Capitulo 5

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Había dado la explicita orden de no dejar a nadie con vida y ahora la por la completa inaptitud de sus subordinados se encontraba en aquella asquerosa bodega que más bien parecía un maldito laberinto, y como plus al asunto apestaba a pescado podrido, persiguiendo a uno de los hombre de Tougo que al parecer había estado trabajando, junto con otros bastardos, como infiltrado en la Familia; le sorprendía que Osomatsu no lo hubiera advertido antes pero ya nada se podía hacer, solo mandar a dormir a ese pobre infeliz que se había atrevido a abrir la boca de más y por eso mismo ahora estaba siendo perseguido por él y por los sabuesos.

Estaba seguro de que había recorrido ya la maldita bodega dos veces y aun no tenía rastro alguno del espía que se les había escapado, los perros tampoco parecían encontrar nada y su paciencia se estaba yendo al caño pues no iba a permitirse un solo fallo en su impecable historial asesinando estorbos. Mando a sus hombres a cada una de las puertas de la enorme bodega y dio la orden directa de llenar de plomo a todo lo que se moviera o saliera, Jyuushimatsu y él buscaría de nuevo dentro y esta vez esperaba terminar con los sesos de ese idiota escurridizo esparcidos por el piso para poder irse de una vez por todas de ahí pues el asqueroso olor lo estaba mareando.

El único sonido que rompía el sepulcral silencio en el que se encontraban era el de sus pasos haciendo eco en el suelo, después sintió como era empujado fuertemente por su mano derecha antes de sentir como una lluvia de balas les caía encima a ambos. Jalo al de amarillo lo más rápido que pudo para esconderse detrás de una enorme caja vacía y comenzar a disparar a ciegas, las luces habían sido apagadas y no tenía idea de dónde provenían los disparos. Les habían tendido una maldita emboscada y ellos sin haberse dado cuenta habían caído en ella, apretó los dientes con frustración mientras seguía disparándole a la oscuridad.

- J-Jefe ¿Se encuentra bien? – susurro apenas Jyuushimatsu, al parecer una de las balas había impactado en su cuerpo.

- No hables Jyuushimatsu – por un momento había olvidado que su segundo al mando estaba con él, la desesperación comenzó a correr por sus venas mientras el sonido de las balas seguía constante. – vamos a salir de aquí ¿De acuerdo? Déjame ver tu herida.

El de amarillo no se movió, estaba como en trance, Ichimatsu perdió la poca calma que le quedaba y movió a su mano derecha con algo de brusquedad, el menor dio un pequeño alarido mientras destapaba la mano que tenía cubriendo su vientre, al parecer la bala le había entrado por la parte baja del estómago y le había perforado el abdomen. La sangre comenzó a salir en abundancia manchando el blanco traje de Ichimatsu. Jamás había sentido miedo, no recordaba una sola situación de peligro en la que hubiera sentido tanto miedo como en ese momento, ahí tumbado en el suelo desangrándose se encontraba la única persona a la cual podría llamar "familia". Se quitó el saco rápidamente mientras trataba de hacer presión en la herida del menor para tratar de parar la hemorragia.

- Pero miren que tenemos aquí – unos pasos acercándose lo pusieron alerta mientras buscaba a tientas su rifle. – si es nada más y nada menos que el famosísimo Caporegime de la familia Matsuno. Me honras con tu presencia, Fukuyama.

- Akumatsu – masculló entre dientes al ver por fin el rostro del contrario. Reconocería esa asquerosa y retorcida sonrisa donde fuera, a pesar de que había pasado tiempo desde la última vez que se vieron jamás olvidaría el cómo ese bastardo asesinaba y violaba a su hermana frente a sus ojos, el odio comenzó a correrle por las venas.

Ichiko era lo único que tenía, sus padres habían sido secuestrados y asesinados por los hombres de Tougo al no poder pagar los intereses de una deuda que tenían. Por ese entonces apenas había cumplido los diez años, Ichiko tenía quince, ambos eran solo unos niños cuando comenzaron a buscar trabajo. Su hermana siempre cuido de él, se esforzaba al máximo con largas jornadas de trabajo y una miserable paga todo para sacarlo adelante y que pudiera terminar los estudios, vivían de manera humilde pero vivían felices... hasta ese día.

Business it's runs in the FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora