1.0 十

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Tyler llegó a su casa de mal humor, quería huir del teñido que por alguna razón se estaba preocupando demasiado por él. Nadie jamás se había preocupado por él, y no es como si ahora necesitara una charla del buen comer o quizá de esa porquería que enseñan en el colegio cuando vas en sexto grado. El plato del buen comer. Lo único que Tyler quería, era lidiar menos en tonterías o estupideces, él no las necesitaba.

Caminó hasta su cocina en busca de aquellas golosinas que su madre había comprado días atrás. Se llevaría un par a su habitación, para comerlas y hacer lo suyo. Hacer lo rutinario. Por ahora quería concentrarse en él, y quizá retomar algunos viejos concejos de los blogs que había leído en línea, y siempre mantener en mente a "Ana y a Mía", porque esa era la función de su existencia. El castaño abrió la alacena y sacó un bote lleno de chocolates, sin duda alguna los comería todos. Tyler comenzaba a sentirse asqueado y ansioso.

Tyler tomó con desesperación algunos dulces más y los guardó para más al rato. Cerró la alacena con cuidado para que no lo escucharan al momento de tomar los productos que desaparecían poco a poco. Giró sobre sus talones y dio un gran salto al mirar a su madre tras él.

-¡Dios mio, mamá! -gritó y tiró el bote de chocolates.

Su madre no respondió, tan solo lo miró levantar el frasco. Tyler debía evitar a su madre, porque no quería decirle lo que sufría, no era necesario. A nadie le importaba.

-Tyler, debemos hablar -su madre habló con firmeza. Tyler sólo negó mientras se levantaba.

-No tenemos nada de que hablar.

-Tenemos mucho de que hablar Tyler -protestó-. ¡Mírate!, ¡estás en los huesos!.

-¡Basta, mamá! -gritó, pero no perdió la cordura. Al menos no ahora-. Estoy harto de todos los reproches que llevo escuchando todo el puto día.

-¡No hables de ese modo!.

-Entonces paren ya, por favor -el menor levantó su rostro, dejando al descubierto todos sus hematomas.

-¿P-pe-pero qué te pasó? -su madre intentó tocarlo, pero él desvío su rostro.

-No fue nada -negó repetidas veces con su cabeza.

Su madre agachó la mirada, y la enfocó en el suelo. Mientras Tyler sólo la miraba con culpabilidad, no quería discutir con ella, lo único que quería era que lo dejaran en paz.

-Lo siento, mamá. No era mi intención -enrollo sus brazos y estrujó a su madre.

-Estás enfermo, debemos ayudarte.

-No -prosiguió-. No insistas, porque no tengo nada, saca esa estúpida idea de tu cabeza.

Tyler mintió. Como siempre lo hacía.

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