-Sócrates, gatito precioso ven aquí- digo con voz cursi.
Echo un vistazo a la gran cocina, mi gato puede estar en cualquier parte, es el rey del camuflaje. Reviso todos los sitios oscuros, le encanta la penumbra. Alacenas, armarios... En una esquina veo brillar algo, son sus ojos seguro.
Negativo, lo que encuentro es un medallón antiguo. Está formado por un enorme y ovalado rubí y tiene una moldura preciosa. Me lo guardo en el bolsillo. De repente oigo un maullido lastimero y en el suelo yace mi adorado minino. Alguien o algo le ha hecho un corte muy feo en la tripa. Se me hiela la sangre cuando veo a mi gatito retorcerse de dolor. Con mis ojos anegados en lágrimas, cojo a mi Sócrates y me lo llevo a mi cuarto lo tumbo en una toalla del baño y con gasas y agua fría le desinfecto la herida, no sin recibir unos cuantos arañazos. A medida que el agua limpia el corte sus músculos se van relajando, cuando le echo el cicatrizante el ronronea tranquilamente. Aprendí a hacer esto en un cursillo y aunque el vendaje está hecho una chapuza y yo llena de heridas de cuando le cerré el corte con aguja e hilo, pero, por lo menos ahora se encuentra bien. Paso como una centella por mi cuarto y me pongo unos leggings ajustados, una camiseta negra y un jersey de punto fino color turquesa. Cojo también un maxibolso para meter a Sócrates y llevarlo al veterinario que hay en el pueblo.
Voy a la entrada donde me esperan mis doncellas. Para mi sorpresa no llevan sus uniformes sino que van ataviadas con ropa muy moderna y están frente a un flamante deportivo rojo.
-Lista para irse baronesa?- dice Louisa sonriendo
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Volutas de sombra
VampirePara Miella abandonar su vida acomodada y tranquila en Liverpool e irse con su abuela baronesa a un castillo en medio de los Cárpatos no es algo que le agrade. Nueva vida, nuevo colegio, nuevos amigos... Y tal vez algo sobrenatural y tenebroso.