Capítulo 3: Construyendo barreras

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El amor es algo extraño. Llega de la nada. No lo tienes que buscar solo choca y estalla de pronto en tu vida. No importan tus planes ni nada. 
Cuando entre a la clase de programación me di cuenta de que todo seria mas complicado de lo que pensé.
Tenía 40 chicos en un salón, cada uno con una máquina y una mirada llena de ilusión y esperanza. En algunos pude notar una risita que denotaba superioridad.

Nuestro profesor empezó con una presentación para conocernos mejor y dejo en claro lo importante que era el trabajo final para pasar ese curso. Al parecer todos se tomaron muy en serio el aviso porque al iniciar las presentaciones todo el salón se inundo de un silencio casi sepulcral.   Todos prestamos atención a las presentaciones intentando leer entre líneas para escoger el compañero correcto. Muchos eran muy tímidos y eran mas concisos. Otros miraban al piso y evitaban el contacto visual. Algunos dejaron en claro sus habilidades adquiridas en programación tomando cursos antes de iniciar la universidad o siendo autodidactas. Uno de ellos me pareció especialmente interesante.
"Mi nombre es Erick tengo 17 años soy programador web y amo la música"

No pude evitar un mini ataque de risa que se escucho más como un espasmo nervioso que nadie noto. Nadie excepto él, que me fulminó con la mirada hasta congelarme los huesos.
No puedo negar que me dio miedo. Erick no tenia un aspecto macabro en absoluto, sus rasgos angelicales y sus ojos marrones claros podían engañar a cualquier persona. Pero su mirada quitaba todo rastro de amabilidad en ese chico. Como podía alguien tan lindo ser tan oscuro. 

Cuando me volví a conectar al mundo real. Escuche la voz del profesor y sus ojos clavados en mi. Se notaba un poco irritado al parecer no era la primera llamada. Me levante como pude e intente de dar la mejor impresión.

No sé si le ocurre a todo el mundo pero cuando me presento a personas totalmente desconocidas, de las que realmente no espero nada, suelo ponerme muy nerviosa. Mis manos sudan, mi tono de voz cambia, intento con desesperación gesticular pero luego termino aferrando mis manos a lo que tenga cerca (cabello, bolsillos, labios, lentes, mi cartuchera de elefante, etc). Ademas de lo vergonzosa que puede resultar esa combinación de tics, nada es mas doloroso que escuchar mi voz y sentirme traicionada por mis oídos.

"Hola a todos. Mi nombre es Julieta y amo aprender nuevas cosas. Soy autodidacta y terca en los trabajos. Mi principal motivación es crear soluciones de software que las personas necesiten y facilitarles la vida. Si me pagan por hacer eso seria una doble recompensa"

Termine con una sonrisa tímida y segura a la vez. Se puede decir que me podía describir a la perfección como una suma de contradicciones. La mayor parte del tiempo.

El chico que se sentó a mi costado empezó a hablar al instante. Parecía mas nervioso que yo con esto de la presentación. No pude evitar sentirme bien al sentir que no era la única a la que le ponía en aprietos estas situaciones. 

"Mi nombre es Kile y tengo 20 años. Me gusta programar desde pequeño. Espero encontrar lo que busco en este curso"

"¿Que buscas en este curso?"

El profe tenía un rostro de curiosidad que parecía repetirse por todo el salón. El mismo patrón.
Si quería llamar la atención, lo había logrado.

Vi a Kile quedarse mirando a un punto fijo en el medio de la pizarra y luego pasarse las manos nerviosamente por el cabello. A simple vista se podía notar que estaba nervioso y no esperaba la pregunta del profesor, pero sus movimientos parecían planeados para dar su mejor angulo.
Luego de algunos segundos Kile destruyo el momento tensión con una sonrisa digna de portada de revista. No denotaba superioridad como otros. Era mas bien un aire de seguridad y audacia.

"Aprender lo suficiente para hacer de este mundo un lugar mejor para todos. Generar un cambio e igualdad con nuestras creaciones. ¿verdad, Julieta?"

Era verdad, cada palabra, era como si me conociera de toda la vida. Supongo que lo normal era asentir o decir algo. En lugar de eso, me sonroje y me quede sin palabras. No salia nada.
El me sonrió y me destruyo. Estaba demasiado cerca como para no notar sus pómulos altos, sus pestañas largas, sus ojos oscuros y profundos, su ligero aroma a café, su sedoso cabello, su voz cuando dijo mi nombre y sus labios. Hasta mi nombre dejaba de ser trágico en sus labios y se convertía en algo bello y perfecto.
Entonces entendí que estaba perdida, debía alejarme de él. Tenía que comenzar a construir las barreras cuanto antes.
Esta era mi guerra al amor y la estaba perdiendo miserablemente por un chico que acababa de conocer.

No permitiría que volviera a pasar. 
El profesor vio el reloj y anuncio el final de la clase. Casi al instante, salí corriendo del salón como si mi supervivencia dependiera de ello. Finalmente, aquella sensación en mi garganta y en mi estómago era real y la amenaza me taladraba la cabeza.

Kile era mas peligroso y letal que Erick. El amable Kile era una amenaza y debía buscar una solución.


Un año desastrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora