Capítulo 1.

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Capítulo escrito por Mariell (-girlkira-10)


De aquí para allá, corriendo de arriba a abajo, guardando las pocas pertenencias que aún me quedan.

Debajo de eso se encuentra mi dignidad.

Todo puede irse a la mierda en un minuto, antes de que si quiera puedas darte cuenta, o incluso poder imaginarlo, y créanme que eso jode, y mucho.

Mi padre, o el señor que solía serlo, se la pasa bebiendo cada noche, tirando lo poco que nos queda.

Todo rastro del aquel exitoso hombre de negocios había desaparecido a tal punto de solo dejar un hombre que sucumbe al poderoso deseo de embriagarse para olvidar lo sucedido.

Conseguimos un apartamento de mala muerte a las a fueras de la ciudad, donde viviríamos a partir de ahora, si es que a esto puedo llamarlo vivir.

¿Cómo una persona podría vivir así?

Ni siquiera ha pasado una semana y cada vez extraño con más fuerza la comodidad de mi cama, el sonido del motor de mi auto, pero sobre todo, extraño el sentir el control de mi PlayStation entre mis manos.

Maldecía entre dientes.

Esto no podía estar pasando, era lo que siempre me repetía al levantarme.

—¡Mocoso! —escuche que grito mi padre desde abajo, rodé los ojos y solté un suspiro pesado antes de bajar.

¿¡Cómo un hombre como él pudo acabar así!?

Pisaba los escalones con fuerza y de mala gana, viendo con repulsión al hombre que se hallaba acostado en el sofá, sus ojos se encontraban inyectados en sangre, la barba le había comenzado a creer y unas marcadas ojeras moradas descansaban bajo las bolsas de sus ojos.

Estaba hecho un asco.

—¿Qué? —contesté seco.

El hipo —Ya... —volvió a hipar —. Sal que... Ya vie...nen los —hipo —del ban...co a —hipo —quitarnoss la cassa.

¡Por Dios!

¿Desde cuándo mi padre pensó en volverse un hombre así?

—Bien —respondí —, ya regreso, iré por mi ropa y tú... —lo inspeccione algunos segundos, con asco, coraje, pero sobre todo, con decepción —. Trata de limpiarte y sube al auto.

Subí rápidamente y jalé la maleta donde se hallaba mi poca ropa.

Sentí un vacío al ver mi habitación por última vez, ya no había muebles, todo estaba tirado, las fotografías de mis padres y amigos estaban hechas pedazos debido al berrinche que había tenido días atrás.

Mordí mi labio inferior, intentando no sollozar, pero fue inútil, pues antes de que pudiera notarlo, ya me encontraba de cuclillas llorando por la impotencia de haber perdido todo y no poder hacer nada por ello.

No tenía dinero.

No tenía casa.

No tenía coche.

No tenía novia.

Ya ni siquiera podía decir que tenía padres, pues a pesar de tenerlos a ambos con vida, para mí ya estaban muertos, al menos lo que solía ser de ellos.

Me levanté y deje la fotografía que había tomado, me encaminé a la puerta y vi todo por última vez antes de apagar la luz y cerrar la que hasta ahora solía ser mi habitación.

Mi padre seguía sobre el sofá, durmiendo y roncando muy alto de la misma manera en la que lo haría un oso.

Me acerqué a él, tomé su brazo derecho pasándolo por atrás de mi cuello y lo levante con cuidado de no despertarlo, pues no se me antojaba escucharlo quejarse durante todo el trayecto, su boca se encontraba entre abierta, y de ella desprendía un horrible olor a alcohol y algunas cosas más que no supe y no tenía ganas de descifrar.

¿Así me veré cuando bebo? Me pregunté haciéndome una imagen mental de mi en esa misma situación y prometiéndome a mí mismo no volver a tocar una cerveza en lo que me quedara de vida.

Lentamente, lo coloqué en la parte de atrás del único auto que nos quedaba, le puse una manta cubriéndolo para luego regresar dentro de la casa para tomar un cojín para ponérsela en la cabeza y evitar que se ahogara.

Luego de preparar lo que quedaba subí al auto dispuesto a irme con mi borracho padre.

Traté de encenderlo.

Pero el auto no respondió, solté un suspiro frustrado y respire profundamente antes de volver a intentarlo.

El moribundo sonido del motor apenas sonó, y lo que pareció ser el escape soltó un poco de humo negro.

—¡Joder! —grite al darme cuenta de la falta de combustible en el vehículo —¡Esto no puede ser! —seguía maldiciendo mientras golpeaba al volante con fuerzas repetidas veces.

¿Acaso esta vida podía ser peor?

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