Prólogo

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2012.

—Tranquila, Himari—había escuchado decir a su hermano, por lo que dirigió toda su atención hacía él—, el primer día no es tan malo como parece.

Ella enarcó una ceja.

—¿no? —pronunció con desagrado—, no te imaginas la bienvenida que me dieron las niñas de mi anterior colegio, Gen. ¡Y eso que se supone que adoran a Dios! ¿Qué no se supone que él enseña a amar al prójimo y no a molestarlo?

Genzo abrió mucho los ojos.

—¿Por qué no me dijiste eso? —refutó, enarcando muy graciosamente el ceño—. Pude decirles a nuestros padres y que ellos se encarguen.

La menor negó.

—Kaydee me dijo como resolverlo—vio negar a su hermano con reprobación. Sabía que su hermana mayor no siempre tenía muy buenos métodos—. Y por eso acabé aquí en la misma escuela que tú ¿no es maravilloso?

—Si tú lo dices.

El resto del trayecto Himari se la pasó escuchando hablar a Genzo acerca del equipo de fútbol de su colegio, también mencionaba en ocasiones a compañeros de clase que le habían resultado interesantes cuando los vio jugar en uno de los recesos y, sobre todo, lucía verdaderamente asombrado e intrigado a partes iguales cuando comentó que una chica había logrado entrar al equipo de la escuela pública de Nankatsu.

La verdad es que no lo creía posible, pero quien sí era ella. Por lo que Himari se había propuesto seguir ese ejemplo y lograr formar parte de la escuadra del Shutetsu, después de todo, incluso su hermano le había dicho que no jugaba tan mal cuando entrenaban juntos.

Cuando llegaron a su destino y bajaron del automóvil, ambos caminaron a la par del otro para entrar al colegio. Muchos observaban a los hermanos con curiosidad, pues bien era sabido quienes eran sus padres y lo importantes que eran en la ciudad.

Los ojos de Himari se pasearon por cada rincón de las instalaciones, no obstante, si algo captó su atención fue el pequeño partido improvisado que parecían tener unos niños a unos cuantos metros de donde ella se encontraba. Sus ojos seguían el curso del balón, percatándose primero de que este estaba en el poder de un niño de cabello negro cuyos dientes sobresalían de una manera bastante peculiar, antes de que le enviara el esférico a un niño corporalmente más grande que todos los que allí se encontraban.

Himari no sabía cuanto tiempo llevaban jugando juntos, pero sí sabía que el suficiente para complementar sus pases con otros dos niños, uno de rulos castaños y otro de cabello negro largo hasta sus hombros. ¡No podía creer que nadie pudiera quitarles el balón! Claro, hasta que este voló al chocar con uno de los postes cuando el niño de cabello largo quiso tirar a portería y se impactó directamente en su rostro, lo que captó por completo la atención de su hermano quien, con lo que parecían ser llamas en los ojos, buscaba al responsable de la cara enrojecida de su hermanita.

—Himari—la llamó rápidamente— ¿estás bien?

La pobre se encontraba sobándose las mejillas, con un gesto de dolor implícito en sus ojos.

—Ahora te lanzo un balón a la cara para ver si estás bien, Gen—masculló. Lo cierto era que ella no era tan fácil de irritar, pero el hecho de haber recibido un balonazo tampoco ayudaba—. Claro que no, me duele.

Justo cuando Genzo iba a preguntar entre gritos quien había sido el que estaba detrás de tal disparo mal efectuado, los cuatro chicos que había visto anteriormente se habían acercado corriendo hasta donde ambos se encontraban.

—¿estás bien? —ese fue el niño de rulos—. Mi amigo no quiso pegarte a propósito.

—¡Sí! —concordó el niño que le recordaba a un tierno conejito—. No calculó bien su disparo y por eso dio directo al poste.

—No te enojes con él—pidió el niño más grande—, fue un accidente—posteriormente codeó al chico de cabello largo—. Izawa, di algo.

Las amatistas de Himari viajaron directamente hasta los ojos de su hermano, preguntándole con la mirada si conocía a estos niños y, por como los estaba observando, podía deducir que sí.

—¿tan malo eres como para no poder calcular el tiro a portería, Izawa? —masculló Wakabayashi—. Qué vergüenza.

—Capitán—exclamó el aludido con rapidez—, no fue mi culpa. Prometo que mi próximo tiro irá directo a la red.

—La verdad es que lo dudo mucho.

La pelinegra no se dio cuenta de las palabras que dejaron sus labios hasta que escuchó la carcajada de su hermano resonar en el pequeño silencio que se había formado cuando los cuatro niños la vieron como si no creyeran lo que acababa de decir. Sin embargo, Genzo recuperó la compostura y enseguida les ordenó dar treinta vueltas alrededor del campo. Refutaron demasiado, pero al final terminaron acatando la orden, después de todo, no había nadie quien pudiera ir en contra de Genzo Wakabayashi.

Himari nunca hubiera creído que ese día había sido el inicio de una buena amistad con los chicos del Shutetsu, sobre todo con Mamoru Izawa, quien había sido el que le había dado el balonazo.

Pero todo inicio tenía un final, y ese final venía de la mano con el Torneo Nacional.

Torneo Nacional que, sí o sí, tenían que ganar para que, cuando ella abordara ese avión, lo hiciera sin arrepentimientos.

Aun cuando iba a dejar a sus amigas y todo lo que conocía atrás.


🌻

¡Holaaa! ¿cómo están? Lo cierto es que no me pude resistir a comenzar la precuela:') espero que les guste<3

Siento que Himari es una nueva perspectiva que tendremos de Grett y de cómo es que llegó a ser conocida como la Sakkãpurinsesu, de cómo conoció a sus amigas, cómo fue su amistad con Mamoru hasta el inicio de su relación y de cómo es que llegó a los hechos del primer libro.

Me gustaría saber que expectativas tienen con la historia, o si hay algo que esperan a saber que en el primer libro solo se mencionó jeje

Aclaro que comenzaré a actualizar una vez termine Sakkãpurinsesu, así que ténganme tantita paciencia, por mientras guarden este libro en sus bibliotecas para estar pendientes de cuando suba el primer capítulo<3

¡Los amo! Nos leemos pronto.

Grett-chan fuera.


Himari ↳ Captain Tsubasa [MRS #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora