crecía segundo a segundo. De pronto la oscuridad inundó cada pasillo, cada aula, cada rincón, dejando a su paso puras sombras...

La Clave de La Amistad: Tiempo #nikéawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora