—Ha tenido mucha suerte señorita...
—Hale, Phoebe Hale.
—Disculpe mi despiste, señorita Hale, ni la edad ni la memoria me dan tregua —responde el doctor Farris, intentando excusarse mientras sigue caminando con paso lento pero decidido hasta una pequeña, pero coqueta, sala de espera—. El neurólogo Metzger es un hombre ocupado, pero es toda bondad cuando se trata de ayudar a sus pacientes: no tardará en recibirla.
El doctor Farris se despide con un pequeño apretón de manos y, antes de irse, me ofrece un poco de té:
—Es casero, además de ayudar a calmar los nervios —me susurra giñándome un ojo.
Era de esperar que me notara nerviosa, así que acepto su ofrecimiento y tomo el primer sorbo.
Está bastante bueno, tiene un ligero toque a menta.
Desde que he pisado la entrada del Centro Psiquiátrico Irrenhaus no he dejado de notar temblores por todo mi cuerpo, como si fueran espasmos.
A pesar de que andaba muy metida en la investigación sobre los psiquiátricos del país, no podía descansar bien, me costaba mucho conciliar el sueño y no hacía otra cosa que tomar cafés e injerir aspirinas para poder aguantar de pie todo el día.
Sabía que este caso no sería igual que otros, este iba más allá de mis expectativas.
No me había informado mucho sobre este sitio, es más, quería que todas esas malas habladurías me confirmaran de lo cruel y crudo que supuestamente es.
Un pitido agudo hace que me sobresalte, tire un poquito de té a la alfombra y que, acto seguido, posicione mis manos sudorosas sobre mis rodillas para no dejar que el tembleque me invadiese y así parecer poco profesional.
—Señorita Hale, el señor Metzger la espera —resuena, de repente, la voz del doctor Farris, el cual está delante de mis narices con una sonrisa bastante infernal.
Asiento levemente y cojo impulso para levantarme de golpe, pero sin causar ningún revuelo, y sigo al doctor Farris hasta una puerta con el nombre de Metzger en cursiva y de color dorado.
Atuso mi falda y aclaro mi voz por última vez, es entonces cuando el doctor Farris me abre la puerta a modo de reverencia y, sin cuestionármelo, paso lo más rápido posible.
—Bienvenida señorita Hale, tenga la bondad de sentarse.
Rápidamente un voz bastante profunda, de acento fuerte y marcado, tosca y muy grave, hace que me sienta incómoda y rígida al instante.
Delante de mí está un hombre de avanzada edad con bata blanca e inmaculada, fumando una pipa cómodamente en su sillón blanco, eso sin contar que la habitación completa era de un blanco perfecto, hasta las cortinas.
—Si me disculpan —interviene momentáneamente el doctor Farris, el cual se va cerrando la puerta tras de sí.
Unos incómodos, largos y duraderos segundos hace que mi corta estancia en esa sala se haga poco a poco desagradable. Aquel sitio era demasiado... raro. No sé si se podría llamarlo así pero mi sexto sentido no le estaba dando buenas vibraciones.
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PHOEBE
Mystery / ThrillerEl secreto del psiquiátrico Irrenhaus sólo es la punta del iceberg de un enorme complot de la mafia albanokosovar que, entre sus variados negocios ilegales, se encuentra la trata de blancas. Phoebe es una prometedora periodista que simplemente va...