Antoine

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-¡Pero yo no quiero comprarme un vestido para ensuciarlo con arena!- se quejó Delphine.

-Pero sí solo lo vas a usar una vez... Qué más da...- resopló Cosima mientras revolvía unos papeles que estaban encima de la mesita del café.

-El castillo es mejor... Hay interior y exterior, en cambio en la playa solo es al aire libre. ¿Y si llueve? ¿Y si hace mucho viento?

-No seas exagerada, mujer...- Cosima se quitó las gafas. Delphine le hizo una mueca para burlarse de la chica.

Las dos estaban sentadas en el sofá. Un montón de cuadernos grandes estaban esparcidos por la sala.

-¿Y qué harás con tus hermanas?

-Pues invitarlas, claro está.

-Cosima, a veces me pregunto si realmente eres inteligente.- empezó a decir la rubia. Cosima la miró con enfado. -¡Son clones! ¿Cómo se lo van a tomar los invitados al ver a 3 chicas exactamente como tú?- terminó de decir mientras sonreía.

-No me estreses- Resopló. Su cara delataba que no había caído en eso.

Delphine se levantó.

-Solo quedan cinco meses para la boda –se levantó-Céntrate. ¿Qué quieres para cenar?- fue hacia la cocina para abrir la nevera.

-Solo una ensalada, por favor. – la morena estaba mirando un catálogo de vestidos de novia. Eran todos tan estrafalarios que le repugnaban. Ella buscaba un vestido sencillo, blanco, con el que se sintiera cómoda. Todas las chicas que salían en el catálogo eran tan altas y esbeltas que Cosima tenía ganas de tirar el catálogo por la ventana.

Miraba también las tarjetas de los invitados. Las dos habían hecho una selección de las que más les gustaban. Cosima tenía que aceptar que la que más se estaba entregando en la celebración era la francesa. Eso no le importaba, pero lo que tenía claro es que ella controlaría cómo sería la fiesta después de la celebración. Alison había decidido que ella organizaría la luna de miel. Cosima y Delphine estaban intrigadas porque la chica les advirtió que se lo pasarían muy bien y no tendrían tiempo de descansar. Ni si quiera sabían a dónde las enviarían.

Cosima recogió los cuadernos de la mesa y empezó a preparar la mesa para cenar.

-Por cierto, mañana iré a casa de mis padres, me tienen una sorpresa preparada. ¿Quieres venir?- preguntó Delphine mientras salteaba verduras en la sartén.

La morena tragó saliva.

-Pero si me odian...- dijo Cosima con un tono algo despectivo.

-No te odian. Eres de la familia. Y lo vas a ser aún más después de la boda. No empecemos otra vez. Ya sabes cómo son; distantes con todos. Son muy suyos. Algo especiales. No seas paranoica.- replicó la otra mientras gesticulaba con una cuchara de madera.

-Si tú lo dices...- contestó la morena mientras cogía unos vasos. Delphine la observaba.

-Eh... -se acercó a ella. –No te odian- le dio un beso en la frente. –Al menos yo no lo hago, eso es lo que debería importarte.

A Cosima le volcó el estómago al escuchar eso. Sonrió y le dio un beso mientras se ponía de puntillas.

-Vale, vale... te acompañaré- la miró levantando una ceja. –Y sí que me odias- se fue hacia el salón.

-Sólo cuando pierdes el otro par de los calcetines- contestó mientras servía su cena en un plato y se reía.

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Pérdida y capturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora