j a p ó n

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– Sí mamá, llevo todo –le dije como por quinta vez– No mamá, no me voy a perder –o eso esperaba al menos.

Estaba en el aeropuerto, rodeado de mi familia que no dejaba de darme consejos; no hagas esto, ten cuidado, llámanos, pide indicaciones. Wonwoo, por favor no te pierdas antes de encontrarte con Mingyu.

Sip, junto a mis maletas y mi peluche favorito me encontraba camino a Japón.

Desde que Mingyu se marchó habían pasado apenas tres meses. Tiempo bastante largo en el que lo había pasado un poco mal. Básicamente, mi única motivación para levantarme por las mañanas era hacer una videollamada y así convencerme de que él seguía para mi, a miles de kilómetros de distancia seguía siendo mío.

Escuchar su linda y emocionada voz cuando me contaba algo que le había pasado, por más insignificante que fuera, o ver cuándo se frustraba porque no podíamos estar el uno al lado del otro, todo eso me daba fuerzas para seguir.

Sin embargo, no era suficiente y los chicos lo notaron, mis padres lo notaron y estoy seguro que hasta él lo notaba porque siempre estaba recordándome cuán poco faltaba para su regreso.

Papá y mamá trabajaron extra duro para darme este regalo, cuando me lo dijeron no pude evitar llorar de la alegría, mi corazón latía con fuerza y lo único que quería era contarle, pero no lo hice sería una sorpresa y ahora, una semana después, me encuentro a punto de verlo, a solo unas horas de distancia.

La cosa estaba así, nadie en Japón sabía de mi visita. Yo tenía la dirección y debía lograr llegar. Mamá no estaba muy convencida por eso, ella prefería que los papás de Mingyu fueran por mí al aeropuerto, pero yo quería que fuera completamente una sorpresa así que le rogué bastante y aceptó con la condición de que no me demoraría más de una hora en llegar y que ella llamaría a la madre de Mingyu pasado ese tiempo para saber si yo ya estaba con ellos, en caso contrario no me dejaría viajar solo nunca más y me vendría a buscar.

Solo espero que todo salga bien.

Comenzaron a llamar a mi vuelo, era tiempo de despedirse. Todos me deseaban buen viaje, yo estaba ansioso. Pasar por policía internacional es un lío. Me incomodó un montón cuando un gigante me toqueteó entero, él no era mi gigante.

Sería un viaje corto, no dormiría, mi cabeza iba a mil por hora, pensando en él y en todo lo lindo que podríamos hacer en Japón, uno de mis lugares favoritos.

Mi asiento daba al pasillo, una lástima, quería mucho sentarme hacía la ventana. Aún no llegaba mi compañero o compañera de puesto, solo pedía que fuera alguien lo más tranquilo y callado posible, no soportaría entablar una conversación con mi estado de nervios. Pensaba en Mingyu, hoy no había recibido llamada suya y eso me daba mala espina, solo no quería darle tantas vueltas al asunto.

– ¡Mina nos separaron, qué tristeza! Sí, tres filas de distancia, me siento por allá, está ocupado, que mala suerte tendré que contarle a él la película entonces –creo que dormir no sería una mala idea ahora.

***

No pude dormir, la chica hablaba hasta por los codos, y no la detenía el verme con los ojos cerrados. Me recordó a Mingyu, solo quería verlo.

Las indicaciones eran claras, debía salir del aeropuerto, ir al metro, tomar la línea rosa, bajarme en la tercera estación, salir en dirección sur, tomar un taxi y darle un papel con la dirección escrita en japonés. Eran claras, lo que no significaba que fuera fácil.

Iba a perderme, estaba seguro de eso.

Por el momento solo me importaba no perder mis cosas y que no me vieran cara de turista, así que tomé mi maleta de ruedas, apreté mi peluche y comencé la aventura.

Cinco Sentidos ✧ MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora