Chapter 1

319 8 1
                                    


Despierto llorando.

Esto se ha convertido en un hábito para mis ojos cada mañana.

Voy corriendo al cuarto de baño e inmediatamente caigo de rodillas frente al inodoro.

Vómito naranja mancha la porcelana y me doy cuenta de que mi cabello se ha ensuciado un poco en las puntas. Nadie está ahí conmigo para sostenerlo hacia atrás. Él solía hacerlo.

No puedo decir que mi hermano vive conmigo, aunque pasa una buena cantidad de su tiempo en nuestra antigua casa, nunca se queda a dormir.

Así que, vivo sola.

¿Vivir? Quiero reír. Soy una excusa ridícula de ser humano. No he visto a nadie tan devastada como yo en mucho tiempo. Ni siquiera a mi madre, y ella era la reina de la devastación. Supongo que a lo que me refiero es al pálpito de mi corazón y al hecho de que soy consciente de que mi pecho sube y baja cuando mis pulmones hacen su trabajo.

Tiro de la cuerda de la pila y me enjuago la boca con el agua del lavabo con cuidado de no alzar la mirada hacia mi reflejo.

No recuerdo la última vez que lo hice, pero sí recuerdo por qué ya no lo hago más.

Cuando yo dejé de hacerlo, tenía los ojos tan rojos que parecía una drogadicta. De alguna manera lo soy. La nicotina es mi compañera del día a día. Mis ojeras son de un color muy oscuro y mis labios adquirieron un tono purpúreo.

Mi cabello ondulado perdió volumen. Mis ojos grises reflejan hastío.

Pero todavía sigo siendo atractiva. Eso es lo que me dice mi hermano con una obsesión por las cosas difíciles, Marco. Supongo que mi aspecto ha mejorado gracias a él, pero aún no me interesa comprobarlo.

Mentiría si dijera que no se me ha pasado por la cabeza usar otro tipo de droga que no sea un cigarrillo, pero he descubierto que uno puede jugar con las tentaciones. Solo debes tener cuidado de que no te exploten en la cara.

Marco, generalmente viene a casa los lunes, miércoles y fines de semana, que son los días que no trabaja en la Universidad pero está a cargo de dos hemerotecas y no está desayunando, almorzando o cenando con el Alcalde, todo esto aquí en Seattle.

Hoy es martes.

Debería estar en San Diego, realizando el sueño de su vida: ser profesor en la UCSD. Enseñar a jóvenes lo endemoniada que puede ser la Física y cómo enamorar a una chica en medio de una ecuación química.

Tiene veinticuatro años y cuarenta toneladas de optimismo en su personalidad. Es apuesto y usa gafas de sol. Dice que si un joven de veintiuno usa una bata blanca y gafas de sol, se ve ridículo. Pero si ese mismo joven las usa a los veinticuatro, es completamente cool.

Dios, él ni siquiera sabe el significado de esa palabra. Usa calcetines visibles por encima de sus tenis.

No sé qué tipo de devoción le tiene al veinticuatro, pero realmente no quiero saber. Marco es mucho más mórbido que yo en muchos aspectos.

Abro la puerta mientras me llevo a la boca píldoras para el dolor de cabeza y mareo.

— ¿Qué haces aquí? Oh, espera. —vuelvo a cerrar la puerta y voy por mi celular.

Huele bien, me pregunto si tiene algo que ver con su nuevo descubrimiento: el señor, Don sexo.

Lo tomo de debajo de mi almohada y voy hacia la puerta nuevamente.

Tuesday 19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora