Jimin se sentía horrorizado al ver la pequeña manita de Yoongi con una fea grieta dibujada sobre ella, el día parecía haber sido perfecto, pudo notar una sonrisa en el rostro de Yoongi mientras estaban recostados sobre el pasto, sin embargo, al final todo parecía haber conspirado en su contra cuando aquella desgracia le ocurrió a Yoongi.
—No importa, tarde o temprano iba a pasar algo así, estoy bien, Jimin -Yoongi le sonrió débilmente tratando de animarlo aunque en realidad no sabía que sentir acerca de aquello—. Fue un buen día, espero que salgamos más.
—Te dije que las salidas con Jeonggukie son maravillosas —Jimin de pronto parecía quedarse sin mucho que decir.
Los dos estaban acomodados como siempre, Jeongguk estaba dormido sobre la cama y ellos estaban encima del baúl de juguetes, la noche ya estaba avanzada pero ambos seguían despiertos.
—Jimin, ¿Podrías tomar mi mano? —Yoongi dijo aquello apenas y Jimin obedeció de inmediato—. Me siento tranquilo cuando lo haces.
Cualquiera que pudiera ver aquella escena podía quedar encantado, ambos muñecos parecían casi humanos de aquella manera tan especial, sujetaban sus manos como si aquello fuera la mejor cosa que podían hacer para demostrar que sentían, que realmente eran más que lo que aparentaban. Ambos se sentían como pequeñas piezas de algo más grande, destinados a ser y a sentir las cosas más puras que el mundo podía ofrecerles.
Al día siguiente ambos se sorprendieron al ver que Jeonggukie no estaba en su cama, normalmente cuando el sol se ponía en su punto más alto, el niño seguía durmiendo con una sonrisa bien dibujada en el rostro, cosa que daba una inmensa tranquilidad a Jimin, sin embargo, ese día la rutina del verano se rompió pues Jeongguk regresaba a clases y Jimin lo había olvidado por completo hasta que escuchó el sonido de pisadas en la planta baja y luego la vocecita de Jeongguk despedirse de sus padres antes de cerrar la puerta y escuchar el autobús que se alejaba hacia su escuela.
Jimin se asomó por la ventana y pudo ver el autobús lleno de niños encaminarse a la primaria, él sonreía, pero Yoongi se veía preocupado.
—Él va a regresar, ¿Verdad? —Yoongi le cuestionó observando la pequeña grieta en su pálida mano.
—Por supuesto, él va a regresar pronto, todos los días a partir de ahora serán iguales, él se irá un rato pero luego vendrá a jugar toda la tarde con nosotros, no te preocupes —Jimin le sonrió y Yoongi hizo un gesto parecido—. Mientras tanto, tenemos la habitación para nosotros.
Al final ambos terminaron compartiendo ideas y tratando de explicar los nuevos sentimientos que estaban aprendiendo a diferenciar, ellos eran especiales pues parecían captar las emociones de su alrededor y las hacían propias, en este caso, Jimin y Yoongi eran el reflejo de todas las emociones de Jeongguk, quien era en su mayoría un niño lleno de emociones simples y positivas, el rencor, la melancolía y el odio eran sensaciones aún desconocidas para él y por lo tanto también para sus peculiares muñecos.
Cuando el cielo se estaba tornando de un color amarillento anunciando el atardecer, Jimin y Yoongi se sentaron en el escritorio que quedaba justo adelante de la ventana y observaron aquella vista en silencio, como esperando que nada se les escapara y atesorando aquel momento como uno de los más bellos que habían tenido la capacidad de apreciar, aunque no lo expresara Yoongi sentía celos de lo simple que parecía ser la vida en un cuerpo humano, ellos parecían tener al alcance de sus capacidades y no vivían con el miedo de llenarse de grietas y finalmente dejar de existir al romperse, él era una figura de porcelana con sentimientos y aquello le parecía el peor castigo que hubiera podido recibir, observando la fea marca en su mano le hizo sentir algo parecido al llanto, pero que no dejaba ninguna lágrima salir de sus ojos de cristal.
Jimin escuchó los leves sollozos de Yoongi y sin saber que hacer tomó con extremo cuidado la mano agrietada, tratándola como la cosa más preciosa y delicada que había podido alguna vez tocar, simplemente la acunó entre sus dos manitas de tela y poco a poco aquellos lamentos se apagaron y dejaron a Yoongi con aquella leve sonrisa de labios gatunos y de un rosado pálido. La calidez que Jimin le ofrecía le parecía casi irreal, no entendía que era aquello que le transmitía, era algo parecido a la felicidad, pero más que propia era el sentimiento de sentirse feliz por alguien más, lo que sentía era cariño, pero en ese momento aún no era consciente de la existencia y el significado de aquel sentimiento.
Jeonggukie entró a su habitación y se sorprendió de encontrar a sus muñecos en un sitio completamente distinto a donde los había dejado, aunque lejos de sentirse incómodo, sonrío y los acomodó con el cuidado de siempre sobre el cojín encima del baúl de juguetes, como si Jimin y Yoongi fueran los reyes de todas sus demás posesiones, aunque de pronto su sonrisa se vio reemplazada por un ceño fruncido, pues vio la pequeña grieta en la mano de Yoongi y con delicadeza la observó de cerca y sin alarmarse puso manos a la obra sacando de su escritorio pegamento y pinzas, sus manos infantiles eran hábiles y sin tardar demasiado dejo la mano de Yoongi más estable, la grieta seguía visible como recordatorio de que debía ser más cuidadoso, pero al menos Yoongi se sentía más seguro de aquella manera, quiso agradecerlo de alguna forma a Jeongguk, pero sabía que era imposible, entonces simplemente se limitó a sonreír en grande cuando el niño se quedó dormido.
—Jimin, ¿Cómo se dice cuando quiero demostrarle a alguien lo feliz que estoy por algo que hizo por mí? —dijo aquello en voz baja, como con miedo de que el pequeño se despertara.
—Se llama gratitud, es una emoción muy bella, ¿No lo crees? —Yoongi de nuevo sonrió y le mostró a Jimin su mano reparada.
—Empiezo a comprender porque tienes esa necesidad de sentir, las emociones humanas me hacen creer que estoy vivo, aunque eso no sea cierto del todo.
—Siempre lo he dicho, sentirse vivo está más allá de verdad estarlo.
Yoongi se sintió de pronto con una enorme necesidad de tomar las manos de Jimin y hacer aquello que siempre veía que la madre de Jeongguk hacía cuando el pequeño se iba a dormir y simplemente le plantó un simple beso en la frente, sintiendo que aquello era una forma de transmitir sentimientos sin decir nada más, Jimin se tomó aquello por sorpresa pero entendió el mensaje de Yoongi.
Cariño, esa era la palabra que ambos trataban de compartir.
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Porcelain and Poetry | YoonMin
FanfictionDesde el punto de vista de dos muñecos, la juventud de su pequeño amo está llena de misterios y enseñanzas, gracias a ello el cariño toma una connotación profunda que les hace sentirse casi humanos Una bella tragedia pintada en tonos pastel. ㅡGéner...