Capítulo IV

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Capítulo IV

¿Un rey? ¿Qué está pasando?

A mi alrededor noté que algunos gladiadores no se encontraban entre las filas de rescatados. Elijah al parecer también se dio cuenta y miraba con preocupación hacia todos lados.

- Si, aún faltan algunas cápsulas por rescatar. – Dijo de pronto, la mujer a la que llamaban "Ann". – No te preocupes, los rescataremos eventualmente.

- ¿Quiénes son ustedes? – Pregunté confundida.

- Simples esclavos, supongo.

- ¿Esclavos? Creí que la esclavitud fue abolida hace mucho. – Dije.

- Bueno... - Suspiró.- Está de vuelta.- mencionó sin ganas.- pero al menos estamos seguros.

- ¿Seguros? – Reí.- Créeme, en este nuevo mundo... estás en peligro en todo momento.

- ¿Qué hay de ustedes? – preguntó mientras caminábamos por la costa, todos en fila.- ¿Quién los puso en esas cosas? Y más importante aún, ¿Por qué?

- ¿Alguna vez escuchaste hablar de A.L.S.K? – dijo Silas, mientras pasaba por nuestro lado, adelantándose hasta llegar a Kaleb, quien estaba algunos "Esclavos" más adelante.

- ¿A.L.S.K? – preguntó deteniéndose de golpe.- ¿Cómo escaparon?

- No lo hicimos. – Respondí.- Nos dejaron ir.- Me miró confundida.- Supongo que se hartaron de nosotros.


Decidí caminar más adelante junto a Silas, no podíamos entregar más información, no debíamos confiar en nadie. Nadie estaba seguro.

La caminata duró horas, día y noche nos hicieron caminar en filas mientras hombres y mujeres armados nos rodeaban.

Nuestros trajes nos hacían ver uniformados, nadie destacaba, nadie notaría quienes somos.

- ¿Qué hay de su rey? – preguntó Silas en tono burlón.- ¿Nos esperará en su "Trono de hierro"? – todos lo observaron confundidos.- ¿Es enserio?

- Son demasiado jóvenes, Stan.

- ¿Stan? – Preguntó dentro de mi cabeza.-

- Oh, sí. El buen Stanford, en mi mente, eras un peluquero de Jersey. – Respondí.

- ¡Muérdeme! – Respondió.

- Controla tu actitud, sabelotodo. O nos delatarás. – Me observó sin decir nada.

- No estoy seguro de que demonios estás hablando, Stan. – Mencionó un chico de cabello castaño que se paseaba con una red de pesca.- No los espera ningún "Trono de hierro", sea lo que sea eso.

- ¿Entonces qué? Preguntó mi hermano.

- ¡Chris! – Gritó un hombre canoso.- ¡Cierra la maldita boca! – dijo mientras se paró desafiante frente al chico. – Sabes, que no podemos hablar de él.

- Lo siento, John. – Respondió el chico con evidente miedo.

John, se acercó al grupo recién rescatado, claramente para decir algo, por lo que todos mis gladiadores quedaron en silencio.

- Desde este momento, no volverán a hacer más preguntas, ¿Entendido? – sonaba irritado.- No dirán absolutamente nada, ustedes son solo desechos. Son basura y serán tratados como tal. Su mirada estaba puesta en todos y cada uno de nosotros para intimidarnos, pero ninguno bajó la mirada. - ¡Y nadie lo verá directamente a los ojos! Desde este momento... ¡Maximus es su rey! ¡Le mostrarán respeto!

La caminata continuó un par de horas más, mientras los gladiadores no dejaban de mirarse entre sí y a nosotros, esperando órdenes, para un ataque.

- Lilith, ¿Qué demonios?

- Tranquilo, hermano... Ningún hombre liderará jamás a mi manada.

- Nuestra hermana quiere tomar el "Trono de hierro".

Silas tenía razón, si Maximus poseía esclavos, no sería difícil ponerlos en su contra y unirlos a nuestro ejército. Solo hace falta un empujón, una demostración de libertad y los esclavos querrían unirse.

- Sabes que podemos leernos la mente entre nosotros, ¿Verdad? – Preguntó Kaleb.

- Oh, claro que lo sé. – Respondí.- Aún no puedo borrar tus sueños húmedos de mi memoria. Maldita adolescencia. –

- Oh, ya cállate. – dijo él mientras continuábamos caminando.- Me refiero a que veo lo que quieres hacer, ¿Cómo sabes que funcionará?

- Porque lo hará la única persona en la que confío. – Kaleb le dio una mirada a Silas, luego a Elijah... Por lo que me detuve para aclararlo.- Yo.

En ese momento todos se detuvieron, frente a una gran edificación, que a pesar de todo, estaba en pie la gran parte de ella. Justo a nuestro costado izquierda estaba lo que alguna vez fue una estatua de un animal sobre un gran bloque de cemento, ahora lo único que quedaba de él, eran sus patas.

- La biblioteca pública de Nueva York. – Oí decir a Kaleb dentro de mi cabeza.

Miramos a nuestro alrededor esperando ver algo más, pero no había nada, ningún otro edificio estaba de pie. Todos los escombros estaban alejados del lugar y varios kilómetros más allá, notamos que estaban todos apilados, sin duda, Maximus intentaba crear una fortaleza, es por eso que necesitaba esclavos que hicieran el trabajo. La zona donde estábamos de pie, estaba libre de cualquier cosa, era un gran espacio pero al parecer se estaban expandiendo aún más.

Mucho más lejos, divisamos el mar. Nueva York, fue una isla y su postal más icónica, La estatua de la libertad, se encontraba despedazada en el mismo lugar de siempre, su cabeza ya no se encontraba, al igual que la mitad de su torso, pero la antorcha en su mano izquierda aún estaba intacta.

- Bienvenidos a Infernum – dijo John.-

INFERNUM (#2 La legión de los infectados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora