Capítulo 10: "Tengo algo que objetar"

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Quiero morir ahora mismo, ¿alguien me tira por un barranco o me atropella con su coche? Soy tan inteligente (nótese el sarcasmo) que me puse a hablar de mi matrimonio con Aiden delante de la persona que me gustaba. Bravo, un aplauso. Y eso no es todo, ahora mismo voy en un avión a mi pueblo natal en Suecia, con Aiden. Mirad, esto fue lo que pasó hace unas horas...

11:03, MADRID, ESPAÑA.

El Rubius apareció en mitad de mi conversación, al parecer, Mangel le había contado que nos había visto juntos antes (Mangel, se donde vives...)

-Y-yo no... -pero fue demasiado tarde para enmendar mi error de no haber cerrado el pico. Me miró con cara triste y a mi no se me ocurrió nada más inteligente que irme corriendo hacia casa, sin mirar atrás, e ignorando las llamadas de los otros dos chicos. Entré a casa, cerré la puerta con pestillo (para que no se pudiese entrar dentro, ni con llave) y me fui a mi cuarto. "Oh, para llorar como una magdalena y pensar en lo subnormal que soy, y en que he echado mi vida a perder, para luego ir a cortarme las venas como una emo" Pensaréis, pues va a ser que no. Yo nunca he sido una chica de esas que se deshace en llanto ni nada de eso, me meto en mi cuarto a darme cabezazos contra la pared y maldigo a todo el mundo. Llaman a la puerta e intento no escucharles. Me canso y llamo a mi madre con el móvil, para reprocharle por haberme parido en Suecia. (se lo digo 19 años y 9 meses tarde, pero bueno)

-¡QUÉ SE SUPONE QUE HAS HECHO! -dije entre pequeños sollozos (vale, lo reconozco, se me escaparon cuatro lagrimitas, CUATRO NADA MAS, y eran lágrimas de hombre, que conste) creo que la dejé sorda, es lo que tengo yo cuando me enfado.

-¡¿Hija, pero que te pasa ahora?! -mi madre soltó alarmada, yo le conté lo de Aiden- Cintia... -con tono aparentemente triste- ¡Me alegro mucho de que te hayas encontrado con tu prometido, ya podréis casaros, como manda la tradición! -me quedé de piedra, no tenía que haberle dicho nada, ahora nos tendríamos que casar, sí o sí.

-¡Mamá, pero que yo no me quiero casar! *snif*

-Hija, es la tradición, debes cumplirla, estaís destinados a casaros y tener descendientes... Quieras o no -se me adelantó.

-¡No quiero! ¡No me harás cambiar de idea!

-Hija, que ya tienes 19 años, tienes que comportarte como una adulta -ahí tenía razón, parecía una niña pequeña a la que le obligaban a hacer algo, pero igualmente, yo no me quería casar... No lo malinterpretéis, me cae muy bien Aiden, pero... No me quiero casar con él. No le quiero a él. Ahora mi decisión de casarme se tornó de "no" a "definitivamente no". -No me hagas enfadarme, hija mía. Yo te quiero mucho, pero... Tienes que casarte. -"¡Un no, es un no!, ¿como te lo cuento, madre?", creo que pensé en voz alta, por que no se lo tomó muy bien- ¡Ya me he cansado, CIntia! ¡Ahora mismo mando a Albert a recogeros, no hay más que hablar! -me colgó. Albert es mi (bueno, nuesto) mayordomo, y si lo que habia dicho mi madre iba en serio, ahora mismo está viniendo en avión hacia a aquí, para llevarnos al pueblo.

Me entraron ganas de coger el móvil y tirarlo contra la pared con todas mis fuerzas, pero entonces, destruiría el único modo que tengo para comunicarme con mi madre, por si cambia de idea y decide dejarme en paz. Cosa que veo poco probable, sinceramente. Recogí la ropa que tenía como pude en mi maleta, si, la maleta fosforito derrite-retinas. La armé y la dejé en la puerta. Escribí una nota en la que le decía a Lidia que me iba por culpa de mi madre a Suecia y que no volvería. Evité la salida de una lágrima, que amenazaba con derramarse por mi mejilla, con toda la fuerza de voluntad que me quedaba. No quiero ser ese tipo de personas, no señor.

El tiempo pasó, unas cuatro horas y algo, que para mí fueron como un día de espera angustiosa, afrontando mi destino. Escuché un veículo parándose y tocándo el cláxon delante del edificio. Ese sonido me recordaba a cuando era pequña, y Albert nos dejaba a Aiden, Tell y a mí subirnos en el asiento delantero de la limusina y tocar la bocina. Albert es casi como un tío para mí, le conozco desde que tengo uso de razón.

Un youtuber en el piso de arriba | ElRubiusOMGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora