Corrí detras de la barra y saqué mi arma, deseando que Richard y sus hombres no me hayan visto.
-¡Bienvenidos! ¿Que les puedo ofrecer?.- Preguntó Jack a los recién llegados.
-Estamos buscando a una chica.- Richard sacó su placa de la FBI y una foto mia y se las mostró a Jack.- Su nombre es Rebecca Smith. ¿La conoce?
-Claro que si. ¿Pasa algo malo?
-Lo siento, señor, esa es información clasificada. ¿Sabe donde está la chica?
-Se acaba de ir hace unos diez minutos, tal vez.- Respondió el buen Jack.
-¿Está seguro de eso, señor? Por favor, diga la ver...- No podía escuchar una sola palabra más del idiota de Richard, asi que hice volar el auto que supuse era de él y cayó con las llantas para arriba. Tuve que contener un grito de victoria.-...dad. ¿¡Qué rayos?! ¡FUE ELLA, ESTOY SEGURO! ¡Está afuera!- Richard salió corriendo a su preciado auto.
Salí sigilosamente por la puerta trasera y me dirijí a mi departamento lo más rápido que mis pies podían. Llegué y agarré todas mis identificaciones falsas, más municiones y mi pequeño equipaje. Y me fui hacia el bosque.
Ya llevaba cuatro horas caminando en el bosque y todavia no llegaba a ningún lado. Calculo que es casi mediodía. No he comido nada. Busqué comida en mi mochila y lo único que encontré fue un paquete de doce galletas, un Boing de durazno y una botella de agua. Me comí tres galletas y bebí la mitad de mi jugo de durazno. Seguí con mi camino.
Después de una hora, empecé a escuchar pasos. Pasos que se acercaban a mi. Saqué mi pistola y apunté en dirección a los pasos. Del bosque aparecieron tres hombres, dos de ellos gemelos, mas o menos de mi edad, que parecía que habían ido a acampar. Al verme, los tres alzaron las manos al mismo tiempo.
-¡Hey! Tranquila.- Dijo uno de los hombres. El más atractivo, a decir verdad.- ¿Desde cuándo las mujeres hermosas deambulan en el bosque?.- ¿Hermosa? ¿Quién se creía que era éste sujeto? Le estoy apuntando con un arma y él dice comentarios estúpidos.- Perdón. Digo cosas sin sentido cuando estoy cerca de chicas preciosas.- Fruncí el ceño.
-¿Trabajan para Richard?- Dije casi gritando.
-¿Richard? ¿Qué Richard?- Dijo un gemelo.
-El agente Richard. De la FBI.
-¿Qué? Claro que no trabajamos para ese bastardo. Huimos de él. Al igual que tú, supongo.- Dijo otro gemelo.- Por favor. Baja tu arma. No te vamos a hacer nada.
-¿Por qué los persigue Richard?
-Porque tenemos habilidades especiales.- Dijo el primer hombre que habló.
-Pruébenlo.
-Si así lo deseas, preciosa. Bueno, ahorita estás pensando en si deberías creernos sobre que no trabajamos para Richard.- Era verdad.- Yo, preciosa, puedo leer mentes.
-¿Y ustedes?- Apunté a los gemelos.
-Nosotros podemos controlar la naturaleza.
-Sí. Mira.- Los dos empezaron a mover ramas de los árboles y a hacer crecer flores por doquier.- Impresionante, ¿no?- Bajé el arma.
-¿Y qué hay de ti, preciosa? ¿Qué puedes hacer tú? Debe ser algo bueno para tener a Richard persiguiendote.
-¿Quién dijo que Richard me persigue?
-Lo pensaste. Entonces que puedes hacer, preciosa?
-Muevo cosas con la mente.- Hice flotar al "Chico Preciosa".
-¡Hey! ¡BÁJAME!.- Lo hice, pero no con delicadeza.- Gracias, preciosa.- Puse lo ojos en blanco.- Pero que descorteses somos, muchachos. Mi nombre es James Lane.
-Yo soy Alex Anderson.
-Y yo Adrian Anderson.
-Rebecca Smith.
-¿Rebecca Smith? Wow. Estoy en presencia de una leyenda.-Dijo Adrian, emocionado.
-¿Leyenda? No soy una leyenda.
-Claro que sí, preciosa. Toda nuestra gente te alaba.
-¿Hay más?- Tengo que admitir que pensaba que yo era la única en el mundo. Qué egoista.
-Vaya que hay más.- Dijo Adrian.- Claro que no tenemos un cuartel como en X-men.- Reí.
-Por última vez, Adrian, no existen los X-men.- Alex parecía cansado de decirle eso a su hermano.
-¿Cómo lo sabes, eh?- Esto iba a terminar en pelea, lo presentía. Los interrumpí.
-Bueno, entonces, ¿por qué dicen que soy una leyenda?
-Ay Rebecca, Rebecca.- James hablaba como si fuera lo más obvio del mundo.- Es por la forma en la que burlas a la FBI. En especial a Richard. Es bastante admirable.
-Gracias.- Creo que me sonrojé un poquito.- Si me disculpan, caballeros, me tengo que ir.
-Ven con nosotros.- Adrian casi me suplicaba.
-Lo siento. Estoy mejor sola.- Mentí. Extrañaba mucho tener amigos.
-Vamos, preciosa. Los dos sabemos que eso no es cierto.
-James, fuera de mi cabeza.- Le ordené.
-Como quieras, preciosa.- James sonrió.
-Además, no sé a dónde van ustedes.
-Vamos a vengarnos de Richard por todo el mal que nos a hecho.- Puse cara de confusión.
-Sí sabes la razón por la que Richard nos busca, ¿verdad?
-Para matarnos.- Respondí con seguridad.
-Sí, bueno, eventualmente lo hacen. Pero antes de matarnos, experimentan con nosotros. Con nuestros dones. Para que luego fabriquen armas más poderosas y sean los reyes del mundo o algo así.- No estaba enterada de nada de lo que había dicho Alex.- ¿Y quién crees que está al mando de estos experimentos?
-Richard.- Dije con odio en mi voz.
-Exacto.
-¿Entonces vienes con nosotros, preciosa? No puedes estar huyendo toda la vida.- James tenía razón.
-Sí. Vamos a darle a Richard una probada de lo que podemos hacer.- Todos pusieron cara de felicidad ante mis palabras.
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
James en multimedia
ESTÁS LEYENDO
Rebecca Smith
Science FictionLlevo años viviendo en secreto. Escondida entre las sombras. ¿Por qué? Fácil. Porque soy un peligro para el gobierno, ya que poseeo ciertas habilidades que, si lo deseo, pueden perjudicarlos gravemente. El gobierno me quiere muerta. Yo haré cualqui...