~14~ ¿Mi rival?

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Toda la semana estuve preparando todo para la boda, la práctica, la talla del vestido, el peinado, etcétera. Fue el último día de clases y yo no le preste gran importancia.

El viernes llego, ya era la tarde y se suponía que Alexander pasaría por mi. Me puse mi vestido que para mi gusto era precioso. Era color rosa pastel con encaje y detalles negros detalles negros, tenía un escote en la espalda y se sujetaba por un bellísimo moño negro, simplemente me encantaba.  Mi pelo quedaba suelto con una trenza encima formando una diadema. Me maquille un poco y me puse unos zapatos negros no muy altos.

Alexander tocó la puerta y ShiroNeko corrió hacia allá. Y comenzó a rasguñar la puerta. Me acerqué y lo aparte para no lastimarlo. Abrí la puerta y vi a Alexander. Tenía un traje negro con una corbata gris.

-Te ves bien para ser tu- me dijo.

-Lo mismo digo Whitefox- terminando esas palabras mis padres salen de su escondite.

-Una foto, ¡una foto!- dijo mi padre emocionado. Negué con la cabeza.

-Papá, ya nos íbamos- le dije poniendo las manos en las caderas.

-Vamos Kassia no seas aguafiestas- me tomo por la cintura y me acerco a él. Mi madre tomo muchas fotos yo ponía cara seria -Kassia sonríe- me comenzó a hacer cosquillas a lo que yo no pude evitar reírme mientras reía tomaron una foto.

-Bien, bien. Me rindo- sonreí y tomaron otras fotos.

-¿Puedo verlas?- pidió Alexander. Mi madre le pasó la cámara, yo me asomé para verlas. Habían quedado bastante bien. La primera me veía como enojada, en la segunda Alexander me hacía cosquillas y en la última ambos sonreíamos. -Me las podría mandar.

-Oh, claro- decía mi madre mientras asentía con la cabeza.

-¿Nos vamos?- preguntó Alexander entregándome algo: un casco.

-¿Iremos en moto?- el asintió, mire a mis padres.

-Oh, vamos, ¡vive una aventura!- dijo mi padre dándome un pequeño empujón. Me puse el casco y fuimos hacia la moto. Alexander arrancó la moto y yo abrazaba su cintura.

El aire recorría cada parte de mi cuerpo y hacía que mi largo pelo volara en mi espalda. Las luces parecían pequeñas estrellitas. Recargo la cabeza en el costado de su hombro.
Llegamos al lugar de la boda, me bajó de la moto, me quito el casco y me acomodo el cabello. Alexander hace lo mismo, me toma del brazo, la acción me sorprende un poco pero aún así no me separo. Su mano rozaba un poco con la mía.

La ceremonia fue linda, dos pequeñas niñas lanzaban pequeños pétalos de flores. A mí me tocó llevar los anillos se me hacía muy linda la idea de hacer algo importante en esta ceremonia.

La ceremonia termino y nos dirigimos al salón en donde sería la fiesta. Nos asignaron una mesa y yo no esperaba la hora en la que dieran la cena.

Nadie estaba bailando, fue el típico baile de pareja y luego con el padre después de eso no hubo más.

La cena llego, era lujosa intentaba comer despacio pero era deliciosa. Alexander estaba peor que yo, comía como si no hubiera mañana, al estar llenos nos quedamos sentados viendo nuestros platos vacíos.

Pasamos así unos minutos hasta que por fin nos levantamos.

-¿Quieres bailar?- me preguntó sin darle tanta importancia. Asentí.

La canción no era lenta pero tampoco muy movida. Apenas la canción comienza alguien me toma del brazo y me lleva hacia el. Me iban pasando de chico en chico hasta que terminó la canción. Alguien me tomo otra vez del brazo.

-¡YA!- grite.

-Se suponía que yo sería el primero- Alexander me miraba fijamente. Me reí.

-Lo siento, ninguno estaba lindo- dije decepcionada.

-¿Ni yo?- preguntó Alexander una canción lenta comenzó a sonar, Alexander me tomo de la cintura y me jaló hacia el coloque las manos alrededor de su cuello. Me miraba fijamente a los ojos y yo miraba su hombro mirando su cara de reojo.

Me tomo de la cara y me puso una mano en la mejilla. Le desacomode un poco el cabello. Ya a la mitad de la canción puse la cabeza en su pecho, el me abrazaba. La canción termino y nosotros nos separamos un poco. Alguien me jala otra vez separándome de Alexander.

Pasan otras dos canciones en las que me siguen pasando de chico en chico. Cansada de ir de un lado al otro me dirigí a la mesa. Me quede sentada un rato, no veía a Alexander en ningún lado así que decidí ir a saludar a los recién casados. No me entretuvieron mucho tiempo pues ya empezaría el brindis.

Regresé a la mesa y me encontré con Alexander que me ofrecía una copa de vino. Aunque no tomaba decidí hacerlo esta vez por los casados. Gracias al cielo no era un vino fuerte, brindamos y cortaron el pastel.

-Voy por un poco de aire fresco ¿Me acompañas?- preguntó Alexander.

-Claro.

Salimos del salón y nos sentamos en una fuente que había afuera. El patio era hermoso. La fuente tenía luces y los árboles tenían formas.

-Cuando me case, la fiesta será afuera- dije convencida.

-Yo igual- dijo Alexander, puso sus manos en sus piernas.

-Creo que baile con más de veinte chicos- reí aunque Alexander parecía un poco molesto. Me miro por un segundo y luego apartó la mirada
-¡Vamos!

Saque un poco de agua de la fuente y lo moje. Él hizo lo mismo, tuvimos una pequeña guerra de agua. Un mechón de pelo mojado caía por la frente de Alexander, se lo aparte con una mano, el acortó la distancia que nos separaba, yo hice lo mismo. Nuestras frentes estaban a centímetros de tocarse.

-Yo...- empecé. Alexander acortó la poca distancia que nos quedaba juntando nuestros labios.

Fue un beso tierno y suave, sentía cada parte de mi cuerpo cosquillearme. No quería que acabara y parecía que el tampoco pero ambos nos separamos después de un tiempo.

-Yo... Lo siento- me dijo.

-N-no importa- me puse roja y el igual. ¿Qué acababa de pasar?

-¿Nos vamos?- quería asentir pero me quede así. Aparte la mirada y el igual. Nuestros dedos se rozaron y yo los entrelace el me miró sorprendido.

-Yo... Yo pensé que- me levante sin dejarlo terminar.

-¿Nos vamos?- el asintió. Recogimos nuestras cosas y nos despedimos de la pareja. Volvimos en su moto, sentí la misma brisa, las calles tenían menos gente pues ya era un poco tarde.

Llegamos a mi casa, yo me despedí con la mano, al girar la perilla Alexander me toma de la muñeca y me da un pequeño beso en la mejilla.

-Adiós- susurra, empieza a caminar hacia su moto, se coloca el casco y se va. Me quedo viendo el árbol de enfrente de mi casa hasta que por fin decido entrar ¿Qué acababa de pasar con mi supuesto enemigo hoy?

Enemigo, ¡me gustas! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora