Capítulo 4

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Capítulo 4

– ¡Dylan! ¿No se dan cuenta que la violencia lo único que crea es más violencia?- por un segundo el silencio se podía apreciar- Tenemos un objetivo en común: salir de acá. ¿Y saben la única forma que tenemos de poder salir? Uniéndonos.
Si no hubiesen estado encerrados, el comentario maligno de Dylan no hubiera tardado en llegar, pero en este caso todos callaron.

–Tenemos que encontrar la manera de salir, se imaginan estar encerrados acá hasta el lunes- dijo Paula comenzando a angustiarse- Nos van a sancionar- pensar en eso creó lágrimas en sus ojos que empezaban a caer.
En ese simple momento, todos se hallaban angustiados, pensando en alguna forma de salir.
– Chicos si pensamos rápido por ahí podemos salir. Pau todo se va a resolver- en ese momento Juampa se hallaba más preocupado por las lágrimas de Paula que por otra cosa.
– ¿Podemos llamar a alguien que nos abra?- preguntó Flor.
– Sabes que justo eso no se me había ocurrido- dijo irónicamente Dylan.
– El tema es a quién- replicó la rubia.
– Pero qué inteligente que sos, no se me había ocurrido eso-  dijo nuevamente sarcástico el chico de campera española.
– ¡Basta! ¿Chicos nos podemos poner de acuerdo?
– Mía esto así no se puede. Claro, mágicamente vamos a salir si ideamos un plan.
– Si siguen discutiendo vamos a salir el año que viene entonces. Solo hay que pensar. Y ya que tan mágico te crees vos, ayuda en vez de arruinar todo, Dylan- Mía estaba empezando a desesperarse, y Dylan le transmitía más nervios.
Él estaba plasmado con la respuesta de la chica, no tenía la menor idea de que ella podía enojarse y mucho, cuando quería.

'El tiempo se acaba, acordate que el tiempo no frena, nunca' recordó entonces las palabras de su madre Paula y se levantó decidida a intentar, al menos, salir.
– Dejemos de hablar, hagamos algo- los cuatro la miraron incrédulos- dejen de mirarme raro, ¿Quieren salir o no? 
– Vamos a separarnos en grupos, en dos, vamos a ir cada uno a cada puerta.
– Yo quiero ir a la central, es la que está más cerca- dijo la rubia.
Ahora todos querían ir a la otra puerta.
– Vamos a necesitar separar los celulares que quedan, porque el mío ya no prende gracias a alguien- explicó Juampa de una manera no muy agradable, mirando a Dylan de soslayo.

Dylan inmediatamente decidió que no quería ir con Juampa a la "misión" de Paula. Tampoco con Flor. Esa chica rubia con la voz chillona y pañuelo hindú, representaba más problemas que quedarse encerrados. Ni tampoco con Paula, era exasperante con el tema de las sanciones. 'No debe ser tan malo ir con Mía' pensó.

De todas formas, Mía también se negaba a ir con Flor. Y con Juampa. Y con Paula. No le gustaba verla llorar. 'Debe ser mentira que solo queda Dylan. Se cree perfecto el tipo' hilaba ideas en su mente, siempre lo hacía. 'Mejor voy sola. Si es que salimos de acá va a ser gracias a mí'. Sonaba demasiado egoísta para ser un pensamiento propio de ella, pero el momento que estaba viviendo creaba demasiadas excusas como para ser egocéntrica y pensar solo en sí misma.
– Yo voy sola- expresó, entonces.
– No podes ir sola, yo... yo voy con vos.- dijo Dylan, todos se sorprendieron- Al menos que haya otra opción.
Las mejillas de Mía empezaban a arder, aunque sea un poquito.
– Antes que ir con vos prefiero pegarme un tiro. Así que sí, anda con ella.
– ¡Juampa! ¡No digas eso, es horrible!
– Vos sos horrible- dijo de forma agresiva Dylan a Florencia.
– ¡Eu! Dejen de decir cosas feas. ¿Pueden al menos retener un poco lo que piensan?- Mía respiró profundamente para no tener que rebajarse a insultar como lo hacían los demás.
Nuevamente Mía lograba ese silencio tan difícil de crear.

– Esperen. Antes de que hagan cualquier cosa, está todo oscuro...- susurró Paula. Estaba recobrando la valentía que el miedo le había arrebatado.
– Yo se que nos puede servir, pásenme un celular. Necesito un poco de luz.Yo ya vengo- dijo Juampa, que se retiró de aquel piso con el celular de Mía.
– ¿A dónde se habrá ido?
– Che, el encierro te está cambiando Dylan.

Habían pasado simples minutos, cuando llegó Juampa agotado de subir escaleras, pero con lo más importante en la mano. Traía tres linternas, un poco viejas, pero servían. Era peligroso bajar las escaleras y encima no se veía nada.
– ¿De dónde sacaste esto?
– Secretos que no voy a revelar rubia- Flor se ruborizó, le había puesto un sobrenombre.
– Seguro te adelantaste el curso de tecnología y electrónica que da la escuela. No hay mucho mérito en eso- arremetió Mía, haciéndole una broma.
A pesar de que no se veía nada, Dylan elevó las cejas. Ese era un comentario típico de él. Si ella iba a hacer chistes, al menos tendrían que ver con él, y no con Juampa. Le molestaba, y aunque no quería aceptarlo, la forma de la que lo había dicho, era graciosa. Por lo que no pudo evitar largar una carcajada. Los ojos de Mía brillaron, nunca pensó que Dylan se reiría de lo que se le ocurría.
– Es que me encanta esto de los circuitos... - sonrió, mientras recordaba como su papá arreglaba con tanto esfuerzo las cosas que le traían a la casa, para ganar un poco mas de plata.

– Bueno, genial, ahora no tendremos que gastar la batería de los pocos celulares que quedan. ¿Pau el tuyo esta en tu mochila? Traélo para llamarnos cualquier cosa.
– Hablando de eso... Me lo olvide en el auto a la mañana. De todas formas... Acá no hay señal. Viste que recién intentamos y no pasó nada.
– ¿Venís en auto? Te envidio- dijo Juampa que no le había prestado atención a lo dicho por la chica, pero creó unas cuantas risas.
– Entonces tenemos dos celulares sanos y salvos. Nos debemos separar en dos grupos. Dylan viene conmigo como había dicho él- palabras que Mía nunca se olvidaría- y por el otro lado ustedes tres.
– Nosotros vamos por la puerta de este edificio y ustedes por las del uno.
–¿Pero qué vamos a hacer?- preguntóFlor.
– Buen punto, yo tampoco se que vamos hacer.
– Principalmente si podemos encontrar la forma de que vuelva la luz , para poder entrar en las compus para buscar algún número o algo- hasta Mía se sorprendió con la respuesta de su amiga.
– Pongamos un límite de tiempo.
– Son las 20:00- dijo Florencia fijándose en su celular, un modelo bastante anticuado se podría decir.
– ¿Hasta las 20:30? - pregunto Mía.
– Dale, nos encontramos acá a las 20:30.

En ese momento, se separaron para siempre y nunca más volvieron a verse. ¿Me creyeron? Pues sí que son inteligentes, porque claramente se volverían a encontrar, pero el asunto sería cuando.
– Hasta las 20:30 será- se despidió Flor.
Gracias Florencia por sacar el suspenso, haré que te pasen cosas malas ahora. Era solo un chiste... O no.

La Clave de La Amistad: Tiempo #nikéawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora