Un diálogo que servirá de exposición.

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¡Oye espera! Está muy obscuro el lugar, no logro verte bien y menos si caminas a esa velocidad, no te alejes tanto –Dijo al joven Raphael, que impaciente apresuraba su paso, de su bolsillo sacó un par de cerillos, y encendió uno de estos– Déjame verte –Acercó el cerillo a su rostro, para poder verlo bien.

Raphael lo miraba asombrado, era de pequeña estatura, y muy regordete y tierno, pero estaba todo fachoso, sucio y mal cuidado.

¿Qué edad tienes tú? –Preguntó el viajero Donatello, a lo que Raphael contestó, apenas y era un crio, tenía dieciséis años. –¿Tienes dieciséis? Pero si estás muy chaparrito para tu edad...

L-lo que pasa es que usted es más alto que yo... T-tengo una estatura normal –El joven Raphael hizo unos pucheritos ante el comentario– Y no es el único que me dice eso... Aquí todos son muy altos, suelen llamarme un fenómeno.

Continuaron ambos su camino, Raphael iba descalzo, debía pisar cada piedra con sus delicados piecitos, pero ya se había acostumbrado a eso, sus ropas estaban desgastadas, como si siempre usara lo mismo. Para el tiempo en el que estaban iba bastante desabrigado, a excepción de que llevaba un suéter color azul puesto encima, que le quedaba tan grande que debía arremangarlo, parecía ser de aquel muchacho con falta de visión.

Y dime... ¿Eres hijo de algún trabajador de las minas? –Preguntó curioso Donatello, observando bien al joven y sus fachas.

Dicen que yo no tengo padres, me quedé solo. –Dijo Raphael, bajando la mirada con tristeza. –Dicen que mi madre vendía en el mercado de Villamojada.

Donatello sólo lo miró con tristeza, y con un ligero nudo en la garganta. –Ya veo... ¿Y no tienen noticias sobre tu padre?

Sí, él fue el primero en encender las luces en Villamojada –Sonrió con cierto orgullo el joven–Cuando se puso por primera vez los faroles él era el que los limpiaba, si no lo hacía la luz no brillaba claramente... Dicen que él me llevaba en un cesto mientras hacía su trabajo. Pero un día me caí entre las piedras, dicen que antes de eso yo era un niño lindo.

¿Qué eras un niño lindo? –Preguntó confundido, y acarició una de las mejillas del joven– Lo eras, supongo, porque ahora eres más bello... ¿Y qué pasó con tus padres? ¿Desde cuándo vives aquí en las minas?

Mi padre cayó muy enfermo, pero dicen que mi madre no quiso atenderlo, porque era muy malo, así que él murió. Mi madre vino a trabajar a las minas, trayéndome consigo cuando yo tenía alrededor de tres años... Pero dicen que ella se veía muy triste, un día simplemente se fue a los grandes agujeros de las minas, para nunca volver. –Dijo Raphael con naturalidad.

Donatello suspiró con tristeza, al recordar aquellos agujeros parecidos a los cráteres de volcán, donde si caías había una muerte segura. –¿Y qué es de ti ahora? Debo suponer que trabajas en las minas.

No señor, yo no sirvo para nada, todos me dicen lo mismo, dicen que sólo estorbo y no dejo que los demás hagan sus cosas. –Suspiró. –Lo único bueno que puedo hacer es acompañar a Leonardo.

¿Leonardo? ¿Quién es Leonardo? –Preguntó Donatello.

Leonardo es aquel chico ciego que lo estaba acompañando con Chompy, soy su lazarillo desde hace un año y medio, lo llevo a todas partes. –Dijo Raphael con una sonrisa.

Así que se llama Leonardo... Me ha agradado, parece ser un buen chico. –Dijo con una sonrisa.

A Raphael se le iluminó el rostro al escuchar sus palabras, y asintió repetidas veces, con sus mejillas notablemente ruborizadas. –¡A-así es! Es un buen chico... y muy inteligente, sin vista tiene más talento que los que todo lo ven.

Donatello rio al notar aquel sonrojo, pues sabía que significaba. –¿Y él te quiere tanto como tú a él?

Si... Leonardo es muy bueno conmigo –Bajó la mirada, recordando aquellos momentos de ellos a solas. –Dice que él ve con mis ojos lo que él no puede, le explico cómo son las cosas, lo que es feo y bonito, y así ayudo a que se entere de cómo son las cosas.

¿Y no te gustaría que Leonardo recibiera el don de la vista? –Preguntó Donatello con una amplia sonrisa. Ante sus palabras, Raphael sólo se quedó en pausa un momento, analizando sus palabras.

¿Darle la vista? Eso es imposible, aunque el Ingeniero de estas minas le ha dado esperanzas al padre de Leonardo. –Comentó Raphael.

¿El ingeniero de las minas? ¿Te refieres al señor Tyler Rockwell? –Preguntó Donatello.

Sí, Tyler tiene un hermano médico que puede regresarles la vista a los ciegos, desde que Tyler le comentó esto al padre de Leonardo en el pueblo no hay otro tema de conversación que no sea sobre el –Contestó Raphael a su pregunta.

Ya veo... ¿Y ya ha llegado ese hombre? –Ante su pregunta, el joven Raphael negó con la cabeza.

Llegarona su destino, fuera de esta casa se escuchaba una hermosa melodía, que eratocada por April, la esposa de Tyler Rockwell, Este salió para recibir a suhermano Donatello con un gran abrazo. Donatello agradeció la ayuda de Raphael, y le entregó una moneda de plata por sus servicios.    

Raphael [LeoxRaph]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora