Dante Bright

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Nada más subir me doy cuenta de porque hay tantas chicas a la cola, ante mí está el hombre más perfecto del mundo. Es casi irreal.
Pelo corto, oscuro, ojos dorados que me examinan tras unas gafas de médico, músculos bien marcados aunque lleve un mandilón blanco de médico, sus rasgos faciales asemejan a los de un dios griego, su expresión inteligente hace que lo identifique con Hermes, su piel es pálida pero sus labios rosáceos y bonitos.
- Baronesa Leyendecker, que alegría tenerla en mi humilde clínica- dice con una voz aterciopelada tan seductora que me hace sentir escalofríos, parece una pantera de ojos ambarinos rondando a una gacela ( yo), pero me temo que esta gacela no es tonta así que sea lo que sea que pretende, estoy alerta. Me pide que rellene unos impresos y luego me dice que me tumbe en una camilla.
-Bien, espero que no le importe pero debe quitarse el vestido y ponerse este camisón médico- me indica tendiéndome la prenda.
Una vez lista, saca una aguja y me empieza a extraer sangre del brazo. Concluida esta tarea se dedica a examinar mi sangre.
- Su sangre es perfecta. 0 positivo sin daños. Si donara más podría salvar cantidad de vidas- dice suplicante.
- Sólo un litro- digo yo.
-Este proceso será doloroso para usted. Por cierto, puede tutearme- dice sonriendo.
La siguiente media hora la paso viendo como Dante conecta cables y más cables a mi brazo y sintiendo pinchazos.
-Casi he terminado- explica-Sólo hace falta retirar los tubos.
Una vez terminado esto, me da unos folletos sobre las donaciones.
-Ha sido un placer, baronesa- se despide amablemente.
-Igualmente- respondo yo.
Salgo del autobús y miro el reloj, ya es casi la hora de comer. Será mejor que vuelva.

Volutas de sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora