Reto número 36

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-Escribe un relato sobre un trayecto o travesía. Céntrate en los cambios de escenarios.

Sin ánimos, again. Acabo de terminar mi libro (Fangirl de Rainbow Rowell) y me siento hueca, sigo esperando que Levi venga y me haga reír, y me pida que le lea algo de lo que he escrito. Creo que empezaré otro libro, aunque no sé si me pondrá mejor o no.

Había perdido mi tren, todo por culpa de Margaret; ahora tendría que esperar al tren de las 2 a.m ¿Qué iba a hacer  desde las 11 hasta las 2? Quería odiar a mi mejor amiga, pero no podía. La salida había sido grandiosa y por eso había perdido la noción del tiempo. La cena en el pub que acababan de abrir en la ciudad, fue sensacional. La música tenía el tono adecuado, las personas bailaban felices, el alcohol solo calentaba sus cuerpos, no había habido incidentes con ebrios, las luces del lugar no molestaban y dejaban ver perfectamente a todos los que estaban reunidos ahí. No, no podía odiarla. Ahora esperaba en la estación, tenía un libro en la mano, pero sabía que si comenzaba a leer corría el riesgo de quedarme dormida y perder de nuevo el tren. Mi viaje era largo, por eso siempre tomaba el tren de las 11, así dormía durante todo el trayecto y despertaba cuando ya habíamos llegado a la estación, con el sol apenas despuntando sus primeros rayos. Solo unas pocas personas estábamos ahí, asumí que la mayoría tomaba el tren como viaje de último minuto. Todo a mi alrededor era paz y quietud. Ver así Victoria Station era algo inusual. Descubrí lo amplía que era la estación y también varios establecimientos que jamás había visto, pues la multitud siempre los ocultaba de mi campo visual. Conté los azulejos, conté los establecimientos, estudié los detalles del techo. Pacié de arriba a bajo por la estación. Fue un alivio cuando anunciaron la llegada de mi tren, me estaba quedando sin lugares que investigar. Rápidamente subí a mi asiento, acomodé mis cosas, tomé mi almohada y mi manta (compañeras infalibles en todos mis viajes)... todo mi ritual de viajera, aunque en esta ocasión parecía no poder conciliar el sueño. Estuve despierta por lo menos 30 minutos, fijé mi vista en la ventana, tratando de dejar a mi subconsciente tomar el control para poderme desvanecer en las profundidades de mi mente, pero antes de que surgiera efecto, vi la ciudad pasar frente a mí; vi como a medida que avanzábamos cambiaba el estilo de las casas y de vecindarios, eso tampoco lo había notado en mis viajes anteriores. Cuando me dí cuenta que me estaba concentrando demasiado en los detalles y eso me impedía dormir, miré al cielo. Cada cierto tiempo las nubes se despejaban lo suficiente como para dejarme ver las estrellas y al no poder seguirles el ritmo, por fin pude caer en los brazos de Morfeo.
La luz del sol y su calor me hicieron despertar, me desperecé y en automático recogí mis cosas para bajarme del tren. Cuando mis ojos se enfocaron mejor, y en lugar de la vista de la estación, los árboles pasaban frente a mi ventana, recordé el incidente y el cambio de horario. Faltaban aún 3 horas para llegar. Traté nuevamente de concentrar mi atención en el libro que había traído conmigo, pero mi vista periférica me impedía concentrarme; había demasiado verde a mi alrededor (algo a lo que no estaba acostumbrada) y pasé el resto del viaje mirando el paisaje; era hermoso y más a la luz del sol (lo cual era algo poco frecuente aquí). Vi árboles de diferentes especies, arbustos, praderas, algunos ríos y lagos. Ese viaje me hizo sentir tan bien y tan relajada, que ahora siempre viajo en el día, y cada vez descubro más maravillas de esta tierra.

52 retos de escritura 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora