El sueño

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Kate

Era oscuro y muy húmedo, y sin embargo veía perfectamente.

Recuerdo que caminaba sin saber a donde iba, guiada por un instinto que iba más allá de mi comprensión. Lo más curioso de todo es que no estaba asustada por el ambiente hostil en el que me encontraba, lo sentía extrañamente relajante. Me deslizaba sobre el suelo sin escuchar mis propias pisadas, y sentía el rocío nocturno intensificar los olores de la noche en la punta de mi nariz.
Una oleada de energía recorrió mi cuerpo y me entraron unas ganas enormes de correr, sólo correr y correr hasta que no pudiera más. Así que lo hice, internándome en la espesura y experimentando una velocidad que nunca hubiera creído posible. Que, de hecho, no era posible.

Unas hojas verdes e inmensas me rozaban los costados conforme avanzaba, tragándome metros y metros de tierra con cada zancada. En mi trayecto aparecieron troncos, rocas y enredaderas que amenazaban con atrasar mi marcha pero yo esquivaba ágilmente todos los obstáculos, apenas dándome tiempo de pensar cómo lo había hecho. No pude evitar sentirme imponente y poderosa, más fuerte que nunca, completamente invencible.
Ese sentimiento me duró hasta que llegué a la cima de un cerro, y me quedé en blanco al contemplar kilómetros y kilómetros de selva frente a mis ojos, como una alfombra verde hecha de nubes iluminadas por estrellas. Me quedé ahí un rato enfrentando al paisaje, mi rostro era inexpresivo pero por dentro estaba profundamente impresionada. Me moría por explorar todo eso, y con el ímpetu que en ese momento sentía me pareció posible hacerlo en menos de una noche. Sonreí.... Más bien, quise sonreír pero no podía. Me di cuenta de que todo lo que sentía no se reflejaba en mi rostro, el cual había estado completamente neutro todo ese tiempo. Me pareció raro, pero decidí no prestarle atención. Con ser consiente de mi felicidad me bastaba.

Salté hacia arriba, colgándome juguetonamente de una rama por unos segundos para luego dejarme caer. Había dejado unos surcos en la madera con mis uñas. Me dispuse entonces a abalanzarme cerro abajo cuando algo me hizo detenerme. No había escuchado nada, sólo... Lo había sentido. Me quedé quieta un momento, con mis ojos ensartados en algún punto de la maleza. Sentí un cosquilleo familiar en mi nuca y por un momento me pareció que ya había pasado por todo esto antes. Sentí que mi mirada asesina se suavizaba para transformarse en una que reflejaba, más bien, incertidumbre. Di un paso hacia delante con cautela y escuché una rama romperse en la oscuridad justo frente a mis narices. Otro paso bastó para que la criatura y yo quedáramos frente a frente.

No supe qué hacer en el momento así que permanecí inerte, con los ojos muy abiertos y cada músculo de mi cuerpo alerta. La criatura enfrente de mi hizo más o menos lo mismo, mirándome con desconfianza. La tensión que emanaba era tan fuerte que pronto se me contagió, y cuando intenté mascullar "¿Quién eres?", sin querer se me escapó un auténtico gruñido.

Cuando me quise dar cuenta la oscura criatura estaba encima de mi, lista para asestarme un zarpazo en el pecho.

***

Abrí los ojos, y sólo cuando me comenzaron a arder por el contacto con el aire me di cuenta que había estado dormida. La oscuridad con la que me encontré me invitó a cerrarlos de nuevo. Todo había sido un sueño, y sin embargo mi corazón golpeteaba contra mi pecho como un pájaro enjaulado. Me acogió un sentimiento curioso cuando comencé a recordar lo que había soñado. Primero experimenté la sensación amarga de haberme despertado cuando el sueño estaba siendo tan vívido, y aunque algo extraño, había sido divertido, pero luego me encontré inmersa en una paradoja pues una parte de mi me aseguraba que ya había tenido ese sueño antes, pero ¿acaso no pude haber soñado que ya lo había soñado?

El Club CarnívoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora