Estoy de pie y lo único que veo es un árbol solitario en una gran llanura sin fin. No consigo llegar a él, así que corro lo más rápido que puedo, pero todos mis intentos son en vano. Una vez más, opto por rendirme. Cierro los ojos, respiro hondo y hago que mi pulso vuelva a la normalidad. Un calambre terriblemente doloroso atraviesa mi columna y abro los ojos de golpe. Estoy sudando.
Todo en mi habitación sigue igual. La puerta cerrada, el escritorio lleno de libros desordenados y el piano cubierto de capas y capas de partituras revueltas. Un suspiro sale de mi boca. No era consciente de que estaba conteniendo la respiración.
Tras un último vistazo, recojo unos pantalones y una camiseta de deporte casi sin darme cuenta. Ando de puntillas por el pasillo para no despertar a mis padres y entro en el baño. Una ducha fría por la mañana siempre sienta bien estos últimos días de verano. Me gusta porque puedo pensar. Pensar sobre quién soy. Pensar sobre qué hago y por qué.
Me llamo Bianca y tengo 16 años. Soy una persona normal, corriente y aburrida. Soy alumna de matrícula y toco el piano... Todo lo que unos padres podrían desear. Aunque, realmente, no hay nada interesante que contar. Me encanta salir a correr. Yo sola y mi música. Siguiendo el ritmo con mis pasos y estando en contacto con la naturaleza.
Una vez estoy vestida, me acerco a la cocina, donde está mi madre. Rubia, esbelta y con facciones muy dulces, me sonríe mientras desayuno a toda prisa.Mientras recorro mi ruta habitual, me doy cuenta de que hay algo diferente hoy, no sabría cómo explicarlo del todo, pero los sonidos parecían inusuales. Apago la música, miro a mi alrededor y sigo corriendo. "Será mi imaginación. Las pesadillas me están afectando".
Vuelvo a parar. Tengo la sensación de que alguien me vigila. Aunque nadie suele estar fuera a las siete de la mañana, y menos aquí... "Esto me da mala espina". Me doy media vuelta y corro de vuelta a casa.
Por el camino me cruzo con Elena, mi vecina, una persona un poco entusiasta para mi gusto. Me da un fuerte abrazo.
-¿Qué haces de vuelta tan temprano?-ella siempre sale antes de que yo vuelva
-Pues... Estaba cansada y he acortado el camino hoy- "Me tomaría por loca si le contara..." Le doy una sonrisa falsa. Seguirle la corriente es lo mejor que puedes hacer si quieres que te deje en paz.
-Vale, ¡Adiós!- me guiña un ojo y se va andando y despidiéndose moviendo la mano con efusividad como si tuviera seis años.
Nada más llegar, entro por la puerta de atrás y me doy un baño en la piscina. Mi casa, aunque grande y vacía, me resulta acogedora. Supongo que su estilo blanco parecido a las casitas de la Toscana me da paz.
Nado y nado hasta que las piernas ya no me responden y no puedo respirar. Parece que es hora de entrar.
Mamá, para variar, me regaña por no contestarle a los mensajes. Pero luego, como siempre, me da un beso y me hace saber que se preocupa por mí."La amo".
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Suspiros
Teen Fiction¿Qué harías si descubrieras que tienes habilidades que otros no? ¿Y si ni siquiera tú sabes quién eres? Un camino lleno de piedras y alguna flor. Un corazón dividido. Grandes decisiones que tomar. Y muchas muchas consecuencias.