Guiado.

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¿Entonces eres ciego de nacimiento? –Preguntó Donatello con algo de tristeza en su mirada, pero alegre al notar el entusiasmo y las ganas de vivir de este joven.

Así es señor, soy ciego de nacimiento –Contestó el joven con una naturalidad impresionante. – No conozco el mundo más allá que por el pensamiento, el tacto, el gusto y el oído. Gracias a los comentarios de los demás he podido comprender que la parte más maravillosa de este mundo es esa que me está vendada.

Tal vez, yo no lo creo así. –El viajero miro asombrado su alrededor, estaban junto a un gran agujero que simulaba un cráter de un volcán. –¿En dónde estamos?

Estamos en La Terrible, así se le llama a esta zona de la mina, estuvo mucho tiempo en explotación, pero el mineral se ha agotado y han abandonado este lugar... –Explicó el ciego– ¡Chompy, ven aquí! –Llamó a su tortuguita guía– Muy bien, mucho cuidado caballero, vamos a adentrarnos a una zona de la mina llena de laberintos.

El joven se adentró sin temor a las minas, siendo guiado por su tortuguita Chompy y por la rama que llevaba en sus manos, además de que con su otra mano tocaba las paredes, Donatello sólo lo seguía.

Es extraño... –Dijo Donatello– Me impresiona ver como alguien sin visión puede andar por estos lugares, solo y sin temor con tanta seguridad y facilidad, como si se tratase de una actividad diaria como comer y dormir.

El joven sonrió. –Es obvio, me he criado en estos sitios, los conozco bastante bien diría yo...

Continuaron su camino, hasta que lograron escuchar de nuevo aquel canto que había llamado la atención de Donatello, nuevamente esa dulce voz se escuchaba a lo lejos. –¿La escucha? –El joven sonrió ampliamente, pues ya había reconocido aquella dulce voz, y antes de que Donatello pudiera responder su pregunta, puso sus manos junto a su boca, haciendo un altavoz con estas. –¡Raph! ¡No vengas, ya voy para allá, espérame en la herrería! –Al terminar de hablar, voltea con Donatello– Él es Raphael, es mi lazarillo, como mi padre me tiene prohibido salir sin suéter Raphael se ofreció a ir por él, pero la verdad es que me aburrí de esperar, así que me fui y así lo encontré a usted.

¿Esa bella voz proviene de un chico? Al principio pensé que era una chica... –Dijo Donatello confundido.

Sí, es un chico, él y yo de vez en cuando venimos aquí a las minas, es entretenido escuchar como resuena la voz del abismo, muchas personas tienen miedo de venir aquí por temor a caerse, pero eso no nos detiene a Raph y a mí –Dijo con una sonrisa algo ruborizada, pues pensar en sus momentos a solas con Raphael lo hacían sonrojar.

Continuaron su camino por ese gran laberinto que eran las minas, hasta que por fin lograron salir. Donatello respiró profundo y complacido, pues desde el principio temía a hacerse daño o perderse.

Por fin vuelvo a verlas, queridas estrellas... nunca me habían parecido tan bellas hasta ahora –Exclamó observando las bellas estrellas, que ya extrañaba observar desde que entró a la peligrosa mina.

El ciego volteó su rostro hacia arriba, con una expresión y tono triste dijo. –¿Es verdad que existen las estrellas? Dicen que son brillantes, y muy bellas... ¿Pero qué significa eso? Me gustaría saber cómo son, y disfrutar de esta vista con usted.

Donatello posó su mano sobre el hombro del joven. –Tal vez... en muy raros casos las estrellas se ven muy brillantes... Tal vez algún día tengas la oportunidad de presenciar su belleza en persona.

Yo... no tengo esperanzas en eso... –El joven susurró con tristeza, y continuó su camino– Aquí, a la izquierda es mi casa. Mientras hablaba con el joven viajero, otro joven fue corriendo hacia ellos, este era de baja estatura, algo regordete y tierno. –Raph, ¿Puedes darme mi abrigo? –El joven Raphael solo asintió, y puso el abrigo sobre los hombros del joven ciego, parándose en puntitas para poder alcanzarlo.

Así que tú eres aquel joven de la dulce voz... –Donatello sonrió ante la presencia del joven Raphael.

Canta maravilloso, ¿No lo cree?... Raph, acompaña a este hombre hasta las oficinas, sabes que debo ir a casa o mi padre va a matarme. –Dijo el ciego.

Muchas gracias por la ayuda –Donatello estrechó su mano con la del joven. – Espero y podamos ser amigos, estaré aquí un buen tiempo... Soy hermano de Tyler Rockwell, el ingeniero de estas minas.

¿Usted es hermano del señor Tyler? Es muy amigo mío y de mi padre, nos contaba que lo espera desde ayer. –El joven ciego le sonrió ampliamente.

Llegue esta tarde a Villamojada, pero me dijeron que Socartes estaba muy cerca de aquí para llegar caminando... y ya viste como me perdí –Donatello soltó una leve risa– Es mejor que te vayas, el frío de Septiembre no es muy bueno, puedes enfermarte...

El joven asintió, y continuó su camino. Mientras, el viajero Donatello fue guiado hasta las oficinas por Raphael.


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¿Pueden creerlo? Actualizo al día siguiente... wow. Esta historia tiene los capítulos muy cortos, no me culpen si escribo muy poco, pero pronto se harán aunque sea un poco más largos. Sólo quería aclarar el por qué de los capítulos tan cortos.

Raphael [LeoxRaph]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora