Mi turno terminaba al medio día, supuse que no valía la pena quedarme allí a tentar mi paciencia. Decidí ir al centro para comprar algo de ropa y unas flores para tu encuentro.
Allí te vi, esa mata de cabello negro hasta la cintura, tus manos entrelazadas con las él; en mi mente, supuse que era demasiado rápido para sacar conclusiones, demasiado rápido para que me importase quién era él, demasiado rápido para quererte.
Las espinas de las rosas blancas que había comprado para ti comenzaban a hacerme sangrar las manos, literalmente, apreté tan fuerte su tallo que las púas empezarón a hacerme daño; exhalé un suspiro ahogado, y me fui de allí, derrotado y con el corazón envenenado, de envidia o de ira.
Tomé un taxi por arriba de la avenida real, le indiqué mi dirección. Siendo ya las dos y cuarenta minutos, le pagué al agradable señor que me había preguntado innumerables veces por las flores mitad rojas mitad blancas, y por las ampollas que me había dejado aquel episodio de ira; del que probablemente me hubiese arrepentido más tarde si no tuviese la razón.
Mi telefono sonó unos minutos después, en esos pocos minutos había roto unos cuadernos sin importancia, había deshecho las rosas pétalo por pétalo y mis manos aún seguían rojas; contesté con desaire y reconocí tu voz.
- ¡Hola! Ya estoy aquí, ¿Cuándo llegas?
Te colgué el teléfono.
Me cambié de camisa y me vendé las manos. Salí de allí con una navaja pequeña en mi bolsillo.
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A esta página le sobran palabras y a mí me faltan sentimientos.
-Dave
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La chica del café ™ -Srta-panda
DragosteSi hubieras sabido lo que pasaría luego...Tú no tenías la culpa, yo enloquecí. Ahora que no puedo hablarte cara a cara; mi única manera de explotar es contándolo todo. Me arrepiento tanto. Estaba por cerrar el café cuando entraste, llevabas una moña...