Can You Be My Nightingale?

Números y Chicas

Capítulo 8.

T.

Me voy a volver loco. Tres insoportables a mi alrededor. Mi tía Betty no deja de decirme que debo estudiar y me insiste en que no debo meterme en problemas, llevo dos días sin tener uno. Gin no deja de mensajearme diciéndome que debo hacer lo que mi tía dice y que no puedo, por ningún motivo, juntarme con Nelly. Sencillo decirlo. Lo que me lleva a la tercera insoportable: Vanellope. Evitarla es un juego imposible, no más doblar la esquina y la veo, en la cafetería, en el parque, en el centro, ¡está por todas partes! Es inevitable. Y lo que lo hace peor es que no dejo de pensar en ella y en cómo la trate ese día; debería disculparme, debería explicarle que me recuerda a alguien de mi pasado, que por eso le grité y que sé que eso no es excusa, pero me topo con los incesantes mensajes y las irritantes llamadas de Gin y me contengo. Sólo por ella. Y por mi tía Betty.

Alexander ha decidido dejarme en paz, algo me dice que no será por mucho, se la pasa tirándome miradas por sobre el hombro y, aunque ya no me esté retando o intentando golpear, busca otras formas de fastidiarme, como prohibirle a todo el salón que me hablara o decirle a todos que me "robó a mi chica", lo que sea que eso signifique. Más patético no puede ser. Supongo que la gente ridícula y miserable sólo se siente contenta cuando hace a los demás ridículos y miserables, sirve también tenerlos bajo su poder. Nada de lo que el haga funcionará conmigo, me importa un carajo lo que piense.

Hoy es un nuevo día y yo amanezco, otra vez, con mi cara de mierda. Mi cabello desorganizado, mis ojos a medio cerrar y mis fuerzas por los suelos demuestran lo mucho que NO quiero ir a la Universidad. "Todo sea por mi futuro" -pienso mientras me levanto estirando los brazos, ayer Gin me hizo acompañarla al centro comercial a comprarse un nuevo vestido para ir a una fiesta de gala el domingo por la noche con su madre, tiene un closet del tamaño de un estadio lleno de ropa y necesita ir a comprar otro vestido. Nada de ahí me hará lucir lo fabulosa que quiero verme, fue lo que dijo cuando salíamos del apartamento. Caminamos por todo el lugar para que al final no se decidiera por nada, el abrazo que me dio para disculparse por su indecisión no compensa mi terrible dolor de piernas y mi falta de sueño. Me habría enojado con ella de no ser porque cuando le conté que Alexander vive no solo en su mismo edificio sino también en el mismo piso, puso a maquinar su mente macabra e idear un plan para destruirlo. Aveces se pasa con sus locas ideas pero no puedo evitar quererla por intentar deshacerse cruelmente de todos mis "enemigos", aunque Alexander parece más una piedra en mi zapato.

Me adentré en el baño pensando en cómo pondré mantenerme en pie por el resto del día, para cualquiera que crea que estar con Gin no es un trabajo complicado, se equivoca. Me dolía ligeramente la cabeza y moverme suponía un terrible esfuerzo, había dormido en la posición equivocada; intentando hacer caso omiso a mi sufrimiento, me metí a la ducha y deseé que el agua caliente me pudiera brindar un poco de paz, ya que la necesitaría para sobrellevar el día, o al menos eso intuía. Al estar listo, bajé a la cocina. Mi tía se encontraba sentada en la mesa teniendo una alegre conversación con Albert, eso era mejor que verla con el tal Nathaniel. Sonreí vagamente cuando dirigieron, al mismo tiempo, su mirada hacia mi.

-Buenos días -Dije sin ganas.

-¿Cómo amaneces, Vortie? -Dijo mi tía. Aunque su tono era alegre, se expresó como si acabará de levantarse; más que una pregunta normal, parecía las últimas palabras que dices antes de caer en un sueño profundo.

-Con un enorme dolor de cabeza, ¿y tu? -Dije caminando hacia el refrigerador. Albert se levantó de la silla con su típica cara sería mañanera y la erguida postura de un militar con humor del demonio. ¿Seguirá molesto conmigo? Espero que no, el me tiene que llevar a la universidad. Supongo que tiene que hacerlo.