Capitulo 4.

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Brant POV.

Llegamos en plena noche a la bodega, no sirvió de nada porque Marcus estaba demasiado cansado como para trabajar y prefirió dormir. Así que todos lo hicimos. O al menos yo, lo intenté. Pero no pude. Solo podía pensar en que Paris podría despertar y yo no estaría ahí. Y él no dormiría. Y yo no dormiría. Y yo no puedo dormir ahora. Llegar desde ahorita fue una pérdida de tiempo. Pude haber pasado la noche con Paris y venir hasta la mañana.

Porque no es sino hasta las 10 de la mañana cuando por fin ponemos manos a la obra.

Aunque Marcus creía que yo estaba ansioso por tener algo que hacer, hizo todo demasiado rápido. La mayoría de las cosas ya estaban en mi cabeza e iba un paso delante de ellos. Mi cabeza siempre pensaba demasiado bien las cosas, y a la gente le terminaba gustando lo que yo decía.

Por eso, cuando Marcus habla conmigo sobre dejarlos solos estos últimos días, no me opongo.

-Es que contigo no necesito estudiar nada, Brant. Ya lo sabes todo, es como si tú y yo tuviéramos el mismo cerebro, actuamos al mismo tiempo y somos con dos extremidades manejadas por un mismo hemisferio –dijo-. Pero Fabián y Carlos... necesito entrenarlos muy bien. Un error de ellos nos podría costar la vida a todos. Sabes que no me molesta que andes por aquí, pero soy consciente de la situación entre ustedes. El ambiente es tenso, ni tú estás a gusto con ellos dos a los lados ni ellos contigo. Somos un gran equipo, pero no están a gusto. Y ahora lo que más necesito es que ellos estén concentrados. Y tu... bueno, no te digo que seas la niñera del chico, puede arreglárselas solo. Pero si necesitas tiempo para ti, tu propio entrenamiento o lo que sea, eres libre de hacerlo. Solo te pido que seas paciente.

-No hay problema, en realidad –respondo, tratando de darle tranquilidad-. Claramente yo no quiero que estos... lo arruinen. Pero no tengo la paciencia que tú tienes. Así que, si me pides que me marche, estarías haciéndome un gran favor.

-Bien Brant, entonces, concéntrate. Estamos a menos de una semana de lograrlo.

-No te preocupes por mí, sé que es lo que tengo que hacer.

-No, no me preocupo.

-Bien.

Palmea mi hombro y se marcha.

Eso quiere decir que puedo regresar a casa.

Estoy animado, no sé por qué.

Quizá sea el hecho de que en poco tiempo voy a hacer mi mayor movimiento.

Aun no eh pensado que haré con el dinero, y es que no quiero ni siquiera pensar en cuanto voy a tener, porque puede pasar cualquier cosa.

En cuanto mis manos toquen ese dinero, comenzaré a hacer planes.

Antes de llegar a casa paso por un Wings Stop y ordeno cincuenta alitas de diferentes salsas. Dos refrescos y un té, porque no sé si a Paris le guste el refresco.

Llegando a casa pongo todo en la mesa y entro en la habitación.

Paris está de pie, evaluando la pared.

-¿Qué haces? –le pregunto cuando me doy cuenta que no me prestó atención.

-Trato de averiguar que podría dibujar ahí.

-¿En la pared?

-Así es. ¿Te molestaría si hago un dibujo?

-No... No lo creo. ¿Tienes hambre?

-Un poco, si –responde.

Son las seis de la tarde y no ha comido nada.

-Traje Alitas de Wings Stop, ¿Te gustan?

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