Chapter 2

104 1 0
                                    



—Ve a darte una ducha ¿quieres? —me dice Marco. Cuando vino a casa esta mañana tenía puesta su bata de laboratorio. Se ha duchado y ahora tiene un vaquero casero y un poco agujereado, una camiseta blanca que hace que los músculos de su pecho y abdomen no pasen tan desapercibidos. Huele a menta. Y a un baño reciente. Cuando no está en un avión, o en la Universidad, usa sus lentes.

Lo callo muy ruidosamente.

—Intento entender esta. —le digo, mirando hacia abajo a un estuche de una película de ciencia ficción.

Se acerca a mí y me la arrebata de las manos. Repentinamente quiero mi celular conmigo.

—Tienes que ver la película para entenderla. Las sinopsis suelen ser aburridas, o difíciles de entender, o las dos.

Me mira cansinamente por un momento. Luego suspira.

—Deberías considerar conseguir un trabajo. El dinero de mamá...

— ¿Dónde dejaste mi celular esta mañana? — le interrumpo. Se calla un momento, luego finge recordar.

—En el fondo del océano de desagüe, para esta hora. —dice, mirando su reloj.

Creo que tengo ánimos de hacer algo, como realmente hacer algo.

¿Quién quiere hacer tiros de arco con flecha hacia una manzana colocada en la boca de mi hermano menor?

Oh vamos, todos saldríamos ganando de cualquier manera.

— ¿Qué acabas de decir, Marco? — hago una pausa antes de mencionar su nombre. Está preparando palomitas. Se gira para responderme.

—Dije que tu maldito celular está en la jodida jungla que es tu habitación.

Eso pensé. Camino a la cocina.

— ¿Querías verme mover mi trasero? Nunca debiste decirme de mi celular. Estaba segura que hoy sería mi primera noche en la prisión.

Él se ríe.

—Bueno, si hoy fuese tu primera noche en la prisión, estaría preocupado por las reas.

Las palomitas hacen ruido al hacer contacto con la tapa.

— ¿Por qué? ¿Porque podría causarles un muy grande problema de oxidación de celdas?

Me mira mientras se pone un calcetín grueso como guante de cocina, luego vuelve su mirada a la olla.

—Porque podrías idear este tipo de crímenes en medio de una conversación casual con tu hermano menor. Dejas en ridículo el ingenio del peor criminal de la historia. Me gustaría revisar esa orden de alejamiento.

—O porque estarías demasiado muerto como para hacer algo al respecto. —se gira y nos miramos.

No sonrío a menudo. Tampoco lo estoy haciendo ahora.

Estoy riéndome. Como realmente riéndome. Tanto y tan fuerte que está empezando a dolerme el estómago. Y se siente muy bien. Muy jodidamente bien.

Marco me mira y luego de un momento cae de rodillas riéndose casi tan guturalmente como yo. Me pregunto cómo es que no piensa que estoy loca. Luego recuerdo que es Marco, Marco Daniels, mi hermano menor. Él único que realmente no le importaría si lo estuviera, jamás me miraría como un bicho raro.

Gracias a Dios por Marco Daniels.

Paro de reírme porque necesito oxígeno y porque huele mucho a quemado. Marco me observa y también huele.

Tuesday 19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora