Después de una gran noche en la casa de Sam, Kate regresó a su casa y ahora se encontraba tendida boca arriba en su cama mientras terminaba de leer cierta novela que le habían recomendado. Cuando llegó al final, dejó el libro a su lado y fijó su mirada en la lampara que colgaba en el techo, reflexionando.
A veces hacía eso. Durante el día era generalmente activa, pero había veces en las que encontraba una idea interesante, o un pensamiento, en el cual podía profundizar más y más. A veces era un recuerdo, y en ese caso se podía quedar horas, completamente inmóvil, tan sólo filosofando. Ése era el caso.
Lo malo de entrar en ese letargo semi-consciente era que al despertar experimentas una gran confusión, frecuentemente seguida por algo parecido a una crisis de identidad, en la que no sabes ni quién eres ni qué haces ahí. En esta ocasión, la razón por la que Kate tuvo que volver casi a rastras hacia la realidad fue un estridente ruido en la cocina.
A pesar de que era de noche y de que la casa había estado, hasta ese momento, relativamente en silencio, Kate ni siquiera se molestó en pasar del marco de la puerta.—¡¡Andrés!!—gritó hacia la oscuridad del pasillo para hacerse oír hasta la cocina—¿¡Qué tiraste!?
—Yo no fui—la voz aniñada de su hermano menor se escuchó en la habitación de al lado. Kate sintió un ligero pánico, casi imperceptible, como si un frío alfiler le hubiera rozado la nuca. Su papel de hermana mayor gruñona se desplomó ante sus pies, y ya no respondió nada.
"Ásteris" pensó mientras se comenzaba a acercar a las escaleras "¿Qué pudo haber hecho?". La verdad es que esa posibilidad la sacaba un poco de onda ya que su terrier era la mismísima reencarnación de un monje tibetano y pasaba la mayor parte del tiempo tomando el sol, meditando en la sala o sintiendo la brisa acariciar sus bigotes.Kate comenzó a bajar lentamente las escaleras sintiendo una perfecta mezcla de miedo y curiosidad. La cocina estaba completamente a oscuras, y un segundo antes de encender la luz Kate creyó haber visto una figura deslizándose frente a la ventana. Se hizo la luz, e inmediatamente tuvo frente a ella una exhibición perfecta de una cocina completamente normal. Kate frunció el ceño, ella habría esperado encontrarse con uno o varios platos rotos (o cualquier otro desastre de la índole) y se había ido preparando mentalmente para no enfurecerse de más en cuanto lo viera, así que resultó incluso más impactante verificar que todo estaba en su lugar.
—Esto no es posible...—masculló para sí.—¿Ásteris?
Sólo se escuchaba el zumbido del refrigerador, e inmediatamente Kate se comenzó a sentir desmesuradamente estúpida. Se quedó quieta por un momento, tratando de recordar si efectivamente había escuchado aquel horrible sonido cuando escuchó un cascabel bajando en saltitos las escaleras. Su perrita Ásteris entró a la cocina y se sentó a sus pies. Entonces se convenció de que no estaba loca (además de que no pudo haber sido Ásteris) y definitivamente algo se había caído, por lo que comenzó a registrar en todos los compartimentos donde podía haber platos de cerámica o vasos de vidrio, pues el ruido se había asemejado mucho al estruendo que hacían esos objetos al romperse.
Registró debajo del lavabo, en el refrigerador, en las vitrinas, y nada. Pero cuando abrió la alacena, inmediatamente Ásteris se levantó y fijó en ella su aprehensiva mirada. Kate notó esto, y sin demora prendió la luz.
Un "¡Ah!" se le escapó al ver todo el cereal desparramado sobre el suelo y una de las tazas de su mamá echa añicos. Se inclinó sobre el cereal y levantó la caja.
—¿Pero qué demonios...?—articuló mientras hacía una mueca de asco. La caja tenía un hoyo inmenso en la parte de abajo, cuyos bordes estaban carcomidos y ligeramente húmedos. Inmediatamente la soltó, provocando que más cereal cayera al suelo. Mientras su mente comenzaba a maquinar posibles explicaciones un olor increíblemente asqueroso se comenzó a filtrar por su nariz. Olía a basura.
El aroma incrementó súbitamente, obligando a Kate a ponerse de pie con la manga de su sudadera tapándole la nariz. Era insoportable: desechos, comida podrida, caño y algo muerto inundaron sus fosas nasales. La atmósfera de su cocina le pareció de repente tornarse más oscura y se tuvo que apoyar contra la pared pues la cabeza le daba vueltas.
En algún momento dentro de su ataque de náusea Kate intentó localizar a Ásteris, pero ya no podía ver nada pues su visión se había distorsionado. Intentó con todas sus fuerzas salir de ahí, llegar a una puerta o a una ventana, pero no se atrevía a abrir la boca para gritarle a su hermano pues temía que el pestilente olor la invadiera por dentro.
Cuando estuvo a punto de llegar a la ventana se detuvo repentinamente.
Detrás de ella se escuchaba un zumbido que iba en aumento, acompañado de unos chillidos espeluznantes. Se escuchaban cada vez más y más fuertes.
Kate se paralizó del terror, no podía mirar atrás. Podía escuchar aquel incesante bullir de insectos justo a sus pies, y un momento después en su nuca.
Intentó ver lo que había detrás de ella en el reflejo de la ventana, pero solo pudo adivinar oscuridad y el brillo de sus propios ojos que la miraban espantados.
ESTÁS LEYENDO
El Club Carnívoro
FantasyProbablemente lo que más caracteriza a Kate, Sam y Lily es su inquebrantable amistad. Ni siquiera ellas mismas saben muy bien cómo llegaron a hacerse tan unidas, pero conforme crecen van descubriendo que quizá su relación tenga un propósito mayor de...