Capítulo 4: Matcha

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Himari se acomodó el vestido una vez más cuando se vio al espejo, antes de imitar la acción con sus rizos que hoy parecían no estar teniendo un buen día, por lo que se podían apreciar sin forma aparente.

¿sería buena idea alaciar su cabello?

Soltó un suspiro y caminó de vuelta a su closet.

¿Por qué estaba ridículamente nerviosa? Tan solo iba a llevarle su postre favorito a Izawa, como siempre lo hacía cuando el chico la ayudaba con algo.

Y esta vez la había acompañado en sus entrenamientos, lo cual ayudó a que pasara la prueba para el equipo de las nacionales.

La pelinegra soltó un suspiro cuando dejó varios vestidos sobre su cama, de diferentes colores y estilos, indecisa sobre cual ponerse, descartándolos uno por uno hasta llegar con uno de color blanco con estampado veraniego en tonos verdes. Optó por ese al quedarse sin opciones, decidiendo acompañarlo con un pequeño bolso también blanco.

Una vez estuvo lista, salió de su habitación, no sin antes darle un último vistazo a la rosa marchita que adornaba su escritorio, y comenzó a bajar las escaleras con dirección a la cocina en busca del postre que había pedido que le prepararan para Mamoru.

—¿A dónde vas, Himari? —escuchó preguntar a su hermano a penas puso un pie en el lobby—. ¿y para quien es eso que traes en manos?

Sí, Genzo se percató del táper que Himari había fallado en esconder a sus espaldas.

—¿acaso yo te pregunto algo cuando vas, discretamente, a la cancha pública para ver a cierta rubia jugar?

Kaydee, su hermana mayor, no pudo contener su risa.

—En tu cara—se mofó.

—Kaydee—sentenció—, eso no es gracioso.

—La verdad es que sí—contradijo la castaña—. Déjala irse, seguro que va a ver a sus amigas y tú molestándola.

Himari le dedicó una sonrisita de suficiencia a su hermano, quien la veía ofendido.

—Últimamente sale mucho—refutó Genzo—, dudo que siempre visite a sus amigas.

Si su hermano tan solo supiera...

—Sí, sí, lo que digas—Himari le restó importancia—. Volveré pronto, quedé con una amiga más tarde.

Y, antes de que Genzo—quien miraba a Himari con los ojos bien abiertos—, pudiera objetar algo, la pelinegra se escabulló lo más rápido que pudo fuera de su mansión en dirección a donde sabía que hoy se encontraría Izawa.

El parque.

Himari no había caminado más que cinco minutos, pero sentía que esas zapatillas estaban acabando con sus pobres pies. ¿Por qué había decidido vestir diferente hoy? ¡Si Izawa ya la conocía con sus miles de shorts y deportivos!

Negó con la cabeza, en un intento de alejar los pensamientos intrusivos de su mente.

—Dios mío, ¿acaso esa es Himari? —el tono sumamente sorprendido que Kisugi utilizó cuando ella estuvo lo suficientemente cerca para escucharlo la había ofendido—. Sí que haces milagros, Izawa.

Taki y Takasugi rieron al observar como las orejas del nombrado se coloreaban.

—Ni hables, ¿eh, Kisugi? —masculló la pelinegra, cruzándose de brazos aun con el recipiente en manos—. Que te he visto ponerte perfume dos veces cuando vas a rondar a la nueva manager del equipo, aquella chica castaña con rizos.

Ahora era el chico quien se había puesto colorado.

—Mejor no molesten a Himari, ¿eh, chicos? —ese había sido Izawa, quien le estaba regalando a la menor una pequeña sonrisa de boca cerrada—, que seguro les sabe algo a ustedes dos también.

Himari ↳ Captain Tsubasa [MRS #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora