VIII

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Del frágil mundo de los aromas: las leyes establecen que una vez que se ha encontrado a su compañero destinado nadie puede interferir en la relación.

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Kim TaeHyung se revolvió entre sus sábanas. Sobre su cabeza movía perezosamente el aire tibio un ventilador, quitándole cierta parte del bochorno del clima en ese particular día. Aunque por otra parte el frío comenzaba a sentirse. Era un clima del asco. No podía sosegarse, lo que le ahuyentaba el sueño y acrecentaba su mal humor. No había sido una semana fácil, más bien sentía que las horas transcurridas en esos siete días aplastaban su espalda y le impedían levantar la cara para mirar al frente. 

Las emociones de esos días eran diversas, una mezcla heterogénea que resultaba en una aberración. Aún no asimilaba del todo lo acontecido en el cumpleaños del miembro más joven de la manada, lo que implicaban las palabras de SeokJin al respecto. Repentinamente una chispa había caído en la madera seca de un  manzano chino, el humo se levantaba como una columna casi transparente pero que paulatinamente marcaría la existencia del fuego. Entonces sería demasiado tarde para intentar hacer algo, y TaeHyung sentía que sería algo catastrófico. Le bastaba con recordar la mirada turbia de su líder, como la adoración en ellos se oscurecía hasta transformarse en los ojos de una bestia. ¿Era correcto dudar de su amigo, líder y compañero? Sus sospechas se apretaban como una banda ajustada alrededor de su cráneo. 

Y solo como si no fuera suficiente estaba HoSeok, el beta que le pertenecía porque así lo había dictado su destino pero que no podía sostener junto a su corazón mientras este no lo quisiera así. El recuerdo de los besos intoxicantes del beta corroían sus labios y congelaban sus venas, le hacía doler el pecho la frialdad de sentirse lejos de él. 

Pese a compartir habitación cada uno tenía su cama individual, y mientras no estuvieran en celo no intentarían hacer algo que hiciera sentir incomodo al otro. TaeHyung solía tener la mente despejada y clara en los momentos en que sus hormonas no se interponían en su camino, de modo que respetaba las peticiones de HoSeok sobre no dormir juntos, tampoco podía acariciar sus glándulas odoríferas del mayor. 

Ponía a HoSeok en su corazón y en sus ojos pero no en sus manos ni contra su piel. No era suyo pero TaeHyung le pertenecía que se consolaba patéticamente con tener su aroma envolviéndolo. 

A veces, mientras la luna recorría el mundo y bailaba hasta cansarse y no regresar al escenario estelar, pensaba que su amor destinado era una equivocación. Si él fuese lo que Hobi necesitaba no estaría ahí lamentándose por las migajas de afecto que recibía. Y cuando la luna ondeaba su vestido plateado se decía que simplemente necesitaba aferrarse a ese amor y ser paciente. 

¿Sería una gran tribulación su amor y el de HoSeok? ¿Lo sería el de su mejor amigo y el pequeño de la familia? 

Se arrastró unos cuantos centímetros hasta sacar medio cuerpo de la cama, inclinándose sobre su mesita de noche para sacar de la puertita del mueble un libro enorme. En la tapa dura y negra, grabado en dorado rezaba "Naturaleza del lobo". En las blancas páginas se plasmaban los conocimientos básicos y necesarios para cada uno de los tipos de lobos que componían la sociedad. Se saltó el apartado que se dedicaba a los Alfas para centrarse en la poca información de los deltas.

Centrado y en letras mayúsculas el grabado de DELTAS empezaba con la estadística. Pintando de manera breve el panorama del grupo minoritario de la población.

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