Brant POV.
Por la mañana estoy demasiado ansioso como para seguir en la cama, Paris está en la misma posición de cómo se durmió.
Me levanto para ducharme y asearme.
Cuando regreso Paris sigue dormido, así que lo obligo a despertarse.
-Dúchate –ordeno-. Preparé algo para almorzar. Y conseguí un pantalón nuevo.
En el closet aun había ropa de mis antiguos compañeros, pues antes esta bodega la usábamos para empaquetar marihuana y cocaína, por tanto todos teníamos cambios de ropa. Huele a viejo y a polvo, pero es mejor que esos pantalones, que incluso tienen manchas de sangre.
Dejo la ropa en la cama y me siento en el escritorio, trazando, analizando y planeando todo lo que se me ocurre para el asalto.
Paris entra en la habitación, evalúa la ropa en la cama y me mira. Y después se viste. Pero se deja puesta la playera que yo le presté. No puedo evitar sonreír.
Se acuesta en la cama y cierra sus ojos.
Voy y le entrego el plato con comida y regreso a mi silla, acariciando el arma mientras pienso.
Cuando escucho que un auto se estaciona me levanto rápidamente y miro al chico en la cama.
Me regresa la mirada, baja la cabeza y camina hasta mí. Sin mirarme.
Sujeto sus manos y lo conduzco hasta el muro tras el escritorio, para tenerle cerca de nosotros.
-No, por favor –me suplica en cuanto estoy por colocar la mordaza en su boca-. Prometo que no hare ningún sonido.
-Lo siento –murmuro. Pero mi corazón está frio, y no frio sin sentimientos. Si no frio porque no quiero amordazarle. Y termino rendido ante mi propio deseo. No quiero que la pase peor de lo que la está pasando. Arrojo la mordaza a mi lado y tomo el otro trozo de tela.
Antes de cubrir sus ojos me echa una mirada larga, hasta que soy capaz de colocar la tela y anudarla.
-Solo no hagas ruido –mascullo.
Segundos después de que me pongo de pie entran Fabián y Carlos.
Vienen discutiendo, como es costumbre.
No me centro en prestarles atención, me dirijo al escritorio y vuelvo a adentrarme en mis pensamientos.
Poco después llega Marcus.
-Espero que todos tengamos buenas opciones –dice, sentándose en una de las sillas del escritorio.
Fabián y Carlos toman sus lugares, y todos nos miramos entre nosotros.
-Creo que será fácil –dice Fabián, relajado en su silla-. Solo necesitamos asaltar el banco central, estuve investigando y entre las cuatro y la seis de todos los días llega un camión blindado con pacas de dinero. Caminan un trayecto entre la puerta y el camión, lo suficiente como para tomarlos desprevenidos. Podremos incluso matarlos desde el edificio Monclova, frente al banco. Dos francotiradores en la azotea y dos que se encarguen de llevarse el dinero. Es un trabajo fácil –se calla, muy orgulloso de su opción.
-Creo que no hay tanto por hacer –comienza Carlos-. Solo hay que entrar con armas, un buen disfraz y mucha determinación. No queremos robarnos unos cuantos miles del camión. Queremos las cajas del banco. Prestaremos mucha atención para que no activen las alarmas y no mostraremos piedad.
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Secuestro
RomansaBrant forma parte de una banda delincuente que realiza todo tipo de crímenes. Esta vez su objetivo es el hijo de un alto funcionario de gobierno: Paris Massey. Pero Brant no contaba con desarrollar un instinto protector hacia el chico. Nunca sabes c...