Cuando Julie despertó al día siguiente en la cómoda cama de su departamento, sentía que el mundo le daba vueltas y la cabeza estaba a punto de explotarle, pero de cualquier manera ya se lo esperaba. Se levantó como pudo casi cayéndose en el intento, una vez que había recuperado un poco el control se dirigió hacia la cocina para poder tomarse una aspirina que aliviara todo lo que le sucedía en la cabeza. Después de haber reposado un rato decidió ir a bañarse para relajarse. Mientras se desvestía pudo observar varios garabatos escritos en su pierna con el rabillo del ojo y se confundió bastante. Quitó su vestido para intentar leer las borrosas letras. Se trataba de un nombre y un número de teléfono. Tenía la inquietud de saber quién habría sido el que le había escrito eso, así que después de bañarse decidió que llamaría. Pero primero iba a anotar el número en una hoja para que no se le olvidara al borrarlo mientras se tallaba al tomar la ducha.
—Está bien, aquí voy —pensó Julie sosteniendo el teléfono mientras se mordía el labio inferior debido a los nervios. Uno, dos, tres pitidos dio el teléfono hasta que una voz ronca masculina contestó.
—¿Hola? —se escuchó a través del teléfono. Julie quedó sin habla debido a que esa voz hizo que se estremeciera entera. Si así era la voz ya se imaginaba aquella persona que le había escrito su número.
—Eh, hola… ¿Habla Julian?
—Sí, ¿quién habla?
—Soy Julie, creo que ayer intercambiamos teléfonos pero ni siquiera lo recordamos —rió nerviosamente y ni siquiera supo porqué—. Supongo que estábamos muy borrachos.
—Sí, sí, creo que recuerdo algo de eso... Escribiste "July" en lugar de "Julie" —entonces el muchacho rió un poco. A Julie casi le da un paro cardíaco al oír tal angelical sonido.
—Me sorprendería el simple hecho de haber escrito el número correcto... Fue una noche... curiosa.
—¿Cuándo te veré otra vez? —preguntó directamente. La verdad era que Julian sí recordaba unos labios agradables al contacto y cierto par de piernas que se sentían tan suaves como la seda. Que se joda Amy.
—Ehm... No lo sé —entonces Fab volvió a la mente de Julie. Esa tarde tenían acordado ir a comer algo juntos. Observó el reloj, se le hacía tarde—. Mira, Julian, tengo un pendiente y...
—Te llamaré más tarde —aunque no podía verlo, ella se imaginaba su sonrisa... Pero nada más. Los recuerdos eran demasiado borrosos como para obtener algo valioso a partir de ellos. Necesitaban verse de nuevo.
—Eso espero —susurró casi inaudiblemente—... Adiós.
—Adiós, Julie.Y luego de eso, ambos colgaron.
Julian al colgar sólo pudo pensar en los recuerdos que tenía de la noche anterior. Aquel cuerpo pero sobre todo esos labios; eran la mejor parte. Acordarse de los movimientos que hacían entre ellos, recordar cómo encajaban demasiado bien con los suyos, casi como si estuvieran hechos uno para el otro. Julian sacudió su cabeza mientras sonreía por lo bajo para detener aquellos pensamientos algo descabellados que comenzaba a tener sobre Julie. Se metió a bañar para poder olvidar todas las tonterías de Amy, él consideraba que ya no valía la pena intentar resolver tantos problemas en una relación que simplemente no iría a ningún lado.
Él sabía que tenía algo de culpa por el hecho de haber iniciado una relación aún cuando no sentía nada por Amy. Pero por otro lado, ella misma provocaba todas las peleas que tenían así que decidió que ese sería un buen día y vaya que había tenido un perfecto inicio. Salió a la cocina por el desayuno, seguro sólo serían un par de tostadas y tal vez un jugo pero, algo que lo relajaría muy bien sería una cerveza muy fría.
Por otro lado, Julie terminó de arreglarse el maquillaje, y en cuestión de minutos ya estaba lista para salir. Agarró una manzana y le dio una mordida para calmar el hambre, tomó su chaqueta de mezclilla y sus llaves antes de salir y bajó a la calle. La noche anterior había estado considerablemente fría, pero esa tarde estaba regular, ni mucho calor ni mucho frío, espléndido clima. Caminó sin mucha prisa, ya sabía más o menos qué direcciones tomar.
Se dirigía al departamento de Fabrizio para luego ir a comer, esta sería su cuarta cita desde que se habían conocido en el subterráneo. El chico era lindo, claro, pero Julian no abandonaba su mente. Incluso planeaba cortar todo contacto con Fab, así de hipnotizada la había dejado Julian, y eso con una sola llamada y algunos vagos recuerdos de un atrevido beso...
Llegó a un área de gigantes edificios que no quedaba muy lejos de su propio apartamento, tenía la dirección anotada en la palma de su mano derecha para no perderse en el camino. Tiró el corazón de la manzana a un cesto de basura una vez que veía la construcción acercándose. Entró a la edificación y tomó el elevador. Piso 7, departamento con la numeración G-36. El elevador no demoró en llegar, y sus piernas mucho menos en acercarse a la puerta con la letra G y los números tres y seis a un lado grabados en color negro sobre ella. Tocó un par de veces sin mucha prisa, suspiró silenciosamente, se sentía nerviosa. Nadie contestaba la puerta, e incluso llegó a pensar que Fabrizio le había jugado una sucia broma, suspiró de nueva cuenta, estaba a punto de irse. Al menos ya se había ahorrado la parte incómoda del "encontré a alguien más, lo siento, ya no quiero volver a verte. La verdad es que no puedo sacarme de la cabeza a un chico del que ni siquiera me acuerdo bien y al cual conocí borracha" y todas esas demás locuras.
Se pasó la mano izquierda por la cara e intentó calmar el alboroto en el que se había transformado su cabello y, en eso, escuchó una voz masculina, rasposa y profunda. Como de alguien que acaba de despertarse, o que está pasando por una muy fuerte cruda. Quizá ambas. Pero por nada del mundo se esperaba lo que sus ojos estarían a punto de ver...
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Brooklyn Baby //Julian Casablancas
Fanfiction《He plays guitar while I sing Lou Reed》. Julian tiene un gran sueño, una novia que realmente no ama, y una enfermiza atracción por la chica equivocada... ¿Podrá él hacer que ella se convierta en la chica indicada?