Capitulo 5.

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Brant POV.

-Llévame contigo –suelta-. Llévame a donde quiera que vayas.

Me toma por sorpresa, tanto que presiono con fuerza el freno y ambos nos movemos con brusquedad.

Pero pareciera ser como si nada hubiera pasado, sus ojos siguen mirando a los míos.

-¿Qué te lleve conmigo?

-Sí. Por favor. Solo sácame de aquí. No tengo a donde ir...

-Tu familia debe...

-No tengo familia, Brant. ¿Aún no lo entiendes? No quiero estar aquí. Por favor.

-¿Y qué pretendes que haga?

-Solo llévame contigo, no quiero quedarme, solo sácame de aquí y te desases de mí. No voy a ser una carga, por favor. Sácame de aquí y en cuanto te sientas seguro me sueltas y desapareces. Y tomaremos caminos separados.

-Paris –lo silencio-. ¿Estas comprendiendo lo que dices?

-Si –responde al instante-. Lo eh pensado bien. Aquí no me queda nada. Tú no comprendes la situación en mi "familia". Tu solo me levantaste y me quitaste la libertad. Y no sabes mi historia. Pero te aseguro que ahora no puedo vivir aquí. Por favor, solo llévame contigo.

-Paris, voy a ocultarme en un pueblo de Washington –miento.

-No me importa –dice-. Solo no me dejes aquí.

Lo miro a los ojos y trato de comprenderlo.

-Te lo debo –digo-. ¿Estás seguro de esto?

-Sí. Completamente. No logro verme viviendo aquí. Con un hombre que no hizo nada para ayudarme. Viendo a mi padre todos los días y sabiendo que prefirió que me mataran que soltar dinero.

-No lo creo así, Paris. Cuando la policía interviene...

-No digas nada. Sabes que es así.

Y ambos guardamos silencio.

-Brant, ¿Tienes mis pertenencias?

Trato de recordar a lo que se refiere.

-¿Tu teléfono?

-Mi teléfono, mi billetera y mi collar.

Oh, eso.

-Bueno, el teléfono lo perdimos. Tu billetera... me gaste el dinero –admito-. No era mucho, poco más de cien dólares...

-No importa –se encoje de hombros-. Ahí tengo mi tarjeta, no tengo mucho dinero pero servirá para pagar mis cosas.

-¿Qué cosas?

-Bueno, te ayudare con los gastos. No quiero tu dinero. No te preocupes, si vas a sacarme de aquí yo te daré para que lo hagas.

Suelto una risotada.

En estos momentos tengo más dinero del que puedo gastar y se preocupa por eso.

-No te preocupes –digo-. No creo que gaste mucho en ti.

-¿Cómo piensas salir de la ciudad?

-Vamos a ir en coche hasta México, pasaremos la frontera y después tomaremos un avión a Europa.

-Dijiste que te irías a Washington...

-Mentí. Vamos directo a México ahora mismo –cambio la velocidad del coche y tomo la carretera a toda velocidad.

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