Capítulo III

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Lo último que recuerdo es... Destrucción.

El cielo dentro del coliseo se tornó gris y las nubes cubrieron el sol, hasta que la tarde se convertía noche, la tierra bajo nuestros pies comenzó a vibrar y las edificaciones que aún quedaban en pie, cedieron por completo. El suelo se partió cual cristal, separándonos y haciéndonos caer. Las murallas del coliseo se vinieron abajo, mientras que los olvidados no dejaban pasar esta oportunidad, para intentar atacarnos, pero ni ellos pudieron salvarse de la situación, pues uno a uno se fueron desintegrando, hasta convertirse en ceniza, lo cual no dejaba de ser extraño, teniendo en cuenta que jamás hubo fuego.

-          ¿Qué está pasando? – Preguntó Tom en voz alta, para que le pudiese oír con todo ese estruendo.

-          Es Ansel. – Respondí sin siquiera mirarlo.

-          ¿Su hermano? – preguntó señalándonos.

-          La única forma de salir del coliseo, es destruyéndolo.- Explicó Silas.

Instantáneamente, Tom, Tamara y Elijah nos observaron con sorpresa. 

-          Esto quiere decir que, ¿Nos están liberando?

-          Más bien, quieren vernos caer... uno por uno.

-          Nos lanzarán a la plaga, queridos amigos. Nos lanzarán a la plaga... - Dijo El lobo, mientras me observaba.

-          Finalmente, se reunirán con mami. – Mencionó Silas con el humor negro que lo caracteriza.

Finalmente, arribó la última catástrofe.

Una ola gigante, proveniente de algún mar creado por Ansel para la simple destrucción ataque final al coliseo, comenzó a tirar abajo todos los árboles que construían el bosque que rodeaba nuestra prisión. Uno por uno, hasta que llegó a nosotros.

En la actualidad...

Dolor.

Una eternidad ha pasado, he muerto ahogada, una y otra vez, dentro de una capsula reforzada de metal. Lo que para nosotros fue la destrucción del coliseo y una ola gigante que acabo con todo, en la vida real fue el traslado de nuestras capsulas, hasta el fondo del océano.

Silas está cerca, como mi mellizo, hemos estado conectados por algo más que un lazo de hermanos desde antes de nacer, por lo que puedo oírlo dentro de mi cabeza, puedo sentir su dolor y el mío, esa sensación de fuego dentro de tu pecho, que no te deja respirar, hace que desesperes y que esos segundos te lleven a lo más parecido que puede haber al infierno... y luego esa calma, esa paz a la cuál te entregas por completo, solo para volver a la vida en un par de minutos y repetir el proceso. Silas estaba en otra capsula, Kaleb, Elijah, Balthazar, Tom, Tamara y todos, deben estar en la misma situación, y este es el momento donde deseas no ser inmortal, deseas morir y dejar el sufrimiento para los vivos... algo imposible para nosotros.

Existen ciertos lapsos, entre la vida y la muerte que en estos momentos se estaban peleando por nosotros, donde podría jurar que me iba de ese lugar, donde volvía a casa... o a lo que fue alguna vez.

-          ¡Lilith! ¡Silas! – Oímos a Madre, quien nos llamaba desde la sala, mientras entrabamos a la casa. Mi hermano y yo nos miramos agotados, sabiendo lo que nos esperaba.

-          Hola, Madre. Luces radiante el día de hoy. – Mencionó Silas con sarcasmo mientras mi madre, estaba de pie, de brazos cruzados y luciendo claramente molesta.

INFERNUM (#2 La legión de los infectados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora