Siento como si todo lo que hago es en vano, como si cada paso es en falso y como si cada vez cayera más hondo.
Recuerdo claramente cuando todo esto sucedió, cuando mi alma repleta de sueños se llenó de demonios, dejando sin lugar a estos; una transición que de a poco, logró matarme.
Me enfrenté a la vida, sola, sin armas, rota y con un vacío que no se llenaba aunque estuviese riendo a carcajadas, sin refugio, sin amor.
Volví a caer, esta vez, a la realidad.
No era una nephilim, ni una vampira o el sinsajo, mucho menos el infinito, solo era yo y en este momento no encontraba nada más triste.
Abundaban en mi ser las ganas de encontrar a un conejo blanco que me guiara hacia donde no hay ocaso, la locura es una necesidad, una gran cabeza reina y los gatos desaparecen.
Pero de nuevo, solo era yo.
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Entre Letras Y Cafeína.
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