Sabiduría de la Cordura, Dos

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Luego de su pequeño paseo en el parque y el extraño encuentro con ese ser de características similares a él, por no decir iguales. Tsugaru regresó al departamento de Psyche.

Craneando las palabras de disculpa que le diría al muchacho, abrió la puerta del lugar; caminó hacia la cocina para dejar las llaves, extrañado miró a todos lados en busca de algún sonido o indicio de que Psyche estuviera en casa.

—¡Psyche!, ¿Dónde estás? —soltó el mayor mientras caminaba hacia el salón de estar. Siempre mirando hacia los lados; inspeccionando el que su querido Psyche no le estuviera jugando una broma en forma de venganza por no avisarle que saldría. Se detuvo en el centro del departamento, entre el salón de estar y ese extraño escritorio ubicado delante del gran ventanal que se extendía por el primer piso. Estaba atardeciendo, el cielo estaba teñido de un suave color anaranjado, el cual se colaba por los magnos ventanales dejando que el primer piso se iluminara de un tenue color anaranjado.

Tsugaru se acercó hacia el escritorio, lleno de papeles ordenados en distintas carpetas. Un gran computador junto a otra pantalla anexa y un tablero de ajedrez atiborrado de numerosas piezas de distintos juegos, tanto ajedrez; damas, shogi, go. Entre otras.

No le dio mucha importancia a los papeles u otros objetos que estaban encima del escritorio. Le dio la espalda al mueble quedando frente a frente con su reflejo, se observo detenidamente. Se sentía extraño, como si llevara un saco de piedras sobre la espalda.

Tenía menos de un día de conocer la situación de Psyche.

¿Por qué se sentía tan abrumado?

Observando hacia la calle del tranquilo barrio de Shinjuku, Tsugaru suspiró. Con una mano se apoyó en el cristal, cerró sus ojos durante unos segundos recibiendo la frío que entregaba el ventanal. Volvió a abrirlos, se enderezo y sacudió su cabeza.

 Debía buscar a Psyche.

Como si un milagro fuera y cumpliera con los pedidos del chico. Un pequeño destello hizo reflejar el interior del departamento en el cristal.

Tsugaru ahogó un grito.

Sin dudar, Tsugaru giró sobre su eje y corrió hacia donde se encontraba el chico. Estaba tirado boca abajo entre el sillón y la mesa ratona que tenía el salón de estar.

  —¡Psyche! 

Se tiró frente al cuerpo, lo tomó de los hombros dándolo vuelta de forma lenta. Lo inspecciono completo esperando no encontrar alguna herida o indicio de ella, pero nada. Solo estaba inconsciente.

Con el ritmo cardíaco más bajo Tsugaru levantó a Psyche al estilo nupcial y se encaminó hacia la habitación del chico.

Luego de acostarlo en la gran cama, Tsugaru acarició el pequeño e hinchado pómulo del muchacho; quitando algunos mechones rebeldes de su rostro se levantó dejando a Psyche en la habitación.

Bajó hacia la sala de estar y busco dentro de los bolsillos de su chaqueta, saco su teléfono celular, era sencillo y eso le gustaba. No como los de Psyche que eran casi un computador al lado del suyo. Ingresó a la agenda del celular; buscó dicho número.

Kishitani Shinra.

                        O-o-O-o-O-o-O 

Dentro de aquel departamento se encontraba la dullahan vestida con su típico traje negro; sobre el cual llevaba un amoroso delantal rosado mientras cortaba algunos vegetales en tanto la olla hervía a un lado.

Escuchó el sonido de la puerta mas no se inmutó y siguió haciendo lo suyo.

—¿Celty? —preguntó Shinra desde el salón, dejando su bata colgada en el respaldo de una de las sillas del comedor. Caminó hacia la cocina y soltó una boba sonrisa.

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