Capítulo 8: Himari

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—Himari Wakabayashi—corrigió la pelinegra con una sonrisa que destilaba tintes de suficiencia pintada en sus labios—. Ese es mi nombre.

La sonrisa que el castaño le había regalado en ningún momento flaqueó, al contrario, Himari incluso pudo notar como se ensanchaba aún más.

Y eso se le hacía extraño.

Himari—repitió con calma, como si separara sílaba a sílaba—, significa girasol ¿no es así?

Una ceja oscura se elevó, cuestionando, con ese gesto, la propia pregunta que había dejado los labios del chico mientras asentía.

—Así es—musitó dejando caer sus deportivos contra el pasto—. Tu eres Misugi, ¿correcto?

Jun Misugi—el capitán del Musashi recalcó su nombre, mientras sus avellanas se desviaron a la pelinegra, quien había hecho ademán de agacharse para intentar ponerse los zapatos, por lo que rápidamente dijo—: Déjame ayudarte.

Himari negó.

—No es necesario.

Pero aquella respuesta al castaño no pareció bastarle, porque en cuestión de un parpadeo su mano había ido directo a uno de los brazos de la pelinegra con el fin de mantenerla de pie. Himari no dejaba de mirarlo como la persona más extraña y confianzuda del mundo, y verdaderamente estaba luchando contra el impulso de ponerle mala cara, sobre todo porque el capitán del Musashi se le hacia una persona demasiado amable y no quería dejar una mala impresión en él.

Sin embargo, eso no fue suficiente como para que mínimo no le enarcara una ceja.

—¿Qué estas haciendo? —masculló Himari, viendo como el castaño soltó su brazo para agacharse y tomar uno de sus deportivos—. Puedo hacerlo sola.

—Pero, en este momento, no lo estás—las palabras dejaron los labios del castaño al mismo tiempo que le extendía el deportivo a Himari para que se lo pusiera, una de sus rodillas estaba sobre el pasto, sosteniendo gran parte de su peso—. Sujétate de mí para que no pierdas el equilibrio.

—Muchas confiancitas ¿eh, Misugi?

A pesar del comentario sarcástico de la menor de los Wakabayashi, ella le hizo caso y sujetó uno de sus hombros a la vez que introducía su pie en el deportivo blanco. Una leve risa, proveniente del chico arrodillado frente a ella, logró hacer que su piel se erizara de una manera inusual, no obstante, sacudió la cabeza y se centró en dejar que el mayor la ayudara con el deportivo faltante.

Las amatistas vieron como Misugi ataba con dedicación sus agujetas, cruzando las mismas hasta lograr un moño perfecto para, finalmente, ponerse de pie y sacudir el polvo invisible en sus rodillas.

—Me es inevitable—confesó con un ligero encogimiento de hombros—. ¿te diriges al hotel?

La pelinegra asintió.

—Tú vienes de allí, ¿no?

—Pero ya voy de regreso, si no tienes inconveniente podemos irnos juntos.

Himari enarcó una ceja y en sus labios bailó una sonrisa divertida, sonrisa que terminó siendo imitada por el chico frente a ella cuando la menor se encogió de hombros, respondiéndole un «Como gustes».

Iban en completo silencio, uno a la par del otro. Por su parte, Himari pudo observar como Misugi tenía las manos dentro de los bolsillos delanteros del mono grisáceo que portaba, así como que por momentos sus avellanas se desviaban a su persona y, cuando estas se encontraban, quien terminaba desviando la mirada era él, cosa que a la chica le daba cierta gracia.

Himari ↳ Captain Tsubasa [MRS #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora