Capítulo dos

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Corrí detras de la barra y saqué mi arma, deseando que Richard y sus hombres no me hayan visto.

-¡Bienvenidos! ¿Que les puedo ofrecer?.- Preguntó Jack a los recién llegados.

-Estamos buscando a una chica.- Richard sacó su placa de la FBI y una foto mia y se las mostró a Jack.- Su nombre es Rebecca Smith. ¿La conoce?

-Claro que si. ¿Pasa algo malo?

-Lo siento, señor, esa es información clasificada. ¿Sabe donde está la chica?

-Se acaba de ir hace unos diez minutos, tal vez.- Respondió el buen Jack.

-¿Está seguro de eso, señor? Por favor, diga la ver...- No podía escuchar una sola palabra más del idiota de Richard, asi que hice volar el auto que supuse era de él y cayó con las llantas para arriba. Tuve que contener un grito de victoria.-...dad. ¿¡Qué rayos?! ¡FUE ELLA, ESTOY SEGURO! ¡Está afuera!- Richard salió corriendo a su preciado auto.

Salí sigilosamente por la puerta trasera y me dirijí a mi departamento lo más rápido que mis pies podían. Llegué y agarré todas mis identificaciones falsas, más municiones y mi pequeño equipaje. Y me fui hacia el bosque.

Ya llevaba cuatro horas caminando en el bosque y todavia no llegaba a ningún lado. Calculo que es casi mediodía. No he comido nada. Busqué comida en mi mochila y lo único que encontré fue un paquete de doce galletas, un Boing de durazno y una botella de agua. Me comí tres galletas y bebí la mitad de mi jugo de durazno. Seguí con mi camino.

Después de una hora, empecé a escuchar pasos. Pasos que se acercaban a mi. Saqué mi pistola y apunté en dirección a los pasos. Del bosque aparecieron tres hombres, dos de ellos gemelos, mas o menos de mi edad, que parecía que habían ido a acampar. Al verme, los tres alzaron las manos al mismo tiempo.

-¡Hey! Tranquila.- Dijo uno de los hombres. El más atractivo, a decir verdad.- ¿Desde cuándo las mujeres hermosas deambulan en el bosque?.- ¿Hermosa? ¿Quién se creía que era éste sujeto? Le estoy apuntando con un arma y él dice comentarios estúpidos.- Perdón. Digo cosas sin sentido cuando estoy cerca de chicas preciosas.- Fruncí el ceño.

-¿Trabajan para Richard?- Dije casi gritando.

-¿Richard? ¿Qué Richard?- Dijo un gemelo.

-El agente Richard. De la FBI.

-¿Qué? Claro que no trabajamos para ese bastardo. Huimos de él. Al igual que tú, supongo.- Dijo otro gemelo.- Por favor. Baja tu arma. No te vamos a hacer nada.

-¿Por qué los persigue Richard?

-Porque tenemos habilidades especiales.- Dijo el primer hombre que habló.

-Pruébenlo.

-Si así lo deseas, preciosa. Bueno, ahorita estás pensando en si deberías creernos sobre que no trabajamos para Richard.- Era verdad.- Yo, preciosa, puedo leer mentes.

-¿Y ustedes?- Apunté a los gemelos.

-Nosotros podemos controlar la naturaleza.

-Sí. Mira.- Los dos empezaron a mover ramas de los árboles y a hacer crecer flores por doquier.- Impresionante, ¿no?- Bajé el arma.

-¿Y qué hay de ti, preciosa? ¿Qué puedes hacer tú? Debe ser algo bueno para tener a Richard persiguiendote.

-¿Quién dijo que Richard me persigue?

-Lo pensaste. Entonces que puedes hacer, preciosa?

-Muevo cosas con la mente.- Hice flotar al "Chico Preciosa".

-¡Hey! ¡BÁJAME!.- Lo hice, pero no con delicadeza.- Gracias, preciosa.- Puse lo ojos en blanco.- Pero que descorteses somos, muchachos. Mi nombre es James Lane.

-Yo soy Alex Anderson.

-Y yo Adrian Anderson.

-Rebecca Smith.

-¿Rebecca Smith? Wow. Estoy en presencia de una leyenda.-Dijo Adrian, emocionado.

-¿Leyenda? No soy una leyenda.

-Claro que sí, preciosa. Toda nuestra gente te alaba.

-¿Hay más?- Tengo que admitir que pensaba que yo era la única en el mundo. Qué egoista.

-Vaya que hay más.- Dijo Adrian.- Claro que no tenemos un cuartel como en X-men.- Reí.

-Por última vez, Adrian, no existen los X-men.- Alex parecía cansado de decirle eso a su hermano.

-¿Cómo lo sabes, eh?- Esto iba a terminar en pelea, lo presentía. Los interrumpí.

-Bueno, entonces, ¿por qué dicen que soy una leyenda?

-Ay Rebecca, Rebecca.- James hablaba como si fuera lo más obvio del mundo.- Es por la forma en la que burlas a la FBI. En especial a Richard. Es bastante admirable.

-Gracias.- Creo que me sonrojé un poquito.- Si me disculpan, caballeros, me tengo que ir.

-Ven con nosotros.- Adrian casi me suplicaba.

-Lo siento. Estoy mejor sola.- Mentí. Extrañaba mucho tener amigos.

-Vamos, preciosa. Los dos sabemos que eso no es cierto.

-James, fuera de mi cabeza.- Le ordené.

-Como quieras, preciosa.- James sonrió.

-Además, no sé a dónde van ustedes.

-Vamos a vengarnos de Richard por todo el mal que nos a hecho.- Puse cara de confusión.

-Sí sabes la razón por la que Richard nos busca, ¿verdad?

-Para matarnos.- Respondí con seguridad.

-Sí, bueno, eventualmente lo hacen. Pero antes de matarnos, experimentan con nosotros. Con nuestros dones. Para que luego fabriquen armas más poderosas y sean los reyes del mundo o algo así.- No estaba enterada de nada de lo que había dicho Alex.- ¿Y quién crees que está al mando de estos experimentos?

-Richard.- Dije con odio en mi voz.

-Exacto.

-¿Entonces vienes con nosotros, preciosa? No puedes estar huyendo toda la vida.- James tenía razón.

-Sí. Vamos a darle a Richard una probada de lo que podemos hacer.- Todos pusieron cara de felicidad ante mis palabras.

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James en multimedia

Rebecca SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora