Capítulo 30

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Pasamos horas y horas viendo revistas; mama de vestidos y yo de decoración. Leo aún no había venido a ver como estaba y, por lo que me dejó una enfermera, hasta la noche no vendría.

Pasé la página ya cansada de ver tantas salas decoradas. La siguiente página tenía una única foto de un salón decorado con telas que salían del centro del techo y unas hacia los lados con tonos azules y verdes.

-Mamá, mira. Este te va a gustar, es muy bonito- levanté la revista para que pudiese verlo desde el sofá, aunque se levantó igual.

-Sabía que podía confiar en tí- anotó el número que había al final de la página y dobló la esquina de la página-. Bien, ya solo nos falta el vestido.

-¿Y vas a poner fuente de chocolate?- cogí la última gominola que me quedaba de las que me había traído Lucas.

-¿Qué clase de pregunta es esa? Habrá dos, una para los invitados y otra para nosotras- creo que mi carcajada se escuchó por todo el hospital.

Seguimos viendo revistas, pero esta vez de vestidos y ninguno nos gustó, somos un poco raras para algunas cosas.

Leo, que al fin se digna a venir, trae mi cena y la deja en la mesilla, como siempre.

- Esta noche te quedas y por la mañana ya te podrás ir- Sonreí y miré a mama que también sonreía-. Vendrá a buscarte Lucas.

-¿Y por qué tiene que irse con Lucas? La puedo llevar yo a casa.

Leo ignoró a mama y se giró hacia mí. Me acercó la bandeja y la destapó. Nada comestible.

-De eso nada, mañana me la llevo yo.

- A mi no me importa ir con Lucas- cogí una croqueta y me le llevé a la boca-. Además, puedes tener más tiempo para buscar vestidos.

Mamá bufó y volvió a poner todas las revistas en una torre, se puso el abrigo y se colgó el bolso en el hombro. Me dió un beso en la mejilla y se fué, no sin antes empujar a Leo al pasar a su lado.

-Hasta mañana, Annabet- le hice un gesto con la mano aunque sabía que no me iba a ver.

-Bueno, aprovechando que tu madre se ha ido, te diré que no tienes la pierna rota, solo un pequeño esguince- se encogió de hombros y me dio un pequeño golpe en el yeso de la pierna-. Mañana te lo quitaré, pero tendrás que seguir usando las maletas.

-Bien, pero ¿Pero porqué me envolviste la pierna con esto ?- señalé el yeso con asco.

-Por que, tanto Tessa como yo queríamos conocerte. Nos costó encontrarte y no perderte de vista- sin decir nada mas se fue y me quede sola.

Terminé lo único comible de mi cena y me acosté para dormir.

Creo que habían pasado unos diez minutos desde que empecé a sentirme observada, pero estaba tan cómoda durmiendo que ni me había molestado en ver quien o que me miraba tan fijamente. Me gire en la cama para cambiar de postura y abrí los ojos, encontrándome a Lucas con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados.

-Ya tardabas en despertarte. Vistete rápido que tenemos que irnos- dejó una bolsa sobre la cama.

-¿Y qué hago con él yeso de la pierna?- seguía sin levantarme, hacia demasiado frío como para salir de mi cueva.

-Voy a buscar a Leo, él te lo quitará, mientras vistete.

Vacié la bolsa sobre la cama y resoplé. Él pantalón era ajustado y solo podría pasarlo por una pierna. Desabroche los botones de la parte de arriba del feo pijama del hospital y me pude él jersey azul antes de que la puerta se abriese. Estire las piernas y esperé a que sacase ese yeso tan pesado y molesto.

-En cuanto te lo quite podrás irte.

*************

-¿No puedes ir más rápido?- Lucas llevaba mis cosas y parecía enfadada.

-No, esto es lo más rápido que puedo ir. También podrías haber aparcado más cerca- la verdad es que seguía sin saber usar la muletas, a pesar de que me lo explicaron un millón de veces.

Seguí avanzando hasta llegar a Lucas, él me siguió a mi paso. En cuanto llegamos al coche, me ayudó a sentarme y metió todas mis cosas en él maletero, una vez que las guardó, se subió al coche y arrancó.

-Por aquí no se va a mi casa, y yo quiero irme a casa- jugué con el botón de la ventana, abriendola y cerrandola, mientras miraba por ella.

-Ya se que quieres irte a casa, pero antes tengo que llevarte a un sitio- no apartó la vista de la carretera en ningún momento por la niebla que había.

-Bueno... ¿Y queda mucho para llegar a ese sitio?- decidí dejar de jugar con el botón la ventana y la cerré, hacía frío.

-No, ya casi hemos llegado- paramos por un semáforo y Lucas se giró hacia mí-. Cuando lleguemos no quiero que te enfades, Tessa te va a contar todo lo que pasó cuando eras pequeña; lo de la adopción y de más.

-Vale, intentaré no enfadarme- me acomodé en mi asiento y miré al frente-. El semáforo está en verde.

Volvimos a avanzar y ninguno dijo nada hasta que llegamos a nuestro destino.






La ropa de Annabet al salir del hospital

La ropa de Annabet al salir del hospital

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La vida de Annabet (UBI #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora