PHOEBE
Había oído, tanto a Metzger como a Farris, que hoy, aproximadamente dentro de dos o tal vez tres horas, tendría lugar la "visita" de ese periodista.
No sé si el futuro me estaba mandado una y otra vez indirectas, pero creo que las estoy entendiendo a la perfección.
La llegada de ese periodista puede ser la clave para lograr que me escape, tampoco no hay tanta seguridad como todos los periodistas, yo inclusive antes de entrar aquí, dicen que tiene Irrenhaus; en absoluto.
La única ventaja de llevar aquí poco menos de dos semanas es estar lo suficientemente cuerda como para saber que la actividad Irrenhaus se mueve a pulso de minutero, todo está absolutamente detallado y cronometrado: a las siete en punto de la mañana las pastillas, a las ocho el suelo salino, a las nueve más pastillas... es sistemático.
Lo bueno, si se le puede llamar así, de ser un grano en el trasero tanto para Metzger como para Farris es que son los únicos, junto con una enfermera con mala cara, los cuales tienen permiso para tratarme, nadie más, que yo tenga constancia, sabe que yo estoy aquí.
Respecto a la enfermera, de nombre Greta, sé que será ella la que venga a darme las pastillas de las diez y media de la mañana. En sí tampoco lo sé con certeza, pero barajando las posibles opciones y relacionándolas con la llegada de ese periodista, lo lógico es que no sean ni Metzger ni Farris, así que por descarte tiene que ser ella.
Pero hay un problema extra, estoy inmovilizada de pies y manos, así que tengo que encontrar una solución a eso antes de que Greta traspase esa puerta. Aclaro que sólo me desatan y me dejan caminar los sábados y domingos, cuando no hay visitas, en presencia de alguno de los tres obviamente. Y que una vez al día me dejan ir al baño.
Pero hay un factor con el que tampoco no he contado: la cámara de vídeo vigilancia.
Desde que me retuvieron aquí siempre he estado contemplando esa cámara, no sé funcionará o sólo es de pega para que piense que me tienen las veinticuatro horas vigilando y así volverme loca, aunque debo decir que no tiene ninguna lucecita parpadeando o tan siquiera la lente se mueve. Pero tendré que arriesgarme y tenerlo en cuenta a la hora de la huida.
Doy por hecho, no del todo segura, de que funciona, así que lo máximo que tendré serán cinco minutos o menos hasta que salten las alarmas y si la intento tapar perdería como mínimo un minuto porque está muy alta.
Ahora hay que solucionar otras tres cosas fundamentales: liberarme de estas cuerdas, salir de esta habitación y, por último, escaparme de Irrenhaus.
Creo que mínimamente la suerte corre algo de mi lado, por lo menos no son cadenas y son cuerdas un poco robustas, así que tengo que agenciarme, como sea, algo afilado con lo que empezar a cortarlas. ¿Pero qué?
Lo único que hay a mi alcance son dos cosas: un vaso de plástico espachurrado y un clip deformado.
El plástico del vaso está muy deteriorado, no creo que vaya a servirme de mucho. No cortará. Y el clip... bueno, algo es algo.
Estiro la mano para intentar cogerlo, lo intento otro par de veces pero está más lejos de lo que pensaba, y las cuerdas reducen mi movimiento y comienza a comprimir mi brazo dolorosamente.
Imposible.
Pero aún encuentro una solución más fácil, pedirle a Greta que me deje ir al baño.
Sólo tengo permitido ir una vez al día al baño. Son muy inflexibles y les da igual si me lo hago encima, así que tengo que aguantarme hasta el día siguiente para rogarles que me dejen ir, cosa que hoy no he hecho.
Esa será mi vía de escape.
A pesar de eso, hago un último intento de coger el clip; se me resiste un par de veces pero al final lo consigo coger teniendo un par de rozaduras en mis brazos las cuales abrasan pero intento ahogar el grito de dolor, pero tendré que taparlas con la bata para que Greta no las vea y así descubra mi plan.
El clip me servirá de arma.
En poco más de diez minutos ya había trazado mi plan de salida de esta habitación, lo demás tendría que ser improvisado. El plan era el siguiente: cuando Greta viniese a cambiarme el suelo salino le rogaré repetidamente ir al baño; ella me soltará de las cuerdas y yo me esconderé el clip en mi la manga de mi bata; iré al baño y tardaré lo justo hasta que los nervios de Greta estallen y ella abra bruscamente la puerta, yo le clavaré el clip y me escaparé. Sencillo y rápido.
Llevo más o menos un minuto dentro del baño, esperando a que Greta se ponga furiosa y, por la poca paciencia que tiene, estalle.
—¿Qué está pasado ahí, estúpida? —aporrea Greta la puerta.
No respondo.
—Te daré diez segundos para que la habrás o sufrirás las consecuencias... y yo no tengo tanta paciencia como Farris cariño.
Aguanto por dos largos segundos la respiración al tiempo que sostengo el clip con firmeza entre mis dedos. Sólo tengo una oportunidad para atacar, si me intercepta estaré acabada.
Dejo pasar otro minuto y no respondo a ninguna de las advertencias, acompañadas con palabras malsonantes, que Greta escupe una y otra vez, sonando furiosa e irritada.
—¡Abre de una puñetera vez la puerta! —la aporrea violentamente—. ¡Qué la abras!
A pesar de que mi plan funciona estoy bastante nerviosa, los gritos de Greta ensordecen y lo único positivo de todo esto es que la habitación está insonorizada, así que puede gritar todo lo que quiera, pero no puedo perder más tiempo en esto.
Con sutileza, aflojo poco a poco el pestillo para que Greta se abalance sobre la puerta como si ella fuese el león y yo su presa, ésta reacciona al instante y salta sobre la puerta al tiempo que yo la estampo con toda mi fuerza en sus narices, dejándola semiinconsciente por el golpe.
Me percato de que sigue viva y esfumo toda idea que tenga que ver con el clip que todavía sostengo en la mano, pero aún así lo guardo como un futuro arma de defensa y ataque.
Antes de irme, reviso en sus bolsillos y lo único que encuentro es su credencial médica, un móvil y un par de cigarrillos.
Me lo quedo todo.
Abro la puerta con cuidado y, sin hacer el mínimo ruido, echo a correr sin rumbo, tapada con una hortera bata médica para pacientes y descalza.
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PHOEBE
Mystery / ThrillerEl secreto del psiquiátrico Irrenhaus sólo es la punta del iceberg de un enorme complot de la mafia albanokosovar que, entre sus variados negocios ilegales, se encuentra la trata de blancas. Phoebe es una prometedora periodista que simplemente va...