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Un fuerte dolor de cabeza me hizo estremecer, quería tocar mi cabeza pero en el momento de levantar mi mano, algo me lo impidió.

—¿Pero que mierda? —gruñí.

Abrí de golpe mis ojos y pestañee varias veces para adaptarme a la luz que había en la habitación, pude comprobar que estaba en una silla con los brazos y piernas atadas con una soga.

¿Qué cojones esta pasando aquí? ¿Qué me paso? ¿Cómo llegué aquí?

Unos pasos se sintieron y me giré para ver de quién se trataba. Bruce. Maldito Bruce.

—Haz despertado —sonrío ampliamente dejando ver sus dientes de oro. Asqueroso.

—¿Por qué? —escupí enojada.

—¿Por qué, qué? —preguntó haciéndose el estupido, mientras caminaba frente a mi.

—¿Por qué me tienes aquí? —bufé.

Hizo una mueca pensativo, se apoyó sobre un mueble y cruzo sus brazos sobre su pecho.

—¿Será porque me perteneces? —dijo obvio.

—Estupido, no soy propiedad de nadie.

Rió fuertemente haciéndome estremecer, mis entrañas sé contrajeron. Creía que en cualquier momento los órganos se me saldrían por la boca.

—Te equivocas, muñeca —se acercó rápidamente a mi y puso su mano en mi barbilla, corrí el rostro bruscamente y el me agarro con su mano haciéndome daño.

—Suéltame, jodido hijo de puta —gruñí como pude.

Sin previo aviso, estampo sus asquerosos labios sobre los míos haciéndome removerme sin éxito alguno. Cerré mis ojos deseando que esto terminara de una vez por todas, pero sabía que no acabaría pronto.

—¿Mami? —recién despertaba y sentía ruidos, llegué a su habitación y ahí estaba ella con un hombre— Mami.

El hombre se levantó de encima de ella y los dos pusieron sus ojos en mi, ¿cómo sabría una niña de dos años lo que estaba sucediendo?

—¿Tú hija? —habló el hombre con una sonrisa en su cara.

—Si —respondió ella besando sus labios— Más adelante, nueva chica para la casa.

Ellos comenzaron a besarse y el único sonido que se podía podía escuchar en la habitación era el sonido de sus besos, hasta que el hombre habló y yo tomé mi muñeca de trapo para comenzar a jugar.

—La quiero ahora.

—¿Qué? —escuche a mi mamá.

—Ahora , te pagaré el doble.

Luego de unos largos segundos ella respondió —Esta bien.

Ella se levantó de la cama, estaba sin ropa, se acercó a mí y me tomó en brazos, nuevamente se acercó a la cama y me dejó al lado del hombre.

—Hola pequeña —habló aquel hombre.

—Hola —sonreí inocentemente.

—Quiero que hagas todo lo que él te diga —me habló mi mamá— ¿esta bien?

—Si mami.

Ella se levantó de la cama poniéndose una bata y se marchó, yo miré al hombre que me miraba con unos ojos oscuros y una aterradora sonrisa. Tomé mi muñeca y el hombre puso sus manos sobre mi cuerpo, sacó rápidamente mi pequeña ropa hasta dejarme completamente desnuda.

—¿Me vas a bañar? —lo miré.

—No, haré algo mucho mejor.

Me acostó en la cama y puso sus labios sobre mi pequeña boca.

No aguantaba esto, no aguantaba que la historia se repitiera una vez más, no podía repetirse. Como pude, mordí fuertemente sus labios y esté se alejó rápidamente llevando su mano a su boca, sangre se esparcía por su mano.

—Eres una perra —el enojo se notaba en sus palabras— Te enseñaré quien manda aquí.

Se alejó dándome la espalda y cuando pude observar mejor lo que tomó en sus manos, el pánico se apodero de mi.

—¡No! —grite— Por favor, no.

—Muy tarde —dijo.

Se acercó con la jeringa en su mano y con la otra que tenía desocupada, agarro fuertemente mi cabello haciendo ladear mi cabeza, pude sentir un pinchazo en mi cuello y una vez mas, todo se volvió negro.

*

Un fuerte dolor sentí en mi entrepierna y cuello, esté dolor era el mismo que sentía después de las noches que pasaba con los hombres desconocidos.

Un gruñido salió de mis labios y abrí mis ojos, la habitación estaba oscura pero algo de luz entraba por la ventana. Ahora estaba acostada en una cama, pero tenía mis manos y piernas amarradas en cada esquina de la cama.

—No, no, no, por favor no.

Levanté mi rostro para poder observar mi cuerpo y quise que la tierra me tragara o morirme ahora mismo. Mi ropa estaba hecha pedazos, la mayor parte de mi cuerpo estaba al descubierto y tenía moretones en todo el cuerpo.

—¡Ayuda! —grite fuertemente— ¡Que alguien me saque de aquí!

Traté de soltarme pero las sogas estabas muy bien sujetas así que era imposible soltarme y poder salir de aquí.

Cerré mis ojos fuertemente y sentía las lagrimas mojar mis mejillas rápidamente; yo no lloraba hace años, la última vez que llore fue cuando vivía en la casa de putas de mi mamá y juré nunca mas volver a llorar.

—¿Por qué a mi? ¿Por qué todo lo malo me tiene que pasar a mi? Joder, yo jamás debí de nacer, mi vida es un asco.

Sollozaba bajo para que nadie pudiera escucharme, me veía totalmente devastada y deprimente, daba pena. Maldito sea el día en que la jodida mujer que por desgracia es mi mamá, me dio a luz.

Unos pasos sé escucharon cerca de la habitación y sentí mucho miedo, no quería estar consciente si nuevamente abusaban de mí, prefería mil y un veces estar inconsciente antes de presenciar aquello.

La puerta se abrió de golpe y ante mis ojos estaba Bruce, predio la luz y pude ver que estaba con unos pantalones deportivos y con el pecho descubierto, una sonrisa apareció en su rostro al verme despierta.

—Ahora si que disfrutaras esto —dijo acercándose a mi.

—No te atrevas —traté de sonar fuerte pero falle, mi voz se quebró.

—Oh si, lo haré —rió y se posicionó encima de mi.

Una vez más, cerré fuertemente mis ojos. Las manos de Bruce pasaban por todo mi cuerpo junto con sus asqueroso labios y lengua. Asco, asco, asco.

—Por fin serás mía —beso mis labios y metió su lengua a mi boca, quise vomitar— Y ahora lo disfrutaras tanto como yo.

Lo único que sabía que sentiría, era asco y nada mas que asco.

No Sense ➸ Jason McCann {jb}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora