Guantes

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-Nunca me habías llevado a tu casa.- comentó Cosima mientras miraba a través de la ventanilla un bloque de pisos muy alto y moderno.

Delphine sonrió mientras aparcaba.

-No suelo traer a mucha gente. Ya sabes que siempre estoy fuera; pero tú serás la excepción.- sonrió la rubia. Puso el freno de mano y el motor se apagó. Se giró hacia la morena y se acercó para besarla. Fue un beso corto pero húmedo.

Se separaron y a las dos se le pusieron cara de tontas. Se desabrocharon el cinturón y salieron. El cimiento estaba húmedo de la lluvia y hacía frío. Del maletero cogieron el poco equipaje que habían arrastrado de la isla del Dr Moreau. Delphine empezó a andar mientras sacaba las llaves del portal. Cosima, de mientras, observaba cada detalle del edificio. Se abrió la puerta de cristal que daba paso a un ancho pasillo luminoso. A un lado, había una pared llena de buzones elegantes y una pequeña recepción que en ese momento estaba vacía. Había bastantes ascensores grandes. Delphine le dio al botón a uno de ellos.

-Qué lujoso todo desde la entrada...- añadió Cosima mientras miraba el techo. –Seguro que tu casa no será de mi estilo- sonrió mientras miraba a la rubia que esta estaba mirando su móvil. Cosima le pellizcó flojo su cadera para que esta la mirara.

-No creo- respondió Delphine con voz tranquila.

Las puertas del ascensor se abrieron de par en par. Hasta el cubículo de caoba era glamuroso. Una de las paredes estaba hecha de cristal, por lo que se podía ver el exterior. Delphine le dio al piso 10 de 20 que había. Cosima se agarró a la baranda que había en la cristalera mientras el ascensor empezaba a subir.

-Se nota que trabajas con Dyad- dijo Cosima para chinchar a la francesa.

-¿Vas a hacer estos comentarios lo que queda de día?- cuestionó Delphine mientras acorralaba a Cosima. Puso sus manos en la barandilla de modo que Cosima no podía escapar.

-Bueno, ya sabes que me gusta molestarte.- sonrió Cosima mientras miraba los labios de la otra.

-A mí también me gusta molestarte.- replicó Delphine con un tono de voz más sensual de lo normal. Se fue acercando a su boca. Una de sus piernas la puso entra las de la chica para rozarla. Empujó la pierna y se quedó a centímetros de su boca.

Cosima cogió aire al notar la pierna de la otra allí. Cerró los ojos y se acercó a sus labios para cazarlos. Se pegaron una a la otra mientras el ascensor seguía subiendo. Delphine repitió el movimiento varias veces hasta que el ascensor paró en la decena planta. Se separó de la morena y cogió sus cosas mientras le guiñaba un ojo a su chica. Cosima sacó el aire que contuvo y cogió su equipaje también. Anduvieron por un ancho pasillo donde había pocas puertas.

Delphine se paró enfrente de una de ella. Escalera C, piso 10, puerta 2. Cogió un llavero sencillo y abrió la puerta. Estaba oscuro. Delphine abrió paso a Cosima y entraron. Encendió las luces y todo se iluminó. Pequeños focos salían del techo y una hilera de luces salía de los bordes del suelo. La rayuela era blanca i brillaba mucho. Estaba muy limpia. La entrada daba al salón. Era espacioso y sencillo. Todo era una combinación de blancos, negros, beiges y grises.

La morena fue paseándose por el salón mientras lo observaba todo al detalle. Las fotos que había en las estanterías de su familia. Sabía muy poco sobre la familia de la francesa. El reloj pegado a la pared grande. La televisión grande que parecía que nunca hubiera sido usada. Las alfombras eran muy peludas. Peludas como el gatito que sintió rozándole los tobillos.

-¡Hey! ¡Hola!- Cosima sonrió alegremente mientras cogía al animal en brazos. Delphine sonrió al verlos. Se quitó el abrigo y cogió las maletas para dejarlas en un rincón. –Qué bonito eres- añadió mientras lo acariciaba. -¿Cómo se llama?- preguntó mientras buscaba a la francesa.

Pérdida y capturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora