"INSOLENCIA"

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Se podía escuchar el tick tack del reloj de pared de aquella desolada oficina, y el rechinar de unos converse sucios contra el suelo que jugueteaban sin cesar, en aquel lugar se encontraba una chica de unos 17 años, no era muy delgada pero tampoco era muy gorda, tenia un cabello lacio y negro que se le resbalaba por las orejas, una tes blanca un poco tostada por el sol y unos enormes ojos cafés claro que si bien les daba la luz del sol podrían simular ser casi dorados.

Kate Rose Pieterse esperaba ansiosa a que su madre saliera de la oficina del director, previo a esto se encontraba ahí por las razones equivocadas según ella.

-¿no tiene nada de malo hacer justicia con tus propias manos?- pensó

Meredith Holmes había acusado a Kate de tenerle envidia por ser mucho mas bonita y adinerada que ella, evidentemente a Kate no le importo en lo absoluto las acusaciones ridículas que hacia está sobre ella, pero todo se salio de control cuando Meredith comenzó a gritarle que ella no podría entender el afecto de familia, pues teniendo una familia separada, no sabría lo que era tener un padre que la trate como primera opción y no como segunda, y que por eso su padre engaño a su madre por que nunca le importo en realidad su familia.

Kate volteo y se abalanzo sobre La chica, con las manos estrugandole la garganta mientras que nadie en el salón se movía para salvar a una o para quitar a la otra, en cierta forma la mayoría querían ver como le daban su merecido a la bruja de Meredith. Ambas chicas terminaron en el piso del salón peleando una contra la otra, la rubia se defendía arañandole la cara a Su contrincante mientras que Kate le estrugaba la garganta con una mano y con la otra la abofeteaba. Justo a tiempo llegaron los amigos de Kate para quitarla de encima de la bruja, Vanessa la agarraba de un brazo para que se detuviera y Felicity la ayudaba del otro lado, pero sus intentos fueron en vano por que, por mas que forcejearan Kate estaba decidida acabar lo que empezó.

-¡EVAN AYUDANOS POR FAVOR!- gritaba Felicity, mientras continuaba forcejeando por separar a su amiga.

Al salón entro corriendo un chico alto y distraído que veía muy poco convencido la escena que tenia enfrente, le tomo un momento asimilar que eran sus amigas las que se encontraban casi en el piso. Coloco sus manos sobre la cadera de Kate y con toda su fuerza poco a poco la fue desprendiendo de encima del cuerpo de Meredith. Kate continuaba forcejeando mientras que La Rubia lloraba y movía la boca sin gesticular palabras, había quedado afónica de tanto gritar.

Los de salón por fin se dignaron ayudar a Meredith, mientras que Felicity, Vanessa y Evan se llevaban a Kate casi arrastrando a los baños de Chicas.

-¿Que acaso estas loca?- pregunto Felicity enojada, se le podría ver en sus ojos cafés obscuro lo indignada que estaba con su amiga.

-Ella empezó, y si eres mi amiga y me conoces bien, sabrías de sobra que no me iba quedar parada de brazos cruzados- contesto Kate aun molesta

-¡Si! ¡pero tu casi la matas, si no hubiéramos llegado ahorita esa mujer estaría mas morada de lo que ya esta!- dijo Vanessa mientras se recogía los rizos de su cabello y acomodaba sus lentes.

Kate se miro en el espejo del baño estaba toda roja y sudorosa de la cara y aun le cosquilleaban las mejillas del coraje que tenia, volteo a ver a sus amigas que ya no la miraban enojadas si no mas bien preocupadas, el rostro de Felicity se relajo y comenzó a tranquilizar a Kate al fin y al cabo ella era la voz de la razón. Felicity se distinguía en eso en dar buenos consejos a pesar de que su vida podría llegar a ser mas desastrosa, era una chica de mediana estatura pero tenia unas palabras mas grandes que ella misma, una tes morena y unos cabellos delgados y lacios castaños que bien colgaban como cortinas detrás de su espalda. Vanessa sin embargo era una chica alta de cabello rizado entre color negro y castaño y tenia unos ojos pequeños que se escondían detrás de sus lentes, era de esas chicas que pueden ser inteligentes y divertidas al mismo tiempo sin exagerar y era en la mayor parte la que sacaba de problemas a Kate.

De pronto resonó la voz del director por todas partes.

-Kate Rose Pieterse favor de presentarse en mi oficina de manera inmediata- dijo el director por el megáfono.

Ella cerro los ojos y salio del baño sin despedirse de sus amigas, al salir vio a Evan y Jason que estaban recargados en la pared platicando de manera frenética. Jason la miro y movió la cabeza de manera negativa, Evan se acerco y solo le dio una palmadita en el hombro en señal de apoyo.

Y es así como llegamos al principio Kate sentada jugueteando con sus pies esperando a que su madre salga. De repente la puerta se abrió y salio su madre con una expresión seria en el rostro ni siquiera volteo a ver a su hija, enseguida de ella salio el director que señalaba con la mano para que se retirara.

-Y bien ¿Cuantos Días?- pregunto a su madre mientras caminaba a lado de ella.

Su madre voltio justo a tiempo para verla y asegurándose que estuvieran lo suficientemente lejos de la escuela, comenzó a gritarle de manera frenética.

-¡Eres una Insolente! ¿Cuando aprenderás a comportarte eh? ¿Cuando? ¡Ya suficiente tengo con tu padre y mi matrimonio para que salgas con esto!- dijo la Señora Pieterse mientras se mase ajaba las sienes con sus dedos. Kate se quedo callada con la cabeza abajo mirando fijamente el pavimento sobre el que se encontraba.

- Diez meses Servicio Comunitario- dijo la Señora Pieterse recuperando la compostura.

-¡¿Que?!, pero si no mate a nadie- dijo Kate sorprendida.

-Pues tienes mucha suerte de no haber sido expulsada tu ve que rogar, estas apunto de ir a la Universidad y no quiero mas problemas Rose- dijo la madre de Kate antes de exaltarse otra vez.

-¿Y a donde tengo que ir?- pregunto Kate

-Al Sanatorio Hamilton esta a las afueras de Great Barrington, empiezas el lunes- dijo la madre de Kate mientras se subía al auto y cerraba con suma violencia la puerta.

Kate comenzaba a resentir las consecuencias de su propia insolencia, si hubiera sido mas paciente no estaría 10 meses limpiando traseros de enfermos mentales por su poca paciencia.

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