Segunda Parte

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–Es excitante, ¿no crees? ¿Cuándo fue la última vez que tuvimos una oportunidad como esta de estar juntos, jugar, explorar y hablar hasta el amanecer? Será muy divertido. Lo tengo todo planeado.

La energía que desprende sentado a mi lado en el sofá es casi contagiosa y, sin embargo, trato de mantener una actitud indiferente con él.

—No estoy segura de si eso me hace sentir mejor o peor. —Aunque hago el comentario con ligereza, hay una gran verdad tras mis palabras.

Se da cuenta de que mis dedos han vuelto a temblar y de que la copa oscila precariamente en mi mano. Me la quita, supuestamente como medida de precaución.

—Créeme, Alex, todo irá bien. Entiendo que esta es una gran decisión para ti, pero sabes que nunca haría nada que pudiera perjudicarte y que, en el fondo, ambos esperábamos que esto sucediera desde hace años. Simplemente no habíamos tenido la oportunidad de hacerlo. Aferrémonos al momento en el que estamos ahora, como diría Eckhart Tolle.1 —Hace una pausa mientras su sonrisa le obliga a abrir un poco los labios—. Por cierto, muchas gracias por los libros, hay mucha verdad en ellos.

Pongo los ojos en blanco como muestra de incredulidad, pero no puedo evitar que una sonrisa curve las comisuras de mi boca.

Unos años atrás le regalé por Navidad los libros El poder del ahora y Una nueva tierra, ambos de Eckhart Tolle. Recuerdo haber hablado con él por teléfono, alabando exageradamente los libros y sus mensajes para transformar la vida. Supongo que me está bien empleado; tal vez sea el karma que vuelve directamente a por mí, desafiándome. Y aquí estoy, gracias a Jeremy, viviendo total y absolutamente el «ahora» durante las próximas cuarenta y ocho horas.

—Está bien. Tú ganas —concedo—. Tomemos otra copa para que pueda digerir más fácilmente mi decisión.

—Tus deseos son órdenes.

—Hmm, no estoy muy segura de eso —digo, aceptando que vuelva a rellenar mi copa. Definitivamente el champán está bajando por mi garganta con demasiada rapidez.

—Ven; deja que te enseñe el resto del ático para que te sientas

más cómoda.

Acepto su mano tendida que me levanta del sofá.

El ático es realmente impresionante. Parece como si hubiera sido remodelado recientemente en una especie de vibrante estilo retro de los ochenta, nada que ver con mi gusto, aunque ciertamente funciona bien en este ambiente. La suite principal, decorada en un estilo ultramoderno, es toda una obra maestra en sí misma. La cama, de tamaño gigante, está revestida de acero, con un cabecero increíblemente masculino, si bien sus intrincados detalles dan la sensación de un delicado tejido femenino, casi como un grueso encaje metálico. No estoy segura de si me siento aliviada o decepcionada al descubrir la existencia de un segundo dormitorio de parecida decoración. Pero ya me preocuparé por eso más tarde. Todo el conjunto parece tener una superficie mayor que la de una casa de tipo medio. Después del recorrido, nos relajamos volviendo a nuestras bromas de costumbre sobre los viejos tiempos y compartimos unas cuantas risas. Este era el encuentro que había soñado tener, de modo que finalmente mi mente se libera de las preocupaciones derivadas de mi decisión de quedarme.

Jeremy me habla de su investigación y del trabajo que ha estado haciendo con algunos foros responsables de movimientos globales e innovadores, algo que realmente parece inspirarle. Me cuenta que ha tenido la oportunidad de conocer a gente maravillosa aunque los hay que solo persiguen la gloria, la fama o el dinero y algunas veces las tres cosas. Se le ve un tanto consternado al admitir ese hecho.

—Pero es la vida que he elegido y no dejaré que nada se interponga en el camino de lo que estoy intentando conseguir. Es demasiado importante. —La determinación de su voz resulta casi aterradora. Presiento que hay algo más detrás, pero la tensión de su rostro me previene de seguir indagando y rápidamente deriva la conversación hacia mí.

Destinada a GozarWhere stories live. Discover now