La lluvia cae tratando de lavar mis pensamientos, tan enredados, que hasta parecieran marear a las gotas.
La música suena, suena alto, pero parezco ser la única que la escucha.
El viento trata de barrer mis sentimientos, tan ocultos, que parecen espantarlo.
Veo mis sueños, emociones, pensamientos, amigos, enemigos y todo lo que alguna vez soñé... Todo quemandose, todos gritan, yo grito; las llamas se apoderan de mi ser quemando cada centimetro de mi piel, mientras tanto, bailo.
Me sambullo en un profúndo océano vacío, sin señal de vida, sin final.
El océano me lleva cada vez mas hondo, no me hace falta respirar, no me hace falta nada ni nadie.
Sumergida en su paz toqué fondo. Mi cuerpo se dormía, milímetro por milímetro lenta mente, hasta quedarme completamente dormida.
Pero... Yo no estoy dormida, ¿O sí?
Tratando de pensar, noto que no tiene sentido, no recuerdo quien soy, pero... Tampoco quiero.
Una luz se acerca, la harmonía se interrumpe.
Sofocada, pero no me muevo, no tendrá sentido. La luz se acerca más y más, nada puede pararla; y en forma de ola se abalanza hacia mi.
Me arrastra y golpea contra objetos inexistentes, mi conciencia se intenta apagar pero no se lo permito. Música, desesperada golpea mis tímpanos, más fuerte de lo que la escuché jámas.
Todo parece ser un caos mientras la música suena y me rebuelco en la luz, pero no... Todo esta perfecta y jodidamente muy bien armado.
No se dónde estoy, tampoco quiero saberlo, no se quién soy ni me interesa. Me siento bajo tierra, pero creo no querer estar en otro lugar más que este.
Completamente muerta, pero más viva que núnca.
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Entre Letras Y Cafeína.
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