¿Qué demonios?

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Suspiré un vez más mientras veía mi reloj. Últimamente se me iba la vida en suspiros. Ya eran las dos de la madrugada y todo estaba tranquilo. Realmente tranquilo, no parecía un domingo de madrugada o sábado a la noche. El hospital tenía pocos pacientes en comparación con una noche normal y yo estaba libre por el momento.

Salí en busca de Rosie. Rosie era una gran enfermera pero era una mejor mujer, rondaba sus cincuenta años pero aún así se la veía joven y llena de vida. Ella era mi mejor ejemplo, siempre trataba a todos con cariño y velaba por el bienestar y la comodidad tanto de pacientes como del personal y si quería hacer lo que quería hacer, primero tenía que preguntárselo a ella.

Cuando la encontré, tomaba su café que era sin cafeína, en el consultorio de odontología que para esta hora siempre estaba vacío.

-Hotch, sabía que ya ibas a venir a buscarme- me dijo con una sonrisa dulce- ni siquiera lo tenés que preguntar, ya te estaba guardando el lugar-. Sonreí agradecida.

-Solo veinte minutos y si...

- Y si algo pasa te busco urgente, ya sé nena tranquila- me interrumpió- dormí un poco que tengo controlado todo y que te dije de tantas horas seguidas ¿ah? Vos no le haces caso a nadie-. Me acusó mientras negaba con la cabeza de manera reprobatoria.

- La Doctora Cole necesitaba este favor, era algo urgente y sólo quedan 4 horas más- le dije mientras me acostaba en la camilla y empezaba a cerrar los ojos.

- Eli me va a escuchar. Veintiocho horas seguidas, es mucho tiempo, podría haberselo pedido a cualquier otro...

Y me dormí completamente.

...

Me desperté asustada, sentía que había dormido por horas. Baje de la camilla de un salto y mire mi reloj, eran las 2:45 am, me había pasado de mi tiempo, tendría que reclamarle a Rosie por no haberme despertado.

El pasillo estaba abarrotado, no había nadie que se encontrara quiero sin hacer nada. Todo el mundo caminaba apresurado y se escuchaba el murmullo y gritos de una guardia normal de fin de semana. Todo había cambiado en unos minutos, ahora el sitio estaba como siempre, lleno de adolescentes alcoholizados, rockys de bar y suficientes accidentes en moto o auto que tenían al equipo sin descanso.

Llegué a la sala de espera, estaba llena de personas, incluso algunas estaban sentadas en el suelo. Esto era lo normal aquí durante el fin de semana, había sido sumamente ingenuo de mi parte pensar que tal vez la gente había tomado conciencia de los peligros del alcohol, la velocidad o la falta de cascos o de cinturones de seguridad. De repente vi a Rosie a lo lejos y me acerqué.

- ¿Qué sucede nena? Todavía no pasaron los veinte minutos-. Volteé los ojos y la miré, seguro tenía intención de hacerme dormir un par de horas, agradecía el gesto pero sería totalmente irresponsable de mi parte.

- Si, seguro- comenté sarcástica y en voz baja agregué - Rose, no podés dejarme durmiendo nunca y menos cuando la sala está así de concurrida. Está mal y es una irresponsabilidad de mi parte.

- Nena, irresponsable es tener a un profesional trabajando en la guardia, donde está la diferencia entre la vida y la muerte, sin dormir por más de un día entero-. Bueno, ella tenía un punto, pero de todas formas era algo que nosotros no podíamos controlar. Los turnos aquí siempre habían sido así, te acostumbras o te largas al horario diurno o al consultorio privado.

Tomé de sus manos la lista de pacientes en espera cuando las puertas se abrieron de golpe. Todos nos giramos y un hombre de traje negro entraba manchando de sangre el suelo para luego caer estrepitosamente. La entrada había sido dramática, más aún por la sangre que manchaba el impoluto suelo. Salí corriendo en su dirección ante la exclamación general.

¡No puede ser cierto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora