Ocho personas, dos baños.

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Tobio se despertó abruptamente. La cabeza comenzó a dolerle y aún no amanecía. Pasó sus manos por su rostro y suspiró. No era la primera vez que le pasaba eso. Ya llevaba un par de meses así, con los sueños raros y despertando en la madrugada. Y la razón de sus problemas estaba durmiendo plácidamente al otro lado de la habitación, roncando y sin percatarse de lo que ocurría dentro del pobre Tobio. Pero así era mejor. Tobio aún no estaba seguro que la culpa fuera de Shouyou, o más bien no quería darse cuenta que siempre había sido así desde que eran pequeños. No quería causar problemas en su familia y mucho menos ahora que su padre era feliz. Así que lo más fácil para Tobio era engañarse a sí mismo pensando que sus problemas eran culpa de la adolescencia y no algo más fuerte que eso.

– ¡Tobio! ¡Tobio! ¡Despierta, llegaremos tarde! – La voz de Shouyou sonaba lejana, como si miles de nubes la cubrieran. Tobio se sentía cansado, su cuerpo le pesaba y no quería levantarse tan temprano. Le había costado un gran esfuerzo poder dormirse después de haberse despertado en medio de la noche. Pero Shouyou era muy ruidoso y ese sopor comenzaba a desaparecer debido a la estridente voz del chico.

– Cállate, demonios. – Tobio abrió los ojos con lentitud. Distinguió una figura borrosa que se movía de un lado a otro con rapidez y mucha energía. Suspiró internamente y se puso de pie. Escuchó hablar a Shouyou, pero no le prestó a tención y salió de la habitación para dirigirse al baño. Las mañanas eran especialmente incómodas. Despertaba con la ropa interior mojada y pegajosa, y tenía que caminar rápidamente al baño sin que ninguno de sus hermanos lo vieran. A veces tenía suerte, y en otras ocasiones (como en ese día), no le iba muy bien.

– ¿Acaso es una costumbre de la realeza siempre despertarse tarde? – Tobio estaba frente a la puerta del baño, a punto de tocar para saber si había alguien dentro, cuando su hermano apareció de repente.

– Púdrete.

–oh, al parecer el rey despertó de mal humor. – Kei sonrió burlón, observando con detalle como Tobio se enojaba ante su comentario. Aun así, Tobio decidió ignorarle y aguantarse su enojo, y tocó la puerta con fuerza.

– ¡Ocupado! – La voz de Tadashi se escuchó desde el otro lado del baño. Tobio apretó la mandíbula, tratando de no perder la paciencia y se dirigió al cuarto de su padre y Sawamura-san. Ahí había otro baño y normalmente estaba desocupado. Caminó con rapidez mientras pensaba enojado por qué demonios había solo dos baños en la casa cuando vivían ocho persona en ella. Al llegar al baño vio la puerta cerrada y pensó lo peor.

– ¡Ocupado! – Gritó Yuu unos segundos después de que Tobio hubiera tocado la puerta con fuerza.

– Demonios. ¿Qué haces aquí?

– ¡Tadashi lleva horas en el baño! Y Sawamura-san me dijo que entrara a este.

– ¿Vas a tardar?

–No sé, el Kentucky de ayer me hizo daño. ¡Tal vez por eso Tadashi aún no ha salido! Jajajaja – Tobio recargó su cabeza en la puerta, con ganas de taparle la boca a su hermano y no escuchar su estúpida risa por el resto de su vida.

Adolescencia en su punto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora