Pérdida De Tiempo

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pérdida de Tiempo.

Durante el saludable desayuno que preparo mi hermosa tía, sonó en varias ocasiones el teléfono de la casa, dejamos que sonará un par de veces, para poder disfrutar con calma nuestro desayuno.
¡Ring, ring! se escuchaba cada cinco minutos, ¡¡ring, ring!! cada vez con más fuerza.

- Alguien debería contestar, puede ser importante. Ese alguien es Amanda. - comento cupido.
- Claro, lo haría yo con gusto.—respondo.
- Hazlo. Después puede ser tarde.
-no. - finalizo firme.
- Hazlo, te dará gusto. - trago un bocado.
- Lo haría con gusto, si estuviera segura de que no raptaras a mi tía mientras hablo por teléfono. —grito dando un golpe en la mesa con mi baso.
- Bajen las armas, iré yo. - hablo mi tía en voz alta.

Tomo un sorbo de jugo frío, dejando de lado el plato vacío con el que desayuno.
Me molesta que siga aquí, mantiene un perfil bajo de niño lindo, ayuda con las tareas y asegura que me cuidan; yo se que en cualquier momento atacará.

- Niña, deja de mirarme. Se que soy hermoso y no existe hombre que se me compare, pero me pone nervioso tu mirada de ¿cómo decirlo?... loca.
—¡yo, yo no te miraba a ti! ¿entendido?. Además yo soy quien debería estar preocupada, tu, a ti te encontré entre mis sabanas esta mañana; pervertido.
  Explica que hacías ahí.

Sobre la mesa coloco la envoltura vacía del chocolate de ayer, exacto, ese chocolate dorado que hizo dormir a Cristina y también a mi.
La tome, percaté al mirarla de cerca que tiene letras plateadas grabadas alrededor de la envoltura, al acercarla a mi nariz olí sueños infantiles y felicidad. ¿cómo se cual es ese olor?, simple, sentí en mi esa vaga sensación. Cuando somos felices nunca percatamos de ello hasta después, pero queda en nosotros los residuos y momentos de aquel momento.

- ¿la puedo conservar?.
- Por favor, quedarte con ella, tengo otras dos envolturas vacías aquí.
- Eso no responde mi pregunta.
- ya te dije que la puedes conservar, algo así como un regalo de agradecimiento por dejarme pasar la noche aquí.
- No, yo quiero que saber por qué al despertar te encontré en mi cama.
- Me pregunto lo mismo, señorita.

Entro a la cocina mi Tía berenice con un papel entre sus manos y tristeza en su rostro.

- Amy, me debes una gran explicación. - exigió.
- ¿De, de qué hablas?.
- Hablo de tu directora, demandaba la presencia de tus padres, has faltado días a clases, y por supuesto quieren una justificación.
- No tengo la mínima idea de donde estén, ambos salieron días atrás. Parezco "rayita".
- Ojalá así fuera, te evitaría los cólicos. - compartió mi tía para ella.

La tetera hirviendo silbo, lista para mi té.

- Mañana iré a clases, listo.
- Genio, sin tus padres no puedes pasar. - parloteo ricitos.
- Soy tu tutora, puedo ir yo, pero a quienes quieren son a tus padres.

El timbre de la entrada sonó, interrumpió a mi tía quien lavaba todo lo que utilizo en la mañana para cocinar.

-Llaman a la puerta, mocosa, es para ti. — insistió eros.

Antes de contestar, se escuchó un golpe en la puerta. Ya sin cólicos camine a la puerta; para mi sorpresa quien esperaba en la entrada era Marcos, con un nuevo corte de cabello que lo hacia ver elegante y más atractivo. Se ve más feliz que nunca, lo puedo notar en sus rojizas mejillas.

- Hola Amanda, perdón por no avisar antes.
Tengo para ti, todas las tareas y trabajos de los últimos días. Me enteré de que estuviste en el hospital, no me gustaría que te atrasaras. - En las manos me entrego varios apuntes.
- wow, gracias Marcos, no era necesario... Retiro lo dicho, estos apuntes son necesarios. ¿Quien te dijo que estuve en el hospital?.
- Encontré a Gregorio en la floreria, compro un ramo de flores para ti y me contó todo. Rosalía y yo también te llevamos uno.

POBRE CUPIDO [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora