Capítulo 5: Adolf.

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A cinco días para empezar el curso, mi madre llevó un hombre a casa sin previo aviso, en unas horas que no cuadraban con su horario de trabajo ... Pensé en esconderme corriendo a mi habitación, pensando que posiblemente era un cliente suyo que se había llevado a casa por alguna razón, pero me tranquilicé al ver que aquel señor no pretendía nada con mi madre, al menos no a cambio de dinero. Más bien al revés.

Mi madre me contó que aquel hombre era Adolf, el taxista que la llevaba todas las noches en casa y que se habían conocido, habían tenido un par de citas, que se habían enamorado y que a partir de ahora viviría con nosotras.

"Perfecto, gracias por avisar, mamá".

Pero lo entendí todo mejor cuando mi madre me dejó caer un día que Adolf había recibido una herencia por parte de su abuela, una herencia de mucha pasta.



Cuando vi a Adolf le encontré pinta de persona benévola, no sé qué pensó él de mí pero tras presentarse y darme dos besos me preguntó si había leído alguna vez Desayuno en Plutón y cuando le dije que sí, me dijo que podríamos ver la película algún día juntos.



Adolf me cayó bien enseguida por numerosas razones.

1. No me hizo ninguna cara extraña en ningún momento. Es más, me tenía mucho respeto.

2. El primer día, sentí como le preguntaba a mi madre si era buena idea eso de que él estuviera allí, por si me incomodaba. Mi madre dijo que daba igual y él dijo que no quería ser una molestia pero mi madre insistió y él decidió quedarse. Pero bueno, de todos modos me tuvo en cuenta.

3. Conocía Desayuno en Plutón.

4. Aunque mi madre la mayoría de veces me seguía llamando Michaell, él siempre me llamaba Grace.

5. Le gustaba David Bowie.

6. Tocaba la guitarra y me prometió que me enseñaría si quería.

Así que le di una oportunidad y decidí ver Desayuno en Plutón con él un día que mi madre estaba fuera de casa. Me encantó aunque no le encontré mucha fidelidad al libro, pero eso no hacía que dejara de ser una obra de arte. Adolf, incluso lloró en el final.



- ¿Qué te gustaría ser de mayor, Grace? -Me preguntó Adolf un día.

- Hmmm ... -Pensé. -Me encantaría ser cantante o algo por el estilo. Pero el caso es que el día que me opere seguramente mi voz cambiará mucho ...

-¿Pero te gustaría aprender a cantar? -Me preguntó.

Asentí y aquella misma tarde él convenció a mi madre para que me apuntara a clases de canto.


No hay sitio en el cielo #ConcursoLGTBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora